Acuse de recibo
Lo cuenta Onel Torres, desde calle 20, número 111, apartamento 6, entre Primera y Tercera, Miramar, municipio capitalino de Playa: el edificio donde reside durante años estuvo flanqueado por dos solares yermos, hasta que uno se lo adjudicaron a CIMEX y el otro a TRANSTUR.
De inicio, CIMEX situó allí una base de camiones, rastras y pipas de agua, equipos que irrumpían las 24 horas del día con estridencia. Le hicieron una toma de agua, y para ello rompieron desde el centro de la calle. Hicieron su instalación, pero taparon la zanja con una capita de arena y cemento: «Allí está el bache, que goza de buena salud, incrementado ahora con un salidero».
Hará unos 6 o 7 años se llevaron los equipos e instalaron un centro para la venta de autos, sin las condiciones requeridas para la atención a los compradores, quienes se agolpan por cientos en el área de la acera, y copan de autos la calle y hasta la mismísima acera, bloqueando espacios públicos, cuando no invaden las áreas del edificio, y maltratan el césped y cuanto haya sembrado, lo cual ha traído conflictos con los vecinos.
En cuanto a TRANSTUR, ubicó en el otro solar un centro para el fregado, mantenimiento y otras atenciones a vehículos que se alquilan a turistas. Y así, generan desde temprano en la mañana hasta el anochecer un ruido insoportable, que se acrecienta con las caseteras y radios dispuestos a todo volumen, y frenazos estrepitosos.
Lo más agresivo para Onel es la planta de fregado. Los productos químicos con que trabajan, al pulverizarse con las mangueras de presión, dejan secuelas en la respiración de los vecinos. Los volátiles gases se expanden. Hace unos tres años, Onel llevó a su apartamento a un representante de la administración del centro, para que constatara las afectaciones, y este le dijo que lo único que podía hacer era disminuir la proporción de químicos.
Para colmo, los residuales contaminantes del fregado se vierten al alcantarillado por una zanja junto a la cerca perimetral. Para entroncar la zanja al alcantarillado rompieron la calle, pusieron un tubo de enlace, encima vertieron una capita de arena y cemento. «Y allí está otro bache profundo y vigoroso, refiere, el que ha provocado roturas a carros, caídas de motos, con lesionados y daños materiales. Por las noches y madrugadas, los frenazos y batacazos despiertan a cualquiera».
Los del taller argumentan que se pagaron mil CUC a una empresa por ese desagüe, por lo que la pésima calidad del trabajo es responsabilidad de quienes lo hicieron. «¿Quién controló y chequeó esos trabajos?», riposta Onel.
Sintetiza que el asunto ha sido plato fuerte de asambleas de rendición de cuentas durante diez años, pero «el cuartico está igualito». Y no entiende por qué, si para instalarse una entidad en un espacio, es obligatorio un estudio de factibilidad e impactos medioambientales, ante Planificación Física y Arquitectura del territorio.
«¿Se efectuó ese estudio? ¿Hubo falta de exigencia, incapacidad, indolencia o vista gorda»?, pregunta Onel.
La segunda carta la envía Francisco Mena, de Finca El Pedregal, carretera de Arango, kilómetro 2, Las Minas, en el municipio capitalino de Guanabacoa. Y es también una denuncia medioambiental:
Cerca de esa zona periférica de la ciudad, se están almacenando los viejos refrigeradores que se sustituyen en la capital como parte de la Revolución Energética. Allí separan el aluminio del plástico y la guata de los equipos, para que Materia Prima recoja el metal. Pero la guata y el plástico los están quemando.
Y por ello la atmósfera, a varios kilómetros a la redonda, se vicia y se hace irrespirable, a más del insoportable olor a humo y plástico quemado. Lo peor es que los pulmones de las personas deben estar recibiendo su carga nociva.
El problema se le planteó al delegado de la circunscripción. La queja llegó al policlínico, y los visitó un representante de Higiene y Epidemiología junto a una funcionaria del CITMA en el municipio. Como si fuera poco, Francisco se dirigió al Gobierno municipal, y lo remitieron al CITMA, donde le confirmaron que en la visita al sitio, le habían hecho un acta de advertencia al responsable de esa tarea del desguase. Y había quedado claro que eso no podía continuar así.
Pero con los días, volvieron las hogueras contaminantes. No respetan nuestra Ley de Medio Ambiente. Qué afrenta...