Acuse de recibo
El 19 de febrero pasado Justina Machado tuvo una fea experiencia en el tren conocido como el Espirituano, en el cual viajó desde La Habana para volver a la localidad matancera de Los Arabos, donde vive en el Reparto Militar.
Al abordar el tren, ocupó el asiento 12 del coche 7, pensando que iba a dormir en el viaje con paz y tranquilidad. Ilusa: vio acrecentarse durante el viaje las más variadas muestras de irrespeto.
En el Espirituano se alistan gran cantidad de vendedores de cualquier cosa, afirma Justina. Algunos beben en el trayecto hasta la embriaguez, lo mismo hombres que mujeres. Botellas de ron en la mano por los pasillos, les faltan el respeto a los viajeros. Hubo uno ese día que hasta sacó una navaja.
Lo peor de todo es que, según ella, allí imperaba total impunidad, y se pregunta qué hacen las autoridades y las ferromozas. «¿Quién le pone el cascabel al gato?», cuestiona la viajera.
Esa fue la traumática experiencia de Justina el 19 de febrero. Si eso sucedió sin freno por parte de quienes deben cuidar el orden y la disciplina, ¿qué garantiza que no suceda regularmente? ¿No estará el Espirituano degradando, en un viaje sin retorno a la indecencia?
Orlando Rodríguez Rivero (Calle A, apto. 2, entre 4ta. y 5ta., Reparto California, San Miguel del Padrón, La Habana) es asiduo paciente de la Clínica Estomatológica Dr. Pedro Celestino Aguilera, ubicada en calle 18 No. 511, entre 5ta. y 7ma., Miramar, en el municipio capitalino de Playa, pues le queda muy cerca de su trabajo.
«Me han atendido en varias ocasiones —subraya—. Es un maravilloso colectivo y muy cohesionado. Allí solo se habla un idioma: la calidad. Muy buena atención acompañada de una constante limpieza.
Felicidades entonces, junto a Orlando para ese colectivo que no está infestado de los característicos «abscesos» y «caries» de la desatención, el maltrato y la desidia.
Mercedes Reitor (Habana No. 561, entre Teniente Rey y Amargura, La Habana Vieja) piensa que se debe ser transparente y preciso cuando se otorgan por las oficinas de Transporte las licencias a los llamados bicitaxistas para ejercer el trabajo por cuenta propia.
«Quisiera saber —pregunta— por qué las licencias de esos cuentapropistas se vencen al año natural, cuando ninguna otra, en el resto de las actividades, tiene ese plazo de caducación.
«Lo otro es saber dónde se ha informado que están congeladas las licencias a los conductores de bicitaxis. Lo pregunto porque a mi sobrino y mi padrastro se les vencen las licencias en este mes y fueron a renovarlas. Los anotaron en una lista y les dijeron que hasta nuevo aviso no les podían dar la nueva licencia.
«Estas preguntas las hago porque mi padrastro y mi sobrino ejercen esta actividad como medio de sustento, y ambos tienen familia que mantener. Ahora se ven sin licencia por desinformación de la oficina de Transporte o un mal trabajo de esta. ¿Qué deben hacer? No pueden trabajar sin licencia, pues sería una violación de lo establecido que traería como consecuencia la aplicación de multas por los inspectores, que van desde cien hasta 500 pesos, e incluso pueden llegar al decomiso del bicitaxi.
Según alega, los inspectores «están entregando a los bicitaxistas un documento con un grupo de medidas que regulan las avenidas y calles por donde pueden o no transitar, exigiendo al momento de su entrega que lo firmen como constancia de tener conocimiento del asunto.
«Si ellos pagan el impuesto correspondiente, han pasado el curso para poder ejercer la actividad, tienen sus papeles en regla y la inspección técnica, ¿por qué no pueden transitar por la calle que quiere el cliente, siempre y cuando no contravengan las leyes del tránsito?
«Estas y otras interrogantes se las hacen los cuentapropistas que ejercen la actividad. Y nadie les da información coherente», concluye.
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