Acuse de recibo
Las respuestas del 2010 se han acumulado. Por tanto, estaremos reflejándolas por varios días.
El pasado 2 de octubre reflejé la queja del tunero José Bernabé González, quien cumple una misión en Venezuela, y aprovechó sus vacaciones de verano para reclamar un bulto postal que había enviado desde ese país en febrero de 2010.
El 7 de julio el remitente fue a los almacenes de Aerovaradero, adonde debía llegar ese envío. Pero no aparecía. Al final, nunca se encontró.
Al respecto, responde Raúl Guitard, director de la Unidad Empresarial de Base Terminal de Carga Internacional de Aerovaradero S.A., que el bulto reclamado es parte de los 323 correspondientes a la guía aérea (AWB) 230-18322710, que arribaron a esa entidad en 16 vuelos procedentes de Caracas, vía Panamá.
«Por la indefinición de delimitar la responsabilidad entre la aerolínea y Aerovaradero S.A. —señala—, la decisión tomada por Aerovaradero S.A. es la de indemnizar el bulto extraviado, según lo regulado por la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (ATA)».
Reconoce Guitard las dificultades del cliente para contactar con el número de teléfono del Departamento de Reclamaciones, y se disculpa por las molestias causadas. «Por problemas internos, y durante un período de tiempo, las especialistas del Departamento de Reclamaciones no han podido trabajar en su oficina; además de que parte del trabajo de las compañeras radica en los almacenes, supervisando las cargas de los clientes».
Precisa que «en caso de que nuestros clientes no puedan comunicarse con el Departamento de Reclamaciones, pueden hacer llegar su inquietud a las especialistas de esa área a través de la oficina de Atención al Cliente, en los teléfonos 649-0215 (directo) y 649-0214, extensión 1001.
Añade Guitard que tal suceso es muy lamentable, pues esa es «una entidad que realiza un gran esfuerzo en brindarle una atención diferenciada a todos los clientes, y en especial a nuestros queridos colaboradores, que día a día realizan su ardua labor en diversos países del mundo».
Con los ojos del corazón, así rogaba aquí la holguinera Ana Miriam Cruz el 16 de julio de 2010, que se analizara su crítica situación, como deben siempre atenderse los casos muy vulnerables en nuestra sociedad. Su hijo de nueve años debutó con una rara enfermedad llamada xerodermia pigmentosa, caracterizada por una piel atrófica, con alta sensibilidad a los rayos ultravioletas, lo cual lo obliga a permanecer en tinieblas y a hacer solo vida nocturna.
Ana Miriam, beneficiaria de la Asistencia Social, madre soltera con otra hija de diez años, inició gestiones para mejorar las condiciones de su casa, que tenía piso de tierra y techo de fibrocemento y cartón, sin persianas y con el baño en pésimas condiciones.
El 16 de marzo de 2010 la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV) le otorgó la licencia de construcción para la remodelación y ampliación de la casa; y la ECOPP, entidad encargada de erigirla, hizo la demanda de los materiales. Pero al llevarla a la UMIV, contaba Ana Miriam, la jefa del Departamento de Inversiones refirió que no procedía y no la autorizó.
Al respecto, responde Archy F. Lam, director de Vivienda en la provincia de Holguín, que en visita realizada al sitio el 21 de julio pasado se confirmó que la obra ampara la remodelación y ampliación de la casa.
El 7 de octubre, en nueva visita, se observó que la casa se ejecutaba por la brigada 06 de la ECOPP, desde el levantamiento de muros y fundición de la losa de hormigón hasta tres habitaciones y baño; y también el levante de muros de bloque hasta nivel de cerramento a portal, sala comedor, cocina y patio de servicio. Faltaba la fundición de la losa de hormigón en esta segunda parte de la vivienda.
Agrega que en revisión con el Consejo de la Administración Municipal, se decidió que esa obra se tendrá en cuenta para su terminación como caso crítico en el Plan del 2011.
Agradezco la respuesta y la confirmación de que al final se atendió caso tan sensible con los ojos del corazón, para que el hijo de Ana Miriam pueda sobrellevar su enfermedad con decoro. Solo no se explica por qué la UMIV se negaba a autorizar los materiales para situación tan excepcional.