Acuse de recibo
El verbo discriminar no se conjuga en el ideario de la Revolución, aunque en la vida diaria haya personas que siempre establezcan barreras, empecinadas en restar y separar, como si no naciéramos todos de una matriz y al polvo no volviéramos al final de este paso por la vida.
Sí, porque a veces irrumpen aquí testimonios de ciudadanos que se sienten excluidos, como es el caso de Alexander García Guevara, residente en Ceferino Fernández número 11 Oeste, entre Gerardo Medina y Ormani Arenado, en la ciudad de Pinar del Río.
Relata Alexander que fue sancionado en el 2001 por los Tribunales, y en mayo de 2005 fue beneficiado con la libertad condicional, «la cual he cumplido a cabalidad, con una trayectoria laboral y social probada, de lo cual existe constancia en el centro donde laboro actualmente, después de recibir tratos incongruentes para con mi persona a mi retorno a la sociedad».
El ex recluso no especifica la causa de su sanción y tampoco me hace falta. No identifica su actual centro de trabajo, pero sí destaca que, como trabajador, ha tenido una relevante trayectoria sindical, específicamente en el ámbito del Sindicato de Trabajadores de las Ciencias en esa provincia.
Alexander se pregunta entonces qué significa el término reinserción social, si a pesar de su ejecutoria en el movimiento obrero, se ve limitado de participar en una Conferencia Sindical, y a que se le reconozcan sus méritos en ese frente.
«Ante tales interrogantes —asegura—, solo encuentro incomprensión, y otros que, dogmatizados, y esquematizados con indicaciones escritas hace cinco años, no evalúan que el contenido de las mismas ya no está a tono con la sociedad, ni con el papel transformador que pretende la política penitenciaria y penal del país».
Alexander esgrime con pasión aquello que dijera el Che en cuanto a que hay que acabar con los errores que cometen los hombres, y no con los hombres que cometen los errores.
Confiesa que es graduado de técnico medio en Contabilidad y Finanzas con Título de Oro y primer expediente. Actualmente, continúa sus estudios en el tercer año de la carrera en la Universidad Hermanos Saíz de Pinar del Río. En los dos cursos anteriores fue el alumno más destacado. Considera que en su centro laboral es un activo trabajador, ha presentado trabajos al Fórum de Ciencia y Técnica, con resultados relevantes y efecto económico para el país. Ha sido ponente y jurado en eventos de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), y también ha participado en los talleres provinciales de los Trabajadores Sociales en los centros penitenciarios de su municipio.
Alexander cuestiona, en su caso:
«¿Por qué el sindicato se convierte en un obstáculo para que un sancionado continúe demostrando una probada reinserción en la sociedad? ¿Por qué un sancionado con mis características no puede ostentar la condición de vanguardia nacional? ¿Por qué un trabajador con mis resultados no puede ser más que destacado en las asambleas de afiliados?
«¿Por qué un sancionado bajo libertad condicional y con una conducta asequible a las normas que rigen la sociedad, no puede participar en una conferencia sindical, cuando en otras conferencias son invitados los reclusos? ¿Por qué si existe un “modo extraordinario de cancelar los antecedentes penales”, se nos priva entonces de probar de forma extraordinaria nuestra reinserción en la sociedad?
No es la primera vez, ni será la última, que esta columna se pronuncie por el imprescindible ecumenismo y sentido unitario y regenerador —tal como nos enseñara Fidel— para desbroquelar tantos prejuicios y barreras hacia los cubanos que han errado en la vida y merecen una segunda oportunidad.
A fin de cuentas, gente como Alexander son compatriotas también, corren la misma suerte y se mueren en el mismo cuarto de tierra. Las personas no se certifican como la mercadería y los productos, o las reses. Ni los mismos que excluyen bajo pretendidos argumentos asépticos, son impolutos.
Entonces, ¿cuál es el cartelito?