Acuse de recibo
Cuando se comete un error, urge rectificar. El pasado 2 de enero reflejé la denuncia de una vecina contra otra, por crianza de cerdos en área urbana, en la calle Alfredo Adán, entre 8va. Paralela y Río, en el reparto Florat, de la ciudad de Camagüey.
Y, mecánicamente, en la urgencia de redactar contra tiempo, trastoqué las identidades: presenté como denunciante a Ana Lidia Lafferté cuando era la comisora de los hechos, y obvié el nombre de Carmen Céspedes Escobedo como la verdadera afectada y autora de la queja. Me disculpo con ambas, y con los lectores.
Ya aclaradas las identidades, recuento que el 10 de diciembre de 2018, Carmen llevó una queja al departamento de Higiene del Policlínico Norte de la capital agramontina, porque su vecina Ana Lidia criaba cerdos, con el consiguiente peligro potencial de enfermedades y molestias por la fetidez.
Ana Lidia, en cuyo patio había una fosa vertiendo, fue visitada por un inspector, quien mandó a limpiar la fosa, a sellarla, y le aplicó una multa a la dueña de los cerdos, los cuales permanecían allí a pesar de todo, cuando se publicó la denuncia.
El 13 de diciembre Carmen fue a Epidemiología municipal y le dijeron que hacía ocho días que la jefa de departamento tenía la queja, pero que contaban con 30 días para procesarla. Y Carmen seguía esperando.
Al respecto, responde el doctor Reinaldo Pons Vázquez, director provincial de Salud en Camagüey, quien primeramente esclarece la confusión de las identidades. Y refiere que luego de investigado el caso, se constató que Carmen presentó su queja el 10 de diciembre de 2018 en el departamento de Higiene del área de salud Joaquín de Agüero.
El reclamo fue recibido por el técnico de la Inspección Sanitaria Estatal, y no se tramitó según establece la metodología para la atención a la población en salud. El técnico visitó la casa de Ana Lidia e hizo diligencia de inspección, y le dio un plazo para resolver el vertimiento de la fosa sin accionar sobre la cría ilegal de cerdos.
En una segunda visita, el 25 de diciembre, para comprobar el cumplimiento del plazo se realizó otra diligencia de inspección, y no se verificó por esa autoridad sanitaria el cumplimiento de lo establecido para la eliminación de los cerdos, lo que constituye una indisciplina.
Señala Pons que Carmen reclamó el 15 de diciembre en la Unidad Municipal de Higiene, y fue atendida oportunamente. Se designó una comisión investigadora, la cual aplicó con severidad el Decreto 272 a la infractora, y le dio plazo para la eliminación de los riesgos, lo cual fue verificado y cumplido, de manera que se le ofreció respuesta a su demanda a los nueve días de haber formulado su insatisfacción. Y añade que no pudo saberse en las entrevistas quién le refirió a Carmen que tenían 30 días para responder.
«La queja se calificó Con Razón, afirma, toda vez que en un primer momento no se investigó con integralidad y prontitud el asunto para su solución, y se incumplió con la legislación sanitaria vigente, lo que motivó que se realizara un profundo análisis en el consejo de dirección del área de salud Joaquín de Agüero. Al técnico de la Inspección Sanitaria Estatal se le aplicó un descuento salarial acompañado de un señalamiento crítico».
Agradezco la respuesta del doctor Pons y la solución del caso. Y solo me queda agregar que en asunto tan delicado y peligroso como la cría de cerdos en áreas urbanas, el control debe ser sistemático y preventivo, de manera que no se espere por una denuncia ciudadana.
Pero cuando se establece una denuncia, no puede quedar solo la atención a esta al arbitrio del técnico e inspector. Sus superiores tienen el deber de controlar sistemáticamente el trabajo de este importante eslabón de la cadena. Al final, no debería llegar una historia de estas a un periódico nacional para que se cumpla con lo legislado. ¿Cuántos criaderos de cerdos urbanos habrá por ahí?