Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Entre letargos y el arte de servir

Ileana Gloria Crespo, residente en General Rabí No. 182, Veguitas, Granma, nos cuenta que en 2002, amparada en la Ley 71, y por encontrarse su esposo (ya fallecido) muy enfermo, le hicieron una casa de madera. El inmueble, según describe, no contempló la cocina. Cuenta con dos cuartos, portal, sala-comedor y una letrina en el exterior. La cubierta es de fibrocemento y el piso de cemento.

La casa que, según le dijeron, sería más adelante sustituida por una de mejores condiciones, debía ser pagada por los ocupantes, quienes así lo hicieron para que les entregaran la propiedad de la misma.

Ileana Gloria está alarmada por la situación en que esa vivienda está ahora: la madera se abrió porque, asegura, la cortaron verde; el techo tiene hoyos, pues al parecer las grampas no se pusieron correctamente y las vigas de cubierta también se pudrieron.

La anciana de 68 años afirma que su casa ya no tiene paredes ni ventanas, las tablas no se pueden clavar porque están podridas, al igual que los horcones, y teme que el techo no tardará en venirse abajo.

Aunque no se ha cruzado de brazos, porque ha ido a los lugares pertinentes para dar cuenta de su situación y solicitar un subsidio, no ha tenido aún una respuesta satisfactoria. La han visitado trabajadores sociales que toman datos, pero no regresan con solución alguna.

Para colmo, la caída de un gajo de mango empeoró su techo y nadie se ha aproximado para asistir a esta anciana, que no tiene más ingresos que el salario que percibe su hija, quien es madre soltera, y su pensión de viuda.

Consternada nos transmite su impotencia ante la situación. Dice sentirse desamparada y sola, sin dinero para arrostrar el desastre que vaticina cuando mira el techo y no ve más que un inminente derrumbe.

¿Habrá que llegar a tal punto?, se pregunta esta redactora.

Hay gente chévere

Con asombro y mucha gratitud, Irán Arencibia Feria, vecino de José A. Cardet No. 250, entre Martí y Luz Caballero, en Holguín, nos comenta que en una de las entrecalles donde reside se ha resuelto un problema antiquísmo, gracias a la voluntad de dos constructores y sin que medie burocracia alguna.

Describe que la calle Martí se ha vuelto difícil de acceder, sobre todo cuando llueve. Los tragantes tupidos y las cunetas obstruidas han transfigurado el escenario por donde este músico y tantas personas caminan a diario.

Sin embargo, reconoce que cuando se quiere, se puede mejorar el estado de cosas. «Casi 30 años llevaba obstruida una cuneta que parecía no tener solución, pero un par de constructores jóvencitos, pertenecientes a una brigada que laboraba cerca, sin poner peros, resolvieron el problema».

Cuenta Irán que se les planteó la situación y enseguida pusieron manos a la obra. Alegaron que estaban para servir. «¡Qué grata impresión me han dejado ese par de jóvenes constructores! Cada vez que los veo les digo que hay gente chévere y ellos con sobriedad me responden: ¿Qué tal, señor?».

Irán desconoce sus nombres, pero lo que no olvida es que estuvieron laborando en la esquina de Martí y Máximo Gómez casi un mes sin pedir nada a cambio. Solo asumiendo la responsabilidad de servir desde sus humildes, pero imprescindibles responsabilidades.

Finalmente, comunicamos a nuestros lectores que por estar recuperándose de una enfermedad transitoria, José Alejandro Rodríguez, titular de esta columna, Acuse… será atendida por quien suscribe hoy esta sección hasta que él se reincorpore. Esperamos su pronto regreso con mucha más salud y energías.

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