Un español vive con un corazón totalmente artificial, de titanio, que funciona mediante la acción de un pequeño motor, el cual bombea la sangre. Se coloca dentro del cuerpo y solo muestra al exterior un cable que está conectado a la unidad de control.
A través de esta se puede enchufar el dispositivo a la red eléctrica para su recarga, aunque también puede alimentarse de dos baterías que proporcionan una autonomía aproximada de 12 horas.
Gracias al corazón artificial, Pedro A. Pérez García, de 67 años, ha vuelto a su vida normal tras sufrir un infarto de miocardio en 1996, el cual le provocó tales secuelas que su vida corría serios peligros y no podía hacerse un trasplante.