El tenis cubano actual está muy lejos de la élite universal. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:36 pm
Era la última década del milenio pasado. Juan Antonio Pino y Mario Iván Tabares iban de competencia en competencia, y su ranking en la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) se erguía como la cresta de una ola antes de dormirse en los muros del malecón.
En Cuba, la gente aplaudía los lauros, sumaba los puntos, y veía cómo los muchachos desafiaban a los jerarcas del continente (y de un poco más allá), hasta colarse en el selectísimo grupo de los 150 mejores del mundo.
Por entonces, el talento no requería de inmensas «muletas» para llegar a las cumbres. El equipo masculino había llegado a colarse entre los 16 mejores del mundo de una Copa Davis. Puro éxtasis.
Pero la compañía de Juan Antonio Pino optó probar suerte en otros lares. Después, Pino decidió colgar su raqueta tras una estela de éxitos que aún recuerdan los amantes de ese deporte.
Los mismos que ahora se preguntan si alguna vez volverán a ver tenistas criollos en duelos de raquetazos electrizantes, camino a la élite. Solo que ahora no basta con talento, ni poseer entrenadores de lujo.
Mañana puede ser como ayer
«Cuba tiene una historia muy exitosa. Después de México es el único país de la región que ha estado en el grupo mundial de la Copa Davis y en niveles altos de la Copa Federación», reconoce la salvadoreña Cecilia Ancalmo Castro, oficial de desarrollo de la Federación Internacional de Tenis (FIT).
JR dialogó con ella esta semana, mientras en las canchas del habanero hotel Occidental Miramar se desarrollaba el XIII Torneo Internacional Horizontes de la Amistad, para prospectos que no rebasaran los 18 años de edad.
«En las competencias juveniles todavía tienen buenos rendimientos en la región, pero a partir de entonces los atletas empiezan a estancarse y no evolucionan como debieran.
«Necesitarían asistir a más eventos, sin ese fogueo les resultará muy difícil mejorar sus resultados», explica Cecilia.
«Es una lástima esa paradoja, advierte, pues Cuba cuenta con excelentes jóvenes, me atrevería a decir que pocos en la región centroamericana y del Caribe tienen sus condiciones. Además, los entrenadores están muy bien calificados: cinco poseen la máxima categoría de la FIT.
Giraldo Martínez Monterrey es uno de ellos. Adiestró a Pino y ahora al prometedor Omar Hernández, a la par que dirige a los entrenadores de la selección nacional. Él está seguro de que cuando las condiciones económicas del país mejoren y el tenis pueda disponer de más recursos para su práctica en el alto rendimiento, Cuba volvería al Grupo II de la Copa Davis y podría soñar con incluirse en el primer nivel.
«Tenemos una cantera de muchas perspectivas, muchachos y muchachas que pudieran devolverle a nuestro país el esplendor de años pasados», vaticina.
Y menciona entre los varones, además de Omar, a Cristian Rodríguez, Yoan Pérez, Marcos Lazo, Denilson Martínez, David Rodríguez y Cristian Betancourt. Mientras Claudia Carreras, Yusleidis Smith, Yenise Machacho y Amanda Gómez, figuran en la nómina de talentos en el sexo femenino.
Giraldo hace un alto en la conversación y posa los ojos en la cancha principal del complejo del hotel, donde su mejor pupilo acaba de derrotar a un rival que lo supera en fogueo y posición en el ranking.
Omar aparece en el lugar 1 306 de la lista universal para juveniles, con 13.75 puntos. El mexicano Jesús Santiago Suárez, un adversario más experimentado al que desbancó el miércoles con marcadores de 7-5 y 7-6, está alojado en la casilla 881 del orbe, con 35 unidades.
«¿Usted ve? ¿Tenemos razón o no?», me suelta Giraldo con un hálito de esperanzas.
«El Inder hace un esfuerzo colosal. Hasta ahora todo lo que nos ha prometido lo ha cumplido, pero no podemos desconocer que la situación económica del país es compleja», subraya Juan Antonio Ramos Báez, Comisionado Nacional de Tenis.
La FIT también apoya, pero esa organización no escapa a la crisis mundial. «Hemos tenido que hacer ajustes en el presupuesto. Hubo un tiempo en que asignábamos recursos para torneos profesionales. Esas partidas fueron recortadas y a mediano plazo, por lo menos, no se vislumbra su restablecimiento», asevera Cecilia.
¿Los precios del sueño o de ensueño?
Basta mencionar los costos de algunos recursos para comprender cuántos sacrificios hay que hacer en aras de sostener esta disciplina: el par de tenis más barato cuesta más de 100 dólares, una raqueta modesta también supera esa cifra y un tubo con tres pelotas vale entre cuatro y cinco dólares. Y a nuestros atletas no les faltan los recursos imprescindibles para cumplir los planes de adiestramiento, según afirman los propios muchachos.
De acuerdo con datos aportados por Cecilia, en México un atleta de 18 años debe disponer de cerca de 2 500 dólares mensuales para entrenamiento. Países desarrollados como Japón se dan el lujo de gastar mucho más en la formación de los jugadores.
Son las reglas impuestas por el mercado, que hace del deporte un negocio. Después, esos mismos tenistas, si aspiran a hacerse de un ranking, requieren de cuantiosas sumas para asistir a las competencias, y ahí, entonces, están al acecho los patrocinadores, los «mecenas».
Sin embargo, Cuba está en condiciones de lograr resultados notables sin gastos tan onerosos. Nuestro sistema deportivo les garantiza oportunidades de formación y desarrollo a los atletas.
La villaclareña Amanda Gómez Herrera, de 16 años, elogia las condiciones de los albergues donde se alojan durante el año y el quehacer de los entrenadores. Y recomienda, por lo pronto, mejorar la superficie de la cancha en el Centro Nacional de Tenis 19 de Noviembre, al este de la capital.
Sobre ese tema, el Comisionado se muestra optimista. «Ya rescatamos la instalación de Artemisa, una plaza fuerte en esta disciplina, y se trabaja en las de arcilla del “Centro”. También está previsto restablecer un área en el municipio de Diez de Octubre».
«La dirección técnico-metodológica del alto rendimiento del Inder nos ha ayudado en el diseño de estrategias para tratar de que los prospectos evolucionen adecuadamente. Y para suplir la poca asistencia a certámenes en el exterior, organizamos topes entre los cubanos el último fin de semana de cada mes.
«Sabemos que no es suficiente, reconoce Juan Antonio Ramos, pero tenemos que seguir buscando caminos, creando oportunidades, para que el tenis cubano vuelva a insertarse en los mejores circuitos de ese deporte a nivel internacional».
Similar deseo manifiesta Cecilia, quien deja entrever la insatisfacción que siente al no poder ayudar más a una pléyade de atletas con posibilidades de dar el «salto» hacia la consagración.
«La FIT ha acordado con la Federación de aquí ir dándole prioridad a los jugadores que vayan despuntando más rápido y gestionarles fondos para que puedan competir más, aunque nunca será suficiente», señaló ella.
Mientras, la gente seguirá recordando los años mozos del tenis criollo. Aquellos de finales del milenio pasado, cuando Juan Antonio Pino era uno de los mejores exponentes en América. Y Cuba se batía a raquetazo puro contra los «monstruos».
A lo mejor mañana, si las condiciones cambian, la historia se puede repetir. Y quién sabe, si hasta superar.