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En el asiento de atrás

La selección masculina cubana de voleibol regresa a casa con una meritoria medalla de plata y con un boleto para el próximo Campeonato Mundial

Autor:

Raiko Martín

Se quedó en el camino la corona ganada hace par de años. Sin embargo, la selección masculina cubana de voleibol, categoría sub-19, regresa a casa después de plantar bandera en la final, alcanzar una meritoria medalla de plata, y ser uno de los tres elencos que consiguieron reservar pasaje para el próximo Campeonato Mundial, durante el torneo de la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe (Norceca), que este sábado cerró sus cortinas en la ciudad estadounidense de Tulsa.

Según el seguimiento jugada a jugada, realizado a través de Internet, la derrota en sets corridos (25-23, 25-21, 25-20) ante los anfitriones fue algo rara. Casi nunca —para no pecar de absoluto— un equipo que supera en 15 los errores no forzados cometidos por su adversario (24-9), puede aspirar a la victoria. A menos que exista algún error en la estadística.

Pero así fue, sobre todo porque los discípulos de Roberto García, luego de luchar tanto a tanto hasta las postrimerías de cada parcial, fueron bajando sus prestaciones hasta encontrarse con una desventaja insalvable.

Mirada la hoja de anotaciones, salta a la vista el desequilibrio en el accionar de los cubanitos en comparación con el del cuadro norteño. Como se hizo habitual durante todo el torneo, la voz cantante la llevó el opuesto Miguel Gutiérrez, quien además de sus 13 remates efectivos, sumó otros cuatro puntos bloqueando el fuego enemigo.

Lejos quedaron los desempeños de los auxiliares Rodolfo Rodríguez e Ismael Pelayo, quienes de conjunto solo aportaron 11 unidades. La misma historia escribieron los centrales Javier Concepción (7) y Lázaro Barrete (3), algo que lastró las posibilidades de éxito.

No obstante, bien sabe esta presea plateada, teniendo en cuenta que todos los miembros del equipo encararon ahora su primera experiencia internacional, y el hecho de haber conseguido la continuidad en el podio y la clasificación mundialista resulta, al menos, un acto esperanzador.

En la misma fecha del adiós, las selecciones de México y Puerto Rico libraron una batalla campal para conseguir el tercer boleto a la cita universal, que terminó en el bolsillo de los aztecas después de cinco emocionantes sets (22-25, 25-21, 27-25, 16-25 y 15-6).

Brasil es eterno

Por lo visto, la escuadra masculina de Brasil es al voleibol, lo que Alemania al fútbol. Nunca está vencida. Así es, por más que haya tenido una Liga Mundial de lágrimas, como la que hoy baja sus cortinas en la bella ciudad italiana de Florencia, que vio caer a su selección ante la incredulidad de casi todos este sábado, como no hace mucho sucedió en Belo Horizonte durante el pasado Mundial.

El elenco anfitrión era el favorito por el simple hecho de haber sido el mejor a lo largo de todo el torneo. Pero si hasta aquí llegaron renqueantes los discípulos de Bernardo Rezende fue para resucitar sobre sus aparentes cenizas y colocarse una vez más en la final, después de un categórico triunfo en sets corridos, con marcadores de 25-11, 25-23 y 25-20.

Apoyados en una ofensiva muy bien repartida entre Lucarelli (13 puntos), Luca (11), Wallace (10) y Sidnei Do Santos (10), pero sobre todo en una soberbia defensa de la net —lograron 11 bloqueos por solo cuatro sus oponentes—, los sudamericanos redondearon un desempeño impresionante, que enmudeció la tribuna del Nelson Mandela Forum.

En ella, tendrán net por medio al elenco de Estados Unidos que sin muchos contratiempos, evaporó el sueño de un entusiasta equipo iraní, que antes de caer con pizarras de 18-25, 22-25 y 16-25, venía desarrollando una impresionante faena para acceder a la más encumbrada élite de este deporte.

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