Acuse de recibo
«Ojalá que en 2011 no haya que revelar, una vez más, tales penosas historias»; expresé el pasado 5 de enero, cuando reflejé la denuncia de Amable Martínez sobre la accidentada reparación de la carretera que une al poblado de San Andrés con la ciudad de Holguín, y la califiqué de «ejemplo elocuente de los disparates y zigzagueos de la política inversionista en Cuba, tan severamente criticados por la máxima dirección del país».
Amable contaba que en el segundo trimestre de 2010, supuestamente para iniciar la reparación de esa vía, una brigada de Viales cortó el pavimento en 11 de sus 19 kilómetros. Y a los pocos días, abandonó la obra, dejando los huecos cortados y más profundos.
Según el lector, las gestiones con el Gobierno local fueron infructuosas, aunque los electores lo plantearon en las asambleas de rendición de cuentas.
Días después recibieron una escueta respuesta del entonces director de la Unidad Presupuestada de Servicios Comunales del municipio de Holguín, Manuel Pérez; y del jefe de su Departamento de Inversiones, Guillermo William Rojas.
Ellos explicaban el proyecto de la vía, pero sin abordar la responsabilidad por las interrupciones de la obra, como solicitaban los electores. Y decían que «si se aprueba el asfalto, le haremos el bacheo».
Apuntaba también Amable que el 2 de diciembre de 2010 se reiniciaron los trabajos. Pero, como una especie de sino trágico y burlesco que les persigue, la brigada de Viales abondonó las labores cuatro días después.
Y hasta el sol de entonces, según el remitente, quien cuestionaba que se iniciara una inversión, una vez más, sin contar con los recursos requeridos, para abandonarla de nuevo en peores condiciones. A su vez, denunciaba los equipos que dejaron a la intemperie por más de 20 días, expuestos a pérdidas y deterioro.
Al respecto, el pasado 13 de abril recibí respuesta de Linier Reyes, actual director de la Unidad Presupuestada de Servicios Comunales en Holguín, quien aborda la historia no desde un principio, sino a partir del reinicio de la obra en diciembre de 2010. Y explica que «producto de las dificultades que se presentan con la entrada a la provincia de las mezclas asfálticas no se pudo ejecutar».
Agrega que, ya en 2011, «se comenzaron los trabajos de bacheo y la puesta de carpetas en algunos tramos que lo requerían, teniendo en cuenta el plan aprobado, se utilizaron varias toneladas de mezcla asfáltica, pero a algunos tramos cuya pavimentación no fue posible se le dio la solución de conformación con material rocoso, guardando los requerimientos técnicos establecidos, para mayor seguridad de viajeros y conductores».
Al final, Linier puntualiza que aún falta para concluir la pavimentación, y reconoce que «nos apresuramos en acometer los trabajos sin tener asegurados los recursos materiales».
Agradezco la respuesta, pero honestamente considero que tiene tantos «baches» de fundamentación y razones como la carretera de Holguín a San Andrés. ¿Por qué y a qué instancia se aprobó una obra que no tenía respaldo, al punto de abrir las entrañas de la vía y dejarla peor, para perjuicio de los pobladores? ¿Y la economía? ¿Por qué se reinició en las mismas condiciones para abandonarla nuevamente? ¿Quién pagará por tales decisiones, y por dejar equipos a la intemperie?