Acuse de recibo
Se agolpan unas a otras las respuestas, y no me matan aún cuando desespero, ante la imposibilidad de revelarlas a tiempo. Se acumulan, y es sano: son cada vez más las entidades que rinden cuentas. De la nevera de cartas de respuesta, iré descongelando en sucesivas ediciones.
Hoy traigo las conclusiones del caso denunciado aquí el 8 de noviembre de 2007 por Lázaro L. Torres, trabajador de la Empresa Provincial de Restaurantes de Lujo de Ciudad de La Habana.
Entonces, Lázaro denunciaba que, como electricista B del Taller de Mantenimiento 1 de esa empresa, volvió a su centro tras permanecer con certificado médico por más de cinco meses. Y encontró que la administración había situado en una plaza de electricista A y jefe de brigada a un trabajador que solo llevaba seis meses; y a él, con años allí y buen trabajo, «me pasaron por arriba», señalaba.
Ahora responden Rafael Iturraga y Lázaro Batista, directores de la UEB Mantenimiento e Instalación de Equipos, y de Recursos Humanos de la entidad, respectivamente: la plaza no fue concedida a Lázaro por no reunir los requisitos para la misma, de acuerdo con la Resolución 15 del 2007 del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social. Aun así, su solicitud fue atendida por la Comisión de Idoneidad del taller, la cual le señaló sus deficiencias.
El cambio de plaza de B para A, manifiestan, coincidió con el tiempo de certificado médico de Lázaro, y fue producto de cambios estructurales en la entidad, cuando se aplicó la plantilla del Perfeccionamiento Empresarial, que no estipula llevar a convocatoria, sino que establece valorar a los electricistas de esa brigada por la comisión de idoneidad del taller. Esta escogió al trabajador que hoy ocupa la plaza: lleva un año en la empresa, pero con resultados muy positivos; y posee experiencia de 27 años en sistemas eléctricos, a más de prestigio y autoridad en el colectivo, apuntan.
La segunda respuesta la brinda Israel Ruiz, director provincial de Comercio en Camagüey, a raíz de la queja de Erbia Baldoquín, reseñada aquí el 1ro. de diciembre de 2007.
Erbia, quien reside en Calle 8 número 4, entre Línea y A, en la localidad de Vertientes, narraba entonces las vicisitudes de colindar, pasillo mediante, con el centro gastronómico El Siboney, que cocina con leña, y la tiran contra su pared de madera, para luego rajarla en sus propias narices. Ello ha dañado la pared; a más del humo, el trasiego y la bulla que se apoderan de su intimidad. La señora tocó a muchas puertas en el municipio, entre ellas la de Comercio, el Gobierno, Salud Pública y Fiscalía. Pero todo seguía igual.
Responde Ruiz Lima que ya se habían recibido quejas similares en la Empresa, y se decidió no picar más la leña en el pasillo, sino traerla a la unidad ya fraccionada. Se levantó un muro de ladrillos, que preserva a la pared de la vecina de la leña almacenada; se reparó el fogón y se elevó más la chimenea.
No obstante, reconoce, tales medidas no dieron solución definitiva al problema del humo. Para ello, excepcionalmente, se autorizó la asignación de gas licuado a la unidad y dos fogones para ese tipo de combustible, lo cual le fue comunicado a Erbia, en su propia vivienda, por el director de la empresa.
Aclara Ruiz Lima que la solución fue puntual, pues no cuentan con los recursos suficientes para cubrir con gas licuado u hornillas eléctricas el servicio de más de 900 unidades gastronómicas camagüeyanas, de las cuales más del 90 por ciento cocinan con leña o carbón.
Agradezco la atención al caso, y pregunto si no será más sustentable, ahora que estamos en Revolución Energética, detener el ecocidio que supone la leña y el carbón e ir sustituyéndolos por métodos de cocinar modernos y limpios.