Si cinco hits fueron muy poco el martes, ¿qué decir de los tres del miércoles? Con esa cantidad de incogibles, sucedió lo más lógico: la selección cubana de béisbol, la misma que pretende alcanzar el oro en los inminentes Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, perdió su segundo partido contra los colegiales de Estados Unidos y está a un revés de perder el cuarto tope consecutivo desde que la serie amistosa se reanudara en 2012.
La paupérrima ofensiva de los anfitriones ha disparado las alarmas, debido al prolongado silencio exhibido en sus últimas confrontaciones internacionales. Ocho míseros hits con una carrera «empujada» por un wild pitch hablan por sí solos de lo sucedido, o no sucedido, frente a los norteños.
Basta otro dato para valorar el poder absoluto de los bisoños lanzadores estadounidenses sobre la tanda insular antier: desde el hit de Frederich Cepeda en el cuarto acto, nadie más se les embasó —¡por ninguna vía!— hasta que el propio Cepeda cedió el out 27 con ponche, su segundo, algo inusual en él, de la noche, y el tercero entre ambas jornadas.
Más que la ínfima cantidad de incogibles, preocupa que la mayoría de las conexiones han sido mansos elevados o rolatas con más etiqueta de out que un ponche. ¿Desajuste?, ¿agotamiento?, ¿rapidez del swing?...
Los pitchers norteños no solo merecen elogios por el control, la velocidad, el repertorio. Actúan con mucha economía de emociones y energía sobre el montículo, nada ni nadie los altera, ni se van de concentración bajando y subiendo de la lomita innecesariamente.
Por Cuba, lo más plausible fue el prometedor Yariel Rodríguez, quien lanzó como un consagrado: su secuencia de pitcheos estuvo mejor pensada que la de los demás y no abusó de su recta de 92 millas por horas, pese a que los bateadores zurdos le conectaron con mayor facilidad que los diestros. Ponchó a seis y dio un solo boleto en 4,2 entradas.
El conjunto de Estados Unidos, que no entrenó como equipo nunca, se armó y salió directamente para su gira estival, lleva, sin contar el duelo de anoche, 11 victorias en 13 partidos.
Los norteños siguen reduciendo le brecha histórica (44-39) y ampliando, a su favor, el récord de la segunda temporada (18-14).
Y un último detalle, el seguimiento estadístico a los bateadores cubanos en los más recientes torneos internacionales reporta que tienen muy poca disciplina y paciencia en el home, no suelen entrar en conteo y les tiran a muchas bolas malas; lo dicen los números y ya de eso se percató también el mentor estadounidense Paul Mainieri, quien lo comentó en una entrevista anoche para la televisión. ¿No hay cómo mejorar ese aspecto?
Va quedando menos tiempo para Barranquilla y la forma óptima de la selección cubana no aparece; al menos, no se ve. Nos esperan batallas campales.