Acuse de recibo
Luis Calvo Anceaume (Villegas 413, entre Teniente Rey y Muralla, apto. 3, La Habana Vieja, La Habana) escribe confiado en «que alguien que tenga que ver con esto, y con capacidad de resolución e interés en “pensar como país”, lo lea, y haga algo efectivo para resarcir el daño económico y la afectación social que se ha creado». Y cuenta la historia.
Refiere que hace unos diez meses, hubo un incendio en el pequeño local del mercado El Cristo de Tiendas Caribe, donde estaban ubicados los equipos que brindaban el servicio wifi en la zona del Parque Cristo de La Habana Vieja. Y el siniestro causó daños a todo ese equipamiento y a otras áreas cercanas.
Transcurridos cuatro meses, y sin solución, Luis contactó con la oficina de Etecsa que atiende los puntos wifi públicos, en Águila y Dragones, Centro Habana. Allí le explicaron que se había catalogado lo sucedido como «catástrofe», y que a las 48 horas del suceso tenían el equipamiento nuevo disponible para ser instalado en el área afectada; pero el mercado tenía que reparar mínimamente el local para ellos poder ejecutar la instalación.
«En ese instante, afirma, comprendí que nos falta mucho para pensar como país. En el mercado me dicen que ellos no tienen cómo asumir esa tarea, pues implica colocar una división para delimitar el área y pintar las paredes que tienen la huella del incendio. Tan sencillo, que me brindé para asumirlo, pero según ellos, yo no podía meterme en eso. En este lugar fui atendido maravillosamente por la gerente».
Luis fue a la Sucursal de Tiendas Caribe en La Habana Vieja, «donde la atención no fue la mejor en las dos veces que estuve allí; nunca pude hablar con el director y las respuestas que recibí de quien me atendió demostraban total desinformación del problema, en cuanto a lo que había que hacer en el lugar dañado», enfatiza.
Había una desconexión, afirma, con los encargados de la instalación de los equipos, en ese caso Etecsa. Pertinaz el hombre, fue al departamento de Atención a la Población del Gobierno municipal de La Habana Vieja. Hizo la historia de todas sus gestiones, tomaron nota y aún él está esperando respuestas. Desde hace cinco meses.
«Llevo ocho meses haciendo gestiones que no me competen, añade, incluyendo dos quejas a Etecsa (por correo electrónico y por teléfono), llamadas a las oficinas centrales de esa empresa y a las de Águila y Dragones. Todo esto sin resultados evidentes, y sufriendo un peloteo inadmisible por todos los implicados en este problema.
«Nuestro Presidente ha insistido en infinidad de ocasiones en la importancia crucial de la informatización de la sociedad para el desarrollo del país. Ha hablado de la necesidad de crear las plataformas tecnológicas para el acceso a internet de todo nuestro pueblo. Y pregunto:
¿Las entidades encargadas de asumir ese llamado del Presidente están en sintonía con sus palabras? ¿Por qué razón no se ha ejecutado esa pequeña reparación del local en casi un año, trayendo consigo afectaciones a la economía cubana y creando malestar en la población, privándola de un servicio esencial? Y ese hecho ocurrió varios meses antes de la pandemia. No existen justificaciones», concluye.
Mercedes González (Jovellar 357, apto. 44, entre L y M, Vedado, La Habana) es una enfermera jubilada luego de laborar 50 años en el sector de la Salud Pública; y cuenta en su carta que lleva 15 años pagando cien pesos mensuales por guardar su carro en el parqueo del hotel Habana Libre, como para infartarse con la nueva noticia.
«En estos momentos, cuando estamos viviendo una pandemia y con la situación crítica de la economía, precisa, el hotel ha decidido subir el precio a 750 CUP mensuales. Considero que no es momento de subir los precios, y menos sin una explicación. Solo nos han dicho: Si estás de acuerdo firma el contrato y ya…».