TOKIO. — Grande como si de niño le hubieran echado abono en los pies, con unas extremidades larguísimas, pero ágiles, Rafael Alba no pasa desapercibido en ningún grupo. Sean deportistas o no. Aún tiene atragantada las críticas que le hicieron cuando no pudo avanzar en Río de Janeiro hace cinco años.
«Aquella vez salí a defender mis puntos, pero las cosas no se dieron; si me veo en la misma situación, aplicaré la misma táctica», comenta flemático, insistiendo en que la pasividad a veces es un criterio muy subjetivo. Ahora el santiaguero, quien el 12 de agosto cumplirá 28 años, se siente mejor preparado para buscar la única medalla que falta a su currículo, en el que descuellan par de títulos mundiales, ganados en 2013 y 2019.
Según sus cálculos, en el segundo combate debe enfrentarse por primera vez en su vida con el nigerino Abdoulrazak Issoufou Alfaga, subcampeón en la pasada cita estival. Él y el coreano Kyo Don In, segundo en el actual ranking olímpico, son los rivales que más le preocupan en su camino al podio. «Pero todos son de cuidado, aquí están los mejores 16 del mundo», aclara.
«El taekwondo es un deporte de mucha rivalidad. Dos torneos, aunque tengan el mismo nivel, no se parecen. Casi nunca gana el mismo atleta, y la COVID-19 emparejó a los que compiten mucho con nosotros, los de menos vuelo, porque el calendario internacional se contrajo.
«Llego a Tokio mejor preparado que a Río de Janeiro, son cinco años de más experiencia, mayor enfoque mental. La pandemia me exigió mucho para no perder el hilo del entrenamiento, estuve largo tiempo fuera del área de competencias, superé la COVID-19 y volví a un evento casi 15 meses después de clasificar para la olimpiada. Haber ganado en el pasado junio el Panamericano organizado por México habla bien del trabajo hecho».
El único representante cubano a Tokio en un deporte que desde su debut oficial en Sidney 2000 ha aportado cinco preseas (1-2-2), basa su estrategia de asalto en asalto, y no de combate en combate. Confía en sus movimientos rápidos para imponerse en la división más pesada (más de 80 kilogramos), y sí, se ve en el podio de la cita estival, pero los ojos, como los largos pies, apuntan al medio, el escalón más alto. El 27 de julio sabremos si sus patadas olímpicas están hechas de metal.