El objetivo de defender el segundo lugar histórico es ya un imposible. Solo le queda a la delegación cubana la misión de terminar con la mejor ubicación posible en el medallero de los presentes Juegos Panamericanos, y casi todo depende de la aportación descomunal del atletismo y del boxeo.
Si caen 18 títulos entre los dos, todavía hay esperanzas de concluir terceros, por detrás de los anfitriones. Nueve coronas a golpe limpio es lo que todo el mundo espera del pugilismo. Nada menos, nada más. Diez sería un sueño idílico, como besar a Scarlett Johansson.
Y hasta la fecha van cumpliendo. Este miércoles avanzaron a semifinales otros cinco boxeadores. Cuba fue el único país en presentar equipo completo, y equipo completo discutirá el pase a la instancia definitiva.
Lo más interesante de la jornada fue la pelea revancha entre el camagüeyano Julio César La Cruz y el ecuatoriano Carlos Mina, quien como refuerzo de los Guerreros de México derrotó al doble campeón mundial en la Ciudad Deportiva, durante la V Serie Mundial de Boxeo.
Y aunque ahora el combate se detuvo en el segundo asalto, producto de una cortada en la ceja del ecuatoriano (remake de lo sucedido en La Habana), ya la suerte estaba echada y Julio César selló así su vendetta.
Previo a su salida habían ganado Yosvany Veitía y Yasnier Toledo, victimarios del guatemalteco Eddi Valenzuela y del estadounidense Luis Feliciano, respectivamente. Los dos por decisión unánime.
Una hora más tarde pisó el ring Lázaro Álvarez. Nada pudo hacer el dominicano Elvis Rodríguez. El 3-0 sigue siendo el marcador en sintonía con nuestros muchachos.
Roniel Iglesias también hizo su parte y dispuso por amplio margen del mexicano Marvin Cabrera. Hoy y mañana serán noches de semifinales.
Nada, que de nuestros boxeadores depende —en gran medida— el puesto definitivo de Cuba en el medallero de estos Juegos. Una corona menos puede llevarnos al abismo. Por desgracia —para los desesperados como yo— hay que esperar al final, hasta el mismísimo último día. Cosas de la agenda competitiva.