Hasta finales del siglo XX se sostenía que el cerebro alcanzaba su pleno desarrollo en la etapa temprana de la infancia; sin embargo, un reciente estudio del Colegio Universitario de Londres verificó que la corteza prefrontal continúa cambiando a medida que las personas llegan a los 30 años e incluso hasta los 40. (Imágenes tomadas de web de ciencias) Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:05 pm
El cerebro humano está disminuyendo en tamaño. La aseveración la sostiene el antropólogo estadounidense John Hawks, profesor de la Universidad de Wisconsin.
«Durante los últimos 20 000 años, el volumen medio del cerebro humano masculino ha disminuido desde 1 500 centímetros cúbicos a 1 350». El femenino reporta parecida merma, señala un artículo de la revista Discover reseñado por sitios web dedicados a la ciencia.
Entre otros factores biológicos, ambientales y sociales, el crecimiento del cerebro fue crucial en el desarrollo de nuestra especie. Mientras más aumentaba, más crecía nuestra inteligencia, pero desde hace 20 000 años para acá decrece, afirma Hawks.
La comunidad científica tiene dos hipótesis para explicarlo. Una, que el cerebro humano está reorganizando su estructura; se desarrollará aún más, pero de forma más eficiente, pues es uno de los órganos más gastadores de energía —utiliza alrededor del 20 por ciento de la ingesta calórica—. Otros expertos defienden que evoluciona para que seamos más tontos…
Una investigación del Instituto de Neurociencia Cognitiva del Colegio Universitario de Londres develó que muchas regiones del cerebro humano continúan desarrollándose más allá de la primera etapa de la infancia y logra su completa madurez a los 30 o 40 años de vida, según un artículo del sitio www.physorg.com reseñado en secciones especializadas de periódicos europeos.
Hasta finales del siglo XX se sostenía que alcanzaba su pleno desarrollo en la etapa temprana de la infancia. Pero no es así, contradice la neurocientífica británica Sarah-Jayne Blakemore.
Escaneos de cerebro para el estudio verificaron que la corteza prefrontal continúa cambiando a medida que las personas llegan a los 30 años e incluso hasta los 40. Esta región —discurre la investigadora— empieza a cambiar en la primera infancia; se reorganiza al final de la adolescencia y continúa progresando.
El área que tarda más en desarrollarse es la corteza prefrontal, la región justo detrás de la frente, dice.
«Es una zona importante, donde están las más altas funciones cognitivas, como la planificación y la toma de decisiones. Es clave para el comportamiento y la conciencia social, la empatía, la comprensión, la interacción con otras personas y varios rasgos de la personalidad». Aún más «es la parte del cerebro que nos hace humanos, al existir una estrecha relación entre esta y la personalidad», señaló la líder de la pesquisa…
¿Qué estará pensando?
Saber qué piensa el otro —leer la mente— es uno de los anhelos más caros del ser humano. Para algunos, nunca se logrará.
La revista Nature, sin embargo, publicó recientemente un artículo sobre un dispositivo desarrollado en el Instituto Tecnológico de California que es capaz de registrar la respuesta de las neuronas del lóbulo temporal medio a estímulos visuales.
Los investigadores aplicaron el experimento en pacientes con electrodos implantados en el cerebro para tratar convulsiones cerebrales. Midieron su respuesta ante determinados conceptos, que incluían desde personalidades como Madonna a lugares como la Torre Eiffel, según reporta el periódico Público.
El desarrollo de la técnica pudiera, hacia el futuro, facilitar procesos de comunicación con personas con graves lesiones neurológicas…
La revista especializada Journal of Neuroscience se hizo eco, por su parte, de un experimento similar, pero de la Universidad de Utah. A través de la colocación de electrodos en el cerebro, demostraron la posibilidad de traducir las ondas cerebrales en palabras y acceder a una nueva tecnología para tratar a personas con parálisis avanzada.
Según un reporte de la agencia EFE, el ensayo, en un paciente epiléptico, consistió en colocar el mecanismo (electrodos ubicados en dos rejillas del tamaño de un botón) en los centros del habla de su cerebro. El dispositivo se conectó a una computadora dispuesta para grabar señales cerebrales, tras lo cual presentaron al enfermo diez palabras que consideraron útiles para una persona paralizada: «sí», «no», «calor», «frío», «hambriento», «sediento», «hola», «adiós», «más» y «menos».
A continuación, le pidieron que tratara de repetir las palabras en voz alta, y comprobaron que, en una proporción del 76 al 90 por ciento de los casos, el ordenador mostraba las mismas señales cerebrales para cada palabra que las que había enseñado durante el experimento anterior.
El equipo pudiera estar listo en dos o tres años…
Científicos de la Universidad John Hopkins probaron en ratones una técnica para borrar de la memoria experiencias traumáticas: los expusieron a un sonido que les asustaba y luego eliminaron el recuerdo suprimiéndoles una proteína de las amígdalas, centro de neuronas encargado de formar los recuerdos al conectarlos con los eventos emocionales, explican sus autores.
Los estudios descubrieron que «una proteína de las células nerviosas de la amígdala ayuda a establecer esa conexión, y estas proteínas son bastante especiales y, por tanto, más fáciles de encontrar y eliminar», agregaron.
«Una vez borradas, el cerebro no puede establecer la conexión entre el evento traumático y su recuerdo», explicó la institución científica en un reporte de su canal de televisión traducido por www.ecuadorciencia.org. El hallazgo, según sus creadores, pudiera llevar a la producción de un fármaco que elimine el recuerdo de una experiencia traumática reciente…
Los animales también «pensamos»
Caminar sobre el agua es la última moda de un grupo de delfines salvajes que vive en Port River, Adelaida, Australia. Lo hacen al estilo de los entrenados en los delfinarios. Al parecer es un juego de imitación, pues hasta donde se sabe, no tiene ninguna función práctica para la especie.
Un estudio de la Sociedad de Conservación de las Ballenas y los Delfines (WDCS) de Australia, a cargo del profesor Mike Bossley, relata la historia de dos hembras adultas de la zona, Billie y Wave, las más descollantes en el tema.
Billie tuvo un breve período de cautiverio en un acuario a principios de 1988, y durante años fue la única miembro del grupo que lo hacía. Ocho años después, Wave le siguió. Tres lustros más tarde, es un pasatiempo colectivo que se extiende por la zona, según reseña el sitio www.cubadebate.cu a partir de informes de empresas periodísticas.
Se trata de un «comportamiento cultural» que, en este caso, rebasa lo utilitario, como ocurre entre otras comunidades de animales como los chimpancés, dirigidos sobre todo a obtener comida, señaló el experto. Entre los delfines de Port River es «como el baile o la gimnasia de los seres humanos, y como tal representa un ejemplo importante de las similitudes en comportamiento entre humanos y delfines», expuso…
A propósito, Antonio Damasio, una de las más importantes autoridades mundiales en neurociencia, acaba de publicar Y el cerebro creó al hombre, un texto donde intenta explicar cómo este órgano construye la mente. El profesor de la Universidad Sur de California abre algunos caminos para determinar la biología de la conciencia y la naturaleza física de la mente, una vía que ve posible conocer gracias a los recursos técnicos de la neurobiología actual, reporta la agencia EFE.
Damasio destaca el papel de la cultura, «que hace especial a la conciencia humana, que ha permitido que seamos únicos». Pero también defiende la hipótesis de que el origen de la conciencia no está únicamente en la corteza cerebral, sino en el tronco encefálico, por lo que criaturas no humanas pueden tener mente, que es —dice— el resultado del funcionamiento bien articulado de varias zonas cerebrales…
Un material de la sección de ciencias de la agencia británica BBC afirma por su parte que «la libre elección (libre albedrío) de que disfrutan los seres humanos es similar a la que ejercen animales tan simples como las moscas», según defiende un artículo publicado en Proceedings of the Royal Society B.
Bjoern Brembs, profesor de Neurobiología de la Universidad Libre de Berlín, fue en apoyo del tema e indicó a la BBC que el comportamiento animal no es ni completamente libre ni completamente determinado; que los individuos de las diferentes especies tienen siempre un abanico de opciones disponibles.
El cerebro —dijo— posee libertad para producir comportamientos y opciones propias; «incluso animales menos complejos no son autómatas predecibles, tal como se les concibe a menudo».