Acuse de recibo
Dionelvis Romero Laborí (Paso de Cuba s/n, Baracoa) viajó el 7 de abril pasado por Ómnibus Nacionales desde esa ciudad a Camagüey, con su esposa y el hijo más pequeño. Llevaba un maletín, dos mochilas, y una carpeta, la cual contenía objetos de valor para él.
En la casa aún, decidió meter la carpeta dentro del maletín, y su esposa le colocó a la misma dos sábanas encima. A las 6:00 a.m. llegaron a la terminal de Ómnibus Nacionales de Baracoa, rectificaron boletines y entregaron el equipaje para la salida a las 6:30 a.m. El ómnibus salió alrededor de las 6:50 a.m., debido a que fallaron varias reservaciones y estaban llamando la lista de espera. Y el viaje transcurrió sin dificultades, como para relajarse…
Llegaron a Camagüey a las 6:30 p.m. Les entregaron, desde el propio maletero del ómnibus, los equipajes. Y fueron a su destino. Ya allí, decidió darle carga a su celular, que estaba dentro de la carpeta.
Era mucha paz. La carpeta había sido sustraída del maletín. En ella, se llevaron también una cajita decodificadora Runch, una memoria de 16 gigas, un cargador de teléfono Samsung, una linterna Holex, una pinza de electricista, dos destornilladores, un neón y una cuchilla de electricista.
Dionelvis presentó su queja en la terminal de Camagüey al día siguiente, y fue atendido amablemente por el jefe de turno. Ese mismo día, localizó el teléfono de la casa del jefe de la terminal de Baracoa, lo llamó y le comunicó lo sucedido. Este le orientó que a la queja añadiera los tiques de equipaje y el boletín de pasaje. Todo quedó listo. Los de la terminal de Camagüey enviaron la queja por valija a Baracoa el día 14, pues piensan que en el transcurso del viaje no hubo posibilidad de esta sustracción.
De vuelta ya en Baracoa, el 18 de abril, Dionelvis localizó al jefe de la Terminal, quien estaba atendiendo una inspección del Gobierno municipal relacionada con el combustible. Tras esperarlo una hora, y con un maratón de personas tras él, le dijo que ese día no podía atenderle. Dionelvis preguntó cuándo, y le contestó, cita textual del remitente:
«Aguanta un momento ahí. Así no, porque ahí sí te pierdes en la curvita, porque tu problema no se sabe si se va a resolver».
Ese fue, según Dionelvis, «el primero de varios malos momentos y maltratos que he recibido siendo yo el afectado; a tal punto de que ellos me llevaron varias veces a la Estación de Policía Municipal. Desde el 18 hasta el 23 de abril fui día tras día a la Terminal de Baracoa y sin resolver nada.
«Hasta que al final, precisa, llegó la gota que derramó el vaso. De manera descompuesta y prepotente, el jefe de la terminal me dijo que él no tenía recursos para solucionar mi problema, que su empresa no era responsable de nada que estuviese dentro de un equipaje. Que él no creía eso. Que fuera a la Fiscalía o donde me diera la gana. Disgustado, con mis sentimientos patrióticos encontrados, sintiéndome impotente y desprotegido, me dirigí a la Fiscalía municipal, en la cual me dijeron que como no tengo una denuncia radicada en la Policía no me pueden ayudar.
«¿Dónde está la protección al cliente? ¿Pueden existir en la actualidad directivos que nos traten de esa manera y no suceda nada?», concluye Dionelvis.
No siempre publicamos los agradecimientos de personas que ven publicadas sus quejas. Hoy escribe de nuevo Milagros Hernández Alonso, la paciente de la Sala Quimio Ambulatoria del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología que el pasado 27 de junio denunciaba la ausencia de ventiladores en un salón de espera de la misma, donde se aguarda largo tiempo para ese tratamiento, en medio del actual calor.
«Gracias a ustedes me visitaron hoy 28 de junio tres funcionarias de Atención a la Población del INOR. Los felicitamos en nombre de todos los pacientes oncológicos. Gracias por priorizarnos, gracias por tanta solidaridad y humanismo. Esperamos ver algún día los ventiladores puestos», concluye Milagros.
Y este redactor solo prefiere cerrar el ciclo de la historia cuando llegue la respuesta correspondiente, movida por las aspas de los ventiladores allí.