El refuerzo santiaguero Alberto Biset se apuntó el triunfo que llevó a los Tigres hacia otra final. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 06:29 pm
Lo que hace apenas unos días parecía imposible, terminó convirtiéndose en la peor pesadilla de la afición azul, reunida este jueves en el Latinoamericano con la esperanza de que sus Industriales esquivaran la escoba que se les venía encima. Pero definitivamente, el Coloso del Cerro no encenderá más sus luces, en lo que queda de temporada.
Bien temprano la fanaticada local asumió una realidad incontestable. Los Tigres avileños, vigentes monarcas, salieron con el propósito de sentenciar lo antes posible esta semifinal. Y lo hicieron.
Desde la lomita, Frank Monthiet ni siquiera pudo completar el primer tercio de actuación. Además del solitario vuelacercas de Yorbis Borroto en la apertura, soportó otro batazo de vuelta completa del jovencito Luis Robert Moirán, y un doble del «adquirido» granmense Guillermo Avilés, quien, con una noche perfecta, espantó la maldición que le perseguía: no había pegado hit en 30 turnos consecutivos en postemporada, de ellos siete en la de esta campaña. En un pestañazo, la manada con rayas había puesto rumbo a la final.
Sin embargo, los anfitriones volvieron a ofrecer resistencia, y no fueron pocos los que en el graderío soñaron con una remontada. El refuerzo santiaguero Alberto Biset, el elegido para sentenciar el match, transitó con suerte hasta que en el cuarto capítulo Malleta le desapareció la pelota, para empujar dos de las tres carreras en el inning. Mas, Roger Machado aguantó la tentación de sacarlo. «Nos daba tranquilidad la ventaja, tanto en el juego, como en la semifinal, y por eso decidimos confiar. El objetivo siempre fue que caminara la mayor cantidad de innings, y estamos muy satisfechos con su trabajo», comentó luego el timonel de los vencedores, que además de la barrida y la posibilidad de defender la corona, celebraba en la jornada un año más de vida.
Industriales marcaría una más en la sexta entrada gracias a un elevado de sacrificio del emergente Juan Carlos Torriente, sensible ausencia hasta entonces por lesión. Pero un inning más tarde la visita, con un batazo similar de Raúl González, volvió a tomar ventaja de dos anotaciones que perduró en el pizarrón, gracias al cierre de Yeinier Cano .
Al concluir el desafío, Machado no disimuló su alegría, pero no quiso dejar de reconocer la disciplina y el comportamiento de los aficionados capitalinos con los jugadores avileños. Sobre la etapa por venir, ratificó la estrategia. «Vladimir García y Dachel Duquesne serán los dos primeros abridores, y en dependencia de cómo salgan las cosas, decidiremos la estrategia», explicó.
Un poco antes, Javier Méndez felicitaba ante los medios de comunicación a los vencedores y les deseó éxitos. «Después de esta experiencia, respeto mucho más a quienes me antecedieron en esta responsabilidad. Es una tarea bastante difícil que he tratado de desempeñar lo mejor posible», comentó. El director de los Azules reconoció el esfuerzo del equipo, que al final no pudo igualar el desempeño mostrado en gran parte del campeonato. «Tuvimos muchas bajas sensibles y creo que eso también influyó en que no avanzáramos más», recalcó sin desconocer la superioridad del rival.
Ahora la armada avileña conocerá desde la distancia a su próximo rival y se preparará para enfrentarlo. Por lo demostrado, son fuertes candidatos a conservar el trono, pero no quieren mirar más allá del siguiente juego. Y solo luego, disfrutar de la historia.
A un paso de cocodrilo
En el banquete de batazos que se vio en el Capitán San Luis vueltabajero, los Cocodrilos de Matanzas sacaron mejor provecho, y este sábado se presentarán en su pantano con la tranquilidad de buscar el triunfo que les ponga nuevamente en una final de campeonato.
Para que se tenga una idea del grueso del calibre desplegado en su enfrentamiento con los Vegueros pinareños, los siete vuelacercas conectados este jueves por los yumurinos igualan un récord para un equipo en postemporada. Además, nunca antes en esta instancia, dos elencos habían sumado más de ocho vuelacercas en un mismo partido.
Como curiosidad, ninguno de los estacazos matanceros encontraron hombres en circulación. Según los archivos de nuestro estadístico Benigno Daquinta, el registro de lo yumurinos se une a lo que hizo Santiago de Cuba el 10 de febrero de 1996 frente a Villa Clara. La misma cifra fue despachada por los pinareños el 27 de marzo de 2008 frente a Industriales.
En el otro acápite caducaron las cotas de ocho jonrones que compartían el mencionado juego entre santiagueros y villaclareños, y el disputado el 28 de marzo de 2011 entre Granma (6) y Guantánamo (2).
Pero más allá de la historia, entre las cosas más destacables del enfrentamiento estuvo la actuación del diestro Freddy Asiel Álvarez, quien en cinco entradas dominó con solvencia a la batería pativerde. Todo lo contrario sucedió en el otro frente, pues el timonel Jorge Ricardo Gallardo pasó sobre sus declaraciones de la jornada anterior, y la designación del derecho Yosvani Torres no tuvo el efecto deseado. Es cierto que no estuvo fino, pero más desacertada estuvo la defensa, sobre todo del antesalista Yordanis Alarcón, quien cometió cuatro de las cinco pifias locales en el desafío.
Con amplia ventaja en el pizarrón, el alto mando visitante acudió a José Ángel García para «amarrar» lo más temprano posible el resultado, y terminó siendo también otra estrategia fallida. Si un día antes Gallardo se excedió en la confianza depositada en Moinelo, ahora Víctor Mesa hizo gala de paciencia asiática antes de sustituir al muchacho de Guanajay, quien soportó cinco anotaciones, todas limpias, y los únicos dos cuadrangulares de los anfitriones. Y todo eso, en apenas un inning completo de actuación.
En definitiva, la diferencia era tan notable que la reacción no alcanzó para equilibrar el marcador, y las debilidades expuestas por el bullpen pinareño propiciaron que la ventaja visitante volviera a ser insalvable.