Acuse de recibo
El pasado 5 de junio y desde el reparto Guiteras, del municipio capitalino de La Habana del Este, el lector Vicente Alvarado Viñas denunciaba la demora en la reparación del techo del almacén perteneciente a la Empresa Provincial Mayorista de Alimentos La Habana, en ese barrio, averiado por la tormenta del 29 de abril del presente año.
Vicente precisaba que el fenómeno meteorológico arrancó alrededor de 15 planchas de cinc de la cubierta de esa instalación, que permanecía sin atender, con el alto riesgo de que las lluvias de junio causaran afectaciones a los alimentos de la canasta básica allí almacenados.
Al respecto responde Roberto Milián Rodríguez, director de la Empresa Provincial Mayorista de Alimentos, que al publicarse la denuncia ya esa entidad realizaba las últimas gestiones de los recursos que faltaban para acometer la tarea, la cual requería medios de protección y recursos humanos especializados, con vistas a laborar a una altura de diez a 12 metros aproximadamente.
Además, precisa, las planchas dañadas no se pudieron recuperar en su totalidad por el deterioro causado, y hubo que realizar diversas gestiones con proveedores para que fueran del mismo tipo. Dichas gestiones, anota, no fructificaron; y ante la demora se tuvieron que sustituir por otras de fibrocemento.
Añade que el 8 de junio, al iniciarse la reparación del techo, se visitó a Vicente en su hogar y se le explicaron las dificultades antes descritas. También se le invitó a que presenciara los trabajos de reparación del techo por parte del Contingente 26 de Julio.
Aclara Milián que los alimentos almacenados nunca corrieron peligro de mojarse o dañarse, pues a tiempo se taparon las estibas con nailon en un radio de 30 metros, y se separó la mercancía que se encontraba cerca del perímetro dañado en el techo.
Los trabajos, apunta, se concluyeron el 12 de junio y quedaron certificados en calidad por los especialistas de inversiones de la Empresa y el Contingente 26 de Julio. Ahora se encuentran reparando las oficinas administrativas y los baños, como parte del plan de mantenimiento y reparación previstos.
Aún así hay que felicitar a Vicente por su sensible alerta, que compulsó a la agilización de las labores.
Ojalá que ya se hubiera resuelto el asunto, y no tuviera que escribirme desde Nepal el doctor Norbery Jorge Rodríguez de la Paz, con tanta responsabilidad que tiene en su misión humanitaria como parte de la brigada médica cubana que atiende a víctimas del terremoto allá en ese lejano país.
El doctor cuenta que según le comunicó su esposa, hace casi un mes en la cuadra donde residen, en Economía 64B, entre Corrales y Apodaca, en La Habana Vieja, hay una grave contaminación del agua potable. Han roto la calle y les informaron que tenía pronta solución, pero hasta la fecha el peligroso foco continúa.
Las autoridades sanitarias aconsejaron a los vecinos que ni para limpiar el piso se utilizaran las contaminadas aguas. Ellos tienen un bebé de un año y cuatro meses, y no tienen agua ni para beber ni para manipular los alimentos.
Es importante que las autoridades pertinentes atiendan este lamentable caso y se solucione tan peligrosa contaminación.
El doctor José Luis de Armas (Carretera Central Oeste 354, Camagüey) viajó en días pasados desde esa ciudad con su esposa a La Habana mediante Ómnibus Nacionales, en el equipo número 2345, del turno de las 10 de la mañana. Y destaca «el buen trato, la amabilidad, y correcta conducción del vehículo por su tripulación».
Le llamaron la atención el confort, las cortinas limpias, los televisores funcionando con música a un volumen permisible. Además, los pasillos impolutos y el ómnibus impecable, a pesar de los años de explotación: ya tiene un millón de kilómetros recorridos.
José Luis quiere reconocer a los artífices de esa delicia: los choferes Norge y Wilfredo, este último que se recupera de una intervención quirúrgica, y fue sustituido en ese viaje por Jorge.
«Ojalá en estos tiempos existieran más choferes tan profesionales en su trabajo, y ejemplos de buen trato y cuidado de los ómnibus», concluye José Luis.