Acuse de recibo
El matancero Lázaro Jesús Ávila Sotolongo (calle Avellaneda No. 8N, entre Joaquín Pola y Céspedes, Colón) está en un atolladero para «rescatar» y hacer valer en función de su descanso futuro parte de los años que trabajó.
Narra el actual metodólogo de Extensión Universitaria en la Filial de Ciencias Médicas Doctor Eusebio Hernández Pérez que está en edad de jubilación, con 39 años de trabajo; de los cuales, los últimos 26 son como educador y los primeros 13, como técnico meteorológico. En esta labor iniciática se desempeñó desde diciembre del año 1982 hasta febrero del año 1996, en la estación meteorológica de Gispert, del Instituto de Meteorología, en su municipio de Colón.
«El pasado 4 de junio de 2018 me presenté en la Delegación Provincial del organismo de Ciencia, Innovación Tecnológica y Medio Ambiente, para pedir al jefe de Recursos Humanos el SNC-2-25 (…) tarjeta de salario y el SNC-1-25 (…) certificación de salario, ya que no aparecen en mi expediente laboral ni tengo copia de dichos documentos. El compañero jefe de Recursos Humanos me informa que solo tienen en los archivos actualizados desde el año 2002 a la fecha, de 2002 para atrás no tienen nada; y que los años de las décadas de los 80 y los 90 no los tienen».
El confundido trabajador presenta entonces al funcionario su expediente laboral, en el que aparece todo el recorrido en labores estatales, en los modelos EP-1, EP-2 y EP-3. En dichos legajos se evidencia «que trabajé desde el 6 de diciembre del año 1982 hasta el 29 de febrero del año 1996, continuamente, en la estación meteorológica antes citada, donde aparecen los salarios devengados en todo ese tiempo; con el contrato original de tiempo indeterminado y seis anexos de aumento de salarios», evoca el remitente.
Tras varias gestiones orientan al matancero dirigirse hasta las dependencias del Inass en el municipio, donde deja su expediente.
El 25 de junio le entregan al profesor el Dictamen No. 46, fechado el 20 de junio de 2018, y se reconocen solo seis años de los 13 que él estaba demandando. Al fijarse detenidamente «observo que solo tomaron las fechas de los seis anexos de aumentos de salario, ¿y los demás años por qué no los pusieron?, ¿qué hicieron con ellos?», cuestiona.
En su centro de trabajo la jefa de Recursos Humanos le manifiesta entonces su apoyo al atribulado educador y lo impulsa a reclamar sus derechos, buscando una forma en que se reconozca todos los años laborados, mediante el testimonio de compañeros de la etapa extraviada, específicamente de funcionarios de Recursos Humanos de las entidades donde trabajó.
«El 16 de julio de 2018 me dirijo a la Fiscalía Municipal en Colón y en consulta jurídica con la fiscal (…) María Elena, presento la queja, y (ella) me plantea que tengo mis derechos, porque yo no tengo la culpa que dicha entidad provincial (a la que pertenecía la estación meteorológica) haya incumplido con la Ley 110 del 1ro. de enero del año 1980». A continuación, y como se trataba de una institución provincial a la que debían demandar el reconocimiento, le indican a Lázaro presentar la queja en la Fiscalía Provincial, lo cual hizo el 23 de julio último.
Tras otras gestiones y precisiones, el 28 de septiembre le comunican al afectado en la Fiscalía Provincial que «el documento que acredita el tiempo de servicio mediante las certificaciones de registro de tiempo laborado y salarios devengados vigente a partir del 1ro. de enero del año 1980, se les entregó a los trabajadores; y si en su caso no lo tiene en su poder, y no se encuentra el original en su expediente laboral, no resulta posible su reconstrucción, pues este solo refleja los datos de las tarjetas de salario de las que no consta su existencia en la entidad que menciona, habiendo transcurrido el término legalmente establecido para la protección y conservación de la documentación, en virtud de lo cual no puede la Fiscalía instar la reconstrucción de la predicha documentación».
Y Lázaro, que lleva una vida de trabajo y ya ha sacado sus cuentas para el descanso de la vejez, calcula que si pierde «siete años, que es un 14 por ciento de antigüedad», esto le representaría «perder de 90 a 100 pesos de jubilación, según mi salario devengado en los últimos 15 años»; lo cual, como es lógico, lo entristece bastante y no resulta para nada justo.
¿A quién, a qué mecanismo, a qué forma o método puede acudir este trabajador para rescatar esos años que trabajó como técnico meteorológico y parecen ahora perdidos en la ventolera de algún macabro huracán? ¿No resultan válidos los testimonios que de seguro podría gestionar sobre su permanencia en la entidad, toda vez que deben existir compañeros de la época vivos y dispuestos a ayudarlo?
¿Quién lo orienta en tal crucial empresa?