Acuse de recibo
Con 85 años, Iván Alejandro Vigo escribe desde la calle G No. 604, entre 25 y 27, Vedado, La Habana. Y lo hace en nombre de «un montón de jovencitos más», contemporáneos con él, que reciben los servicios del comedor comunitario de Línea, entre H e I. Ancianos que almuerzan allí a precios módicos y cargan con la comida para en la noche ingerirla en casa.
Cuenta Iván que todo iba bien hasta que recientemente llegó la orden de que tenían que ir allí a almorzar de 11:00 a.m. a 1:00 p.m., y a comer de 5:00 p.m. a 6:00 p.m., para tener derecho a esa facilidad alimentaria.
«Lo que era sencillo y adecuado para personas de la famosa tercera edad —advierte él—, se ha convertido en una carrera de relevos. Lo fácil en difícil. Una medida que considero burocrática, y afecta a personas mayores, que a veces nos cuesta trabajo ir una vez a ese lugar.
«Imagínense ahora concurrir dos veces al día, cuando no todos vivimos cerca. El Vedado es inmenso, la caminata con el calor se torna insoportable y además están las frecuentes lluvias».
Añade el lector que los responsables de la decisión «enviaron una compañera a hablar con nosotros sobre la medida, con resultados negativos... Y dieron marcha atrás unos días, pero ganó el burocratismo», y ahora solo se benefician con las dos comidas los ancianos que viven cerca, y aquellos que residen lejos y no siempre pueden ir, solo almuerzan.
Hay medidas absurdas y unilaterales, que para nada tienen en cuenta que este país registra un vertiginoso envejecimiento demográfico. ¿Por qué hay que ponérsela tan difícil a esos ancianos?
Encabezados por Kelvis García Pérez, 13 vecinos de la calle Morales Lemus, entre Pi y Margall e Independencia, en Remedios, Villa Clara, denuncian la estela de chapucerías y olvidos que dejó la construcción de una flamante obra en esa cuadra.
Cuentan que todo comenzó cuando se aprobó la construcción de la Oficina Comercial de Etecsa en Remedios: días difíciles, arduo trabajo del personal designado para la edificación. Y para los vecinos, el ajetreo constructivo, el ruido de los equipos y el polvo de los áridos. Grúas, camiones de volteo, buldóceres y todo tipo de equipos. Todo sea por mejorar, decían los lugareños…
Se destruyó el pavimento, se afectó la acometida de agua de las casas. Las aceras perdieron algunas de sus partes. Y la obra se inauguró el 30 de diciembre de 2011. Pero desde entonces, la cuadra quedó en el olvido. No se asfaltó la calle, no se arreglaron las aceras…
Los vecinos, sumidos en el desconcierto, comenzaron a plantearlo en las asambleas de rendición de cuentas del delegado. Incluso, la historia fue revelada en el periódico provincial Vanguardia. Concluyó el mandato anterior y todo fue como si nada.
La actual delegada tramitó el planteamiento, y la respuesta de Etecsa fue categórica: no tienen cómo arreglar la calle, pues la inversión fue concluida y se le dio el habitable al local.
El planteamiento se radicó también en Comunales. Y la respuesta fue que ahora no hay presupuesto para el arreglo de calles.
«Mientras tanto, y a pesar de no ser los responsables, la vida se nos hace insoportable. La calle se hunde, los huecos se agrandan y el polvo invade nuestras casas. Sencillamente ya no tenemos calle, sino un camino vecinal», concluyen los airados vecinos.
No quiero concluir sin antes recordar a nuestros lectores que las cartas, cuando son manuscritas, deben estar redactadas con letra clara. Llegan a veces verdaderos jeroglíficos que no podemos descifrar.
Lo otro es que las misivas deben portar el nombre y la dirección de quienes las suscriben y, si es posible, un teléfono adonde localizar al remitente, por si no se comprende algo del texto o se necesita cualquier aclaración. Gracias adelantadas.