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La era del hombre biónico

Mientras se crea el primer robot con una biología semejante a la nuestra, un implante electrónico en el ojo devuelve la capacidad de ver y una prótesis de mano se conecta por primera vez a los impulsos nerviosos del cerebro. La era de la biónica ha comenzado

Autores:

Patricia Cáceres
Randy García

El ser humano logró reproducir artificialmente, en pocos años, lo que la Naturaleza tardó millones en crear. Playas paradisíacas bajo techo, con olas al estilo de Hawai, y hasta estaciones de esquí en pleno verano. Sí, parece que «copiar» se nos da bien.

Pero la comunidad científica, amén de meteoritos furtivos, o del aclamado fin del mundo, tiene sus ojos sobre una de estas invenciones «plagiadas» de la madre natura.

Se trata de Rex, un hombre 70 por ciento igual que otro cualquiera, el hombre biónico más completo construido hasta ahora.

Aunque para algunos parezca pura ciencia ficción, por las venas de este robot —de dos metros de alto— corre sangre sintética. Los órganos son artificiales y las extremidades casi no presentan diferencias con las de una persona. La cara es una prótesis, al igual que lo son las caderas, rodillas, pies, manos, riñones, retinas y el corazón.

«Con un rostro que le aporta humanidad, el hombre biónico incorpora algunos de los últimos avances de tecnología protésica, así como páncreas, riñón, bazo y tráquea artificiales, y un sistema circulatorio funcional», refirió la agencia EFE.

El psicólogo social suizo Bertolt Meyer, uno de sus dos creadores y portador de una prótesis biónica en el brazo desde hace muchos años, afirmó que lo que se pretende con este ambicioso proyecto es enseñar a la gente hasta qué punto las partes del cuerpo humano pueden ser reemplazadas con la tecnología, y cómo esto puede ayudar a personas con discapacidades.

«La gran promesa de la tecnología es que puede hacer desaparecer las discapacidades», avizoró Meyer, elegido por los directivos de la compañía para ser utilizado como modelo de Rex.

Richard Walker, director ejecutivo de Shadow, la compañía madre, declaró a la cadena BBC que el resultado del trabajo es muy significativo, pues ha permitido saber lo cerca que las tecnologías protésicas están de reconstruir el cuerpo humano.

«Algunas partes que hemos utilizado ya las llevan varias personas que pueden vivir gracias a estas. Las retinas artificiales permiten a la gente ver de nuevo. Hemos combinado estos avances con lo último en robótica», subrayó Walker.

Sin embargo, los expertos explican que no toda la tecnología puede trabajar sin el «motor» de la vida humana. Las manos biónicas —enfatizan— no pueden moverse sin músculos humanos y señales del cerebro. Lo mismo sucede con el estómago.

«El único estómago artificial que hemos visto es muy largo y genera electricidad, con lo cual no puedes usarlo para reemplazar uno humano», declaró Walker.

No obstante, no son pocos quienes se han mostrado escépticos frente a los avances en la biónica, y temen que algún día se cree un ser autónomo, que piense por sí mismo. En tal sentido la mayoría de los especialistas han afirmado que no creen que Rex sea capaz de lograr algo así.

«Diría que es casi imposible que en lo que nos queda de vida, o incluso en la de nuestros nietos, podamos ver un hombre totalmente articulado con una inteligencia artificial», aseguró el investigador Bertolt Meyer.

Mano robótica para dar caricias

Aunque para algunos la «biónica» no sea más que una palabra rimbombante, en la terminología científica se define como la aplicación del estudio de soluciones biológicas a la técnica de los sistemas de arquitectura, ingeniería y tecnología moderna.

En otras palabras, la biónica puede ser entendida como una rama de la cibernética que intenta simular el comportamiento de los seres vivos y también perfeccionarlos, gracias a instrumentos mecánicos.

Como es de suponer, no es la primera vez que los científicos intentan utilizar las tecnologías protésicas para reconstruir partes del cuerpo de las personas.

Uno de los proyectos más prometedores —aún en fase de prueba— es el desarrollado por el investigador Silvestro Micera, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, Suiza, quien intenta construir una mano biónica con sentido del tacto.

«La mano se conectará directamente al sistema nervioso del paciente mediante electrodos colocados sobre dos de los nervios principales del brazo», informó Miceira, según la publicación de Rusia Today.

El sentido del tacto —añadió el investigador— le llega al usuario a través de sensores en la punta de los dedos, la palma y la muñeca, enviando señales al cerebro a través de un circuito de retroalimentación.

Los expertos señalan que la falta de retroalimentación táctil ha sido precisamente lo que, hasta ahora, ha impedido a las personas con amputaciones controlar las extremidades robóticas implantadas.

De ahí que el principal objetivo de experimento de Miceira sea que el paciente pueda controlar los movimientos de su mano biónica con sus propios pensamientos.

Un joven italiano que perdió uno de sus brazos en un accidente será el primero en probar esta prótesis de tecnología de avanzada este año, durante un mes. Se espera que pueda serle implantada de manera definitiva en 2015.

Esperanza para la ceguera

Tras varios años de investigación, la Agencia del Medicamento estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó esta semana la comercialización del primer ojo biónico del mundo.

Al parecer se trata de un dispositivo que permite que los pacientes adultos con retinosis pigmentaria severa —una enfermedad genética que destruye las células sensibles a la luz en la retina— sean capaces de detectar formas y movimiento.

El novedoso artefacto, bautizado como Argus II, fue creado por Wentai Liu, profesor de Bioingeniería en la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de California. La empresa californiana Second Sight Medical Products se encargó de desarrollarlo.

Argus II cuenta con el aval de las autoridades europeas, y ya ha sido implantado satisfactoriamente en unas 60 personas en el mundo, quienes pudieron recuperar parcialmente la visión, en algunos casos más que en otros.

En el diario New Wold los especialistas explican que en un ojo sano los fotorreceptores, bastones y conos de la retina convierten la luz en pequeños impulsos electroquímicos, que se envían a través del nervio óptico hacia el cerebro, donde estas señales son decodificadas en imágenes.

Pero si los fotorreceptores dejan de funcionar correctamente, como sucede en los pacientes con retinosis pigmentaria, el primer paso en este proceso se interrumpe y el sistema visual no puede transformar la luz en imágenes.

Una solución para esta enfermedad podría ser el Argus II. En esencia, el ojo biónico está compuesto por una cámara de video en miniatura, instalada en unas gafas especiales que debe utilizar el paciente.

La escena captada se procesa en un pequeño ordenador y se transmite de forma inalámbrica a un conjunto de microelectrodos implantados en la retina dañada, los cuales emiten pequeños impulsos eléctricos que estimulan a las células sanas de la retina, y finalmente transmiten la información visual a lo largo del nervio óptico hasta el cerebro.

Los especialistas afirman que el proceso funciona de forma satisfactoria en las personas con retinosis pigmentaria ya que esta enfermedad daña solo a la propiedad de detección de luz de los fotorreceptores que existen dentro del globo ocular, dejando el resto de las células de la retina con una funcionalidad saludable.

Hasta el momento Argus II está disponible en varios países europeos. Pero claro, para quienes puedan permitirse pagar 73 000 euros. El artefacto comenzará a ser vendido bajo prescripción médica a finales de 2013 en centros clínicos de Estados Unidos.

Eso sí, antes de que la Naturaleza nos acuse de piratería, paguémosle los derechos de autor. Se conformaría tan solo con aire puro, agua cristalina y minerales otra vez corriendo por sus venas. Sería una vergüenza que no pudiésemos retribuirle.

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