Acuse de recibo
Andrés Reynoso (San Pablo No. 147-A, Reparto La Calera, Manatí, Las Tunas) es un criador de cerdos que vende al Estado, mediante una modalidad para incrementar la producción de carne con la cría de animales por parte de la población. Y narra que el 27 de diciembre de 2011 vendió una puerca de 272 libras a la Empresa Porcina Las Tunas, mediante la Empresa Porcina Manatí, a cambio de 10,60 pesos la libra y 3,5 kilogramos de pienso por kilogramo de peso del animal, amparado en la factura de compra número 82997.
A los dos días, Andrés recibió el cheque, pero no el pienso. Le dijeron que no había en esos momentos. «A pesar de que la compra se debe realizar contra pienso en existencia en almacenes —acota—, se me explicó que para el 15 de enero entraría el pienso, y se me pagaría».
El 20 de enero fue a la Empresa Porcina Manatí: aún no había pienso. «Cuál no sería mi sorpresa al ver a otros productores en la misma situación», añade. El 27 de enero volvió y preguntó por el pienso que necesitaba para poder alimentar a otros cerdos en cría. Lo mismo: varios compañeros buscando el pienso que se les debía.
Al preguntarle por el pienso a Mayra, la jefa de la Empresa Porcina Manatí, ella le dijo que había una lista para el pago del mismo, con más de seis meses de atraso. En esos momentos se saldaba la deuda de los primeros días de septiembre de 2011 y otros atrasos de meses anteriores. Que debía esperar su turno.
Al preguntar al nuevo delegado municipal de la Agricultura, este respondió que al asumir el cargo se enteró de la situación con la deuda de pienso, y orientó hacer un listado para pagar la comida cuanto antes.
Andrés fue a la Porcina varias veces en febrero, sin respuesta. El pasado 13 de marzo volvió y le respondieron que no sabían nada al respecto.
«Es una falta de respeto engañarnos con el pago de la deuda. En ningún momento han dejado de recoger cerdos en lo que va de año. ¿Y los que llevamos meses esperando? ¿Donde está la comida que mandaron para la compra de los cerdos? ¿Cómo una empresa puede engañar?», concluye.
Unos cumplen sus deberes, con mil sacrificios. Y otros, cumplen… consigo mismos, transgrediendo lo establecido.
El doctor Carlos Alberto Ulloa vive en el apartamento 11 del Bloque 4, en el reparto Van Troi de la localidad villaclareña de Caibarién; y labora en los municipios de Remedios y Camajuaní. Se traslada a veces en los ómnibus Transmetro que prestan servicios a los trabajadores del turismo en la cayería norte de la provincia.
Esos ómnibus antes solo transportaban a los del turismo, y a pedido de la población se autorizó la recogida de pasajeros adicionales, con una tarifa de diez pesos.
Por reclamos de trabajadores y estudiantes, la tarifa se redujo: entre Caibarién y Remedios, un peso; y entre Caibarién y Santa Clara, cinco pesos. Eso lo explicó el Director de dicha empresa en el canal local de televisión CNTV Caibarién. Pero una cosa dice el funcionario y otra hacen algunos choferes: llegan a las paradas y piden cinco pesos por pasajero, vayas adonde vayas. Así, muchos trabajadores y estudiantes no pueden pagarlo a diario.
El doctor Carlos Alberto se presentó el 6 de octubre del 2011 en la Empresa de Transmetro de Caibarién, y se reunió con el Jefe de Operaciones. Este le dijo que, una vez que el ómnibus sale de la base, el chofer hace lo que le viene en gana, y que, ante reclamaciones de la población, se han separado de sus puestos a diez choferes. El doctor le entregó una lista con incidencias probatorias, fecha, hora y matrícula del ómnibus. Pero en días posteriores, siguieron registrándose los mismos acontecimientos.
El doctor Carlos Alberto pregunta por qué Transmetro no se ha trazado una política para controlar lo recaudado por estos choferes. Y cuestiona si realmente se habrán tomado medidas anteriormente con indisciplinas como esas, cuando esos choferes actúan con naturalidad, inmedible impunidad e irrespeto.
«A quienes dependemos de un salario —señala— se nos hace difícil pagar lo exigido por estos personajes, no por los choferes que cumplen lo establecido, a quienes reconozco y felicito. A diario, médicos, enfermeras y otros trabajadores llegan tarde a sus labores por esa actitud egoísta y ambiciosa, que hace caso omiso de lo establecido por Transmetro. No voy a enumerar lo que ello trae consigo; solo imaginemos lo que sucede cuando un médico llega tarde a una consulta o a su guardia».