Acuse de recibo
Con el cartel del título y otros similares, se les desinflan los ánimos a los más entusiastas clientes cuando, con la prisa habitual del día a día, se encuentran una tienda o cualquier establecimiento comercial con los cerrojos pasados.
Sobre ello ha reflexionado la capitalina Mailay Fernández García (Domínguez No. 463, e/ Cocos y Clavel, Cerro), quien no entiende cómo los inventarios, cambios de turnos y otras gestiones internas de las instituciones pueden ser motivo para que en pleno horario laboral se deje de atender al público, con las consiguientes molestias personales y afectaciones a la economía del país.
¿Cómo es que en otros servicios, como ha ocurrido con ejemplos presenciados por ella en el sector turístico, hacen el cambio de turno sin afectar la venta, y en «los del barrio» cierran para hacerlo, se pregunta Mailay. La lectora comprende que estos cuadres y revisiones pretenden asegurar la transparencia en las actividades económicas de las entidades, pero considera que no se debe afectar para ello a quienes llegan con el deseo de ser bien atendidos.
«Esta situación —opina la remitente— va más allá del aumento de salarios; es que la persona que está brindando un servicio sea consciente de ello. Pero, por supuesto, hay que partir de los directivos…», concluye.
Más allá de los esfuerzos que hacen las autoridades del tránsito por evitar los accidentes, cualquier observación o sugerencia que emane de choferes y peatones puede marcar la ventaja sobre el peligro. Por eso son siempre oportunas miradas como las del también capitalino Augusto Blanca (Calle G No. 573, e/ 23 y 25, apto. 11, Vedado, Plaza de la Revolución).
Se ha fijado Augusto en los frecuentes embotellamientos que tienen lugar en la intersección de las populosas arterias G y 23, del propio Vedado, en los horarios pico. El remitente advirtió que por la calle G, bajada y subida, el lapso que tienen los autos para pasar «es de 17 segundos, lo que trae como consecuencias que solo tengan tiempo de circular seis o siete vehículos, cuando más. Sin embargo, por la parte de la calle 23, el marcador es de 70 segundos».
Opina Augusto que dado el tráfico que tiene la calle G, que comunica en dirección a Boyeros, La Víbora, el Cerro, debería analizarse esta distribución temporal del semáforo. Añade que esto lo ha comentado con varios agentes del tránsito y no ha recibido una explicación convincente acerca de por qué está programado así.
«No sucede en la intersección de Paseo y 23. ¿Por qué? Allí los segundos están ajustados a la mitad para cada calle… y ello contribuye a que no haya embotellamientos», apunta el lector.
Y la tercera misiva de hoy tiene que ver con una inquietud de muchos, referente a la posibilidad de alojarse en diversas provincias del país ante disímiles situaciones y gestiones familiares o de trabajo.
Comenta la profesora santiaguera Rosa Annia Peña Viltres (T-55, Apto.55, Micro 8, Distrito José Martí) que en su provincia «existe el Centro de Alojamiento Santiago de Cuba, que incluye varias instalaciones, como hoteles, casas de visita, etc., donde la población de otras provincias e inclusive de la misma ciudad puede hospedarse pagando el servicio en moneda nacional, en el caso de existir capacidades disponibles».
La remitente conoce que este sistema también existe en la provincia de Holguín, pero desea saber si se cuenta con él en otros lugares de la nación y cómo acceder a ellos.
Una información oportuna al respecto, sería de mucha utilidad.