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Yordanis Samón: swing duro y risa campechana

Le dicen el trotamundos y el hombre sal. Va por cuatro equipos: Granma, Matanzas, Industriales y Camagüey, y solo ahora, en su segunda temporada con los Cocodrilos, conoció lo que es colgarse una presea dorada

Autor:

Norland Rosendo

El hombre asume el diálogo como si estuviera en un campo de juego. Conecta los picheos incómodos sin la rabia chorreándole del madero mental, aunque a veces se siente con argumentos para golpear las preguntas con un bate de hierro.

Yordanis Samón, a sus 43 años de edad y 21 temporadas jugadas, ha vivido de todo en el béisbol cubano. Le dicen el trotamundos y el hombre sal. Va por cuatro equipos: Granma, Matanzas, Industriales y Camagüey, y solo ahora, en su segunda temporada con los Cocodrilos, conoció lo que es colgarse una presea dorada.

—Más de 20 años después de tu debut, al fin un título en campeonatos cubanos. ¿Pensaste que no lo ibas a lograr nunca?

—El deporte es así. Hay quien apenas juega y es campeón, y quien ha sido el mejor en un campeonato, pero ganó otro equipo. 

—¿Qué significó para ti ser cuarto bate en una alineación con tres jugadores MLB?

—Siempre me he sentido bien en ese turno, desde que estaba en Granma. Sé que mi función es empujar carreras y me preparo para eso.

—Volviste a Matanzas, ahora como refuerzo. ¿Qué diferencias encontraste ahora?

—La única diferencia notable es que esta dirección te deja jugar un poco más libre a la pelota. Víctor Mesa es un gran director, pero algunas veces transmitía sus propias tensiones. Eso no influyó en mí, pero sí en otros jugadores.

—La gente te etiqueta como un jugador de mala suerte, jocosamente la «salación», y que por eso los equipos ganan sin ti. ¿Qué crees al respecto?

—(Samón vuelve a mostrar su risa amplia, respira hondo…) Los fanáticos siempre buscan algún pretexto para justificar las cosas, a alguien le echan las culpas. Yo te puedo asegurar que me he esforzado al máximo en todos los equipos. Mis números están ahí. Felicidades a Granma y Matanzas que ganaron en la Serie Nacional después que jugué con ellos.

«En los tiempos que jugaba con Granma teníamos un gran conjunto, podíamos haber ganado, pero siento que nos faltaba un pícher de puntería para los partidos buenos. Dependíamos mucho del bateo.

«No olvido que en Industriales una vez estábamos bateando colectivamente más de .300 de average y Rey Vicente Anglada nos dijo que eso estaba bien, pero no era suficiente, porque los equipos eran campeones, si picheo y defensa andaban bien».

—¿Qué te queda por hacer en el béisbol?

—Yo seguiré con la mente puesta en hacer la selección nacional, no importa la edad, me siento físicamente bien. Por ahora voy a seguir jugando la Nacional con Camagüey y ya veré si vuelvo a la Élite.

—Estás en una fuerte rivalidad con (Frederich) Cepeda por el liderazgo histórico de los dobletes. Terminaron la liga invernal empatados con 456…

—Sí, mi meta es llegar a 500 tubeyes, pero tengo el propósito también de impulsar 1500 carreras. Me faltan 153.

—Año tras año tu rendimiento es de los más sobresalientes, pero no has sido afortunado con las selecciones nacionales. ¿Te han explicado las causas por las cuales te dejan fuera?

—Nadie me da una explicación, nadie me llama, nadie me dice el porqué. El año pasado, por ejemplo, creo que tenía méritos para haber jugado en los Centroamericanos y los Panamericanos.

—Sin embargo, en los torneos internacionales tus estadísticas ofensivas son de las mejores en los últimos años...

—Las veces que me dieron oportunidades las aproveché y aporté lo más que pude.

—¿El equipo Cuba que más te dolió no haber integrado?

—El del pasado Clásico Mundial. Si hubiera venido alguna figura de Grandes Ligas para mi posición podía entender que no me convocaran, aunque mis números servían para estar en la preselección, pero no vino nadie y tampoco me dieron el chance de eliminarme con los demás aspirantes.

—¿Has pensado en dejar el béisbol cuando te suceden cosas así?

—No, pero eso desmotiva. Hay mucha gente, incluso la familia, mi mamá, mi esposa, mis hijos, que sufren también con esas decisiones; ellos llevan muchos años luchando conmigo y sabían mi anhelo por estar en el Clásico.

—Hablemos de Granma. ¿Te gustaría terminar tu carrera deportiva con ese equipo?

—Ya eso es difícil. Me gustaría, pero tengo compromiso con Camagüey, donde estoy cómodo con mi familia. Pienso terminar mi carrera con los Toros.

—Jugaste con los Alazanes en la edición promocional del Torneo de Campeones en México. ¿Te sentiste cómodo? ¿Qué tal las sensaciones?

—Sí, me sentí muy contento. Cuando yo decidí irme a otros equipos lo hice por decisión personal, no tuve problemas con nadie.

—¿Y por qué te fuiste de Granma?

—Ya había acumulado varias temporadas con ellos y entendí que jugar con equipos del occidente me daría más oportunidades para integrar la selección nacional. La vida me demostró que eso es así, son equipos más mediáticos, Matanzas, Industriales…

—¿Cuál es tu estrategia para batear tanto?

—Eso viene de mis raíces en Granma. Tengo familiares, primos, tíos, que llegaron a la Serie Provincial y eran buenos bateadores.

«Además, el estadio de Bayamo ayuda a que batees del centro al jardín derecho. Me fijé mucho en Víctor Vejerano, para mí de los mejores bateadores que ha tenido Granma». 

—¿Es muy duro jugar en Cuba hoy?

—Hoy se hace muy difícil, porque hay que atender a la familia y al béisbol, pero uno sigue luchando, porque esto es lo que nos gusta y cada día le ponemos más el pecho y el corazón para que salgan los resultados y entregarle lo mejor al pueblo que va a verte.

—Hay un criterio unánime de que la liga invernal debe repensarse para que sea élite de verdad y se diferencie de la Serie Nacional. ¿Qué sugieres?

—Coincido en que deben existir diferencias en lo material para que haya correspondencia con la idea de que es una liga de más calidad y espectáculo. Hay muchas distorsiones que corregir, por ejemplo, yo soy licenciado y no cobro por ese título, ganan lo mismo los regulares que los del banco, los que juegan el campeonato y los que están en sus casas.

—¿Tú eres consciente de que proyectas una imagen en el campo de juego y otra fuera de él?

—Me ha pasado con atletas, entrenadores…, que tenían una idea de mí como un tipo serio, muy duro, y después de llevar algún tiempo juntos me han pedido disculpas.

«Yo soy de la idea de que cuando uno entra en un terreno de béisbol debe estar enfocado en el juego, en la rivalidad, la amistad debe reservarse para los momentos fuera del estadio. Es mi visión del deporte».

—¿En qué empleas el tiempo libre?

—Aprovecho para estar con mi familia, en casa, ayudar a mi esposa, visitar a mi mamá, a mis hermanos.

«Tengo un niño que practica béisbol y trato de sacar tiempo para ir al campo donde entrena. Los padres y los demás niños están locos por que yo termine mi carrera para que me dedique a prepararlos.

—Entonces, ¿estás pensando en ser entrenador cuando te retires?

—Sí, me gustaría ser preparador de bateo.

—Si tuvieras que escoger los tres momentos más exitosos de tu carrera, ¿por cuáles te inclinarías?

—La temporada 50 cuando Granma impuso récord de más jonrones en una Serie Nacional (147). Me gustó mucho jugar con Industriales y conocer a un director como Anglada, que inspira confianza y es un gran hombre. Y el tercero es el oro con Matanzas en la Liga Élite.

—¿Y los más tristes?

—El año pasado, que soñaba con ir al Clásico, y en 2006, cuando implanté récord en dobles, impulsé más de 80 carreras, pegué más de 120 hits y no me llevaron a ninguna preselección.

—Por último, ¿a cuál pelotero has admirado más?

—Antonio Pacheco. Todavía conservo un papel con unas recomendaciones suyas para mejorar en el bateo. Cuando se hable de los grandes, grandes, hay que hablar de Pacheco.

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