Acuse de recibo
Da pena leer esas quejas y demandas que llegan sin atención hasta aquí. La impunidad es una carcoma que corroe, y puede llegar a paralizarnos en el andén de la abulia.
Uno se pregunta cómo andamos si, por ejemplo, un problema de la Cooperativa de Créditos y Servicios Fortalecida (CCSF) Ernesto Guevara de la Serna, del municipio camagüeyano de Florida, no se soluciona allí, y tiene que trascender aquí para que se posen muchas miradas sobre él.
Roberto Hernández (Edificio 1-A, apto. 4, La Tomatera, Florida), uno de los integrantes de la cooperativa, cuenta que este año sus cultivos de arroz han sufrido enfermedades fungosas (hongos). Y al solicitarle a la dirección de la CCSF productos para hacerle frente a la plaga, le dicen que no hay existencias en el Complejo Agroindustrial (CAI) Ruta Invasora, que los atiende.
Pero cuando esos campesinos han gestionado en el CAI, les comunican que sí se le ha asignado fungicidas a la cooperativa, que el presidente y el administrador de la misma bien lo saben.
«Lo cierto es que —afirma—, sacando al presidente y al administrador, ningún campesino ha recibido el producto. Si queremos salvar nuestro arroz, tenemos que comprar a sobreprecio el producto que aparezca, ya que el que entra a la cooperativa nunca llega a los campesinos», sentencia.
Parece ser que otro hongo mucho más pernicioso cunde por esos lares…
En el número 2314 de la calle 16, en la localidad matancera de Bolondrón, Rigoberto Delgado se cansó de esperar y escribió lo que el pasado 5 de septiembre asombró a los lectores: las líneas del tendido eléctrico pasan por encima de su casa a la altura de un metro; pero sobre la de sus nietos, contigua a la suya, la diferencia es de solo cinco centímetros del techo.
El jefe de la Organización Básica Eléctrica, aseguraba, lo comprobó varias veces y sabía la envergadura del peligro, pero de ahí no pasaba. Rigoberto llevaba más de seis años lidiando con el asunto. Hacía un año alejaron los postes 15 o 20 metros de la casa, pero dejaron inconclusa la inversión. Los cables permanecían sobre los postes viejos…
Al respecto, responde Midiara Bauta, jefa de despacho del Director General de la Empresa Eléctrica en Matanzas, que en visita realizada a Rigoberto «se comprobó que, realmente, las líneas secundarias están por encima de las dos viviendas, las cuales fueron construidas en los años 70, violándose lo establecido por Planificación Física, al autorizar dicha construcción debajo de la línea eléctrica».
Significa que «la situación fue vista con la Organización Básica Eléctrica, y la no existencia de los recursos necesarios en aquellos momentos dilató la situación». Y agrega que en el Consejo de Dirección de la OBE ahora se analizó el caso y la responsabilidad de la entidad, por haber sido tan morosa. Precisa que en el municipio «se habían adoptado un grupo de medidas disciplinarias con directivos, técnicos y especialistas por otros problemas detectados, coincidiendo con los responsables de este caso, el cual fue evaluado en el Consejo de Dirección de la Empresa Eléctrica provincial, analizándose las deficiencias detectadas».
Informa que, con dos postes de 30 pies y un tensor de diez metros, se cambió la línea del lugar y con ello se eliminó el peligro.
Agradezco la respuesta y la solución. La historia evidencia que nunca la falta de recursos puede ser excusa para obviar el peligro que corren las personas. Había que resolver a tiempo, no tras la denuncia en esta columna.
Lo otro: no hubiéramos sabido qué medidas se tomaron con los responsables, si no fuera porque la respuesta viene acompañada por una nota de Rogelio García León, jefe de la Oficina de Atención a la Población del Ministerio de la Industria Básica. La misma informa que los causantes de ese y otros olvidos fueron sancionados a democión definitiva, separación definitiva de la entidad y amonestación ante el colectivo laboral, según la gravedad de sus conductas.