Aunque no tuvo decisión, el desempeño de Santiesteban fue vital para el triunfo de los Cachorros. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 06:40 pm
Como si completar el cronograma no fuese suficiente para apuntalar el criterio de que las inéditas series de «comodines» cumplieron las expectativas en cuanto a tensión y drama, el duelo definitorio entre los Cachorros holguineros y los Piratas pineros se extendió más allá de los límites habituales para disparar las emociones. Y en medio de tanto suspense, los nororientales aguantaron el asalto rival y lograron dar la mordida final que les puso en el segundo tramo del torneo.
Volvieron los abridores del duelo original de este pulso, pero con desenlaces inversos, porque fue ahora el local Carlos A. Santiesteban el primero en flaquear. En la misma apertura el alto mando visitante tiró del manual y el tono conservador del sacrificio le salió a la perfección. La realidad demostró todo lo contrario en el bando local, porque tras el boleto intencional a Rigo Gómez, el cañonazo de Gerardo Casi fletó las dos primeras anotaciones pineras.
Pero el diestro anfitrión, un verdadero cazapiratas en la presente campaña, retomó el dominio y aguantó el temporal. Entonces, sus compañeros correspondieron el esfuerzo y lograron igualar las acciones en el sexto inning frente a un Wilber Pérez que, sin apenas comodidad en el trayecto, se las arregló para mantener a raya a los Cachorros hasta ese instante.
En lo adelante se vivieron eternos intentos sin resultados palpables. Juegos como estos se definen por un gran batazo o por un costoso error y quiso el destino que las equivocaciones aparecieran detrás del plato. Primero, porque un pasedball de Raudelín Legrá puso a los Filibusteros a tres out del pasaje a la segunda ronda, pero los de casa lograron superar el trance con un oportuno doble de Noel González. Y luego, el error en el tiro del enmascarado Jordanys Acebal en un arriesgado intento de robo sin outs dejó en la oncena entrada la escena lista para el estallido en las gradas del Calixto García.
El timonel José Luis Rodríguez tomó nuevamente el librito e hizo lo que tocaba. Llenar las bases y encomendarse a la suerte, en este caso en la figura de Danny Aguilera, que desde el sexto acto —y durante la temporada— fue su paño de lágrimas. Sin embargo, el fly detrás de la intermedia salido del bate de Julio Góngora fue suficiente para hundir definitivamente el barco de los Piratas, que contra todas las mareas llegó a estas aguas.
Para ellos los merecidos honores y para los Cachorros el sexto boleto, ganado sobre el diamante, mordida tras mordida.