Un duelo nostálgico entre el español Cesc Fábregas y el francés Thierry Henry se vivirá en el incio de los cuartos de final de la Liga de Campeones. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 04:55 pm
Con una soberbia demostración del vigente campeón, Barcelona, pasaron a la historia los octavos de final en la Liga de Campeones del fútbol europeo. Esta vez los desenlaces fueron «lógicos», menos el mortal zarpazo del Lyon al Real Madrid.
Sobre el sexto fracaso consecutivo en esta ronda del multimillonario proyecto de los «merengue» han corrido ríos de tinta. Pero la caída de otro acaudalado imperio como el Chelsea inglés, fue la confirmación de que en el fútbol se compra el talento, pero no el buen juego.
Por resultados, se impuso la filosofía del trabajo. Como pruebas quedaron el brillo constante de lo que ayer fue la cantera del Barcelona, y la solidez de Arsenal y Lyon, aún en la élite despúes de vender sus estrellas.
Así se alistó la escena para unos cuartos de final que tendrán hasta un duelo fratricida. Quiso el sorteo que Francia se partiera en dos, poniendo en la misma llave al Olympique de Lyon y al Girondins de Burdeos.
Mucho morbo tendrá también la batalla entre Arsenal y Barcelona, con sus primeras escaramuzas en Londres. De un lado estará el español Cesc Fábregas, un producto genuino de la fábrica de futbolistas catalanes y ahora mariscal de los «gunners». En la otra esquina aparece el goleador francés Thierry Henry, quien regresará como rival al Emirates Stadium, donde vivió sus días más gloriosos.
Para rematar, en los banquillos habrá dos técnicos —Wenger y Guardiola— que presumen de diseñar el fútbol más vistoso del momento.
A pesar de no ser el tren que arrolló durante el pasado curso, el Barça sigue siendo la locomotora que con sus mecanismos a punto —entiéndase Messi en estado de gracia—, puede sacar de su archivo partituras tan magistrales como la ejecutada la semana pasada frente al Stuttgart en el Camp Nou.
No obstante, los catalanes tendrán que lidiar con la maestría del ruso Arshavin, ese geniecillo irreverente que en poco tiempo ha hecho menos notable la salida de Adebayor.
En cuestiones de suerte, el Barcelona salió mejor parado, pues si logra emerger airoso del trance, jugará también como local el partido de vuelta en semifinales frente al ganador de la serie entre el Inter italiano y el CSKA de Moscú.
Después de despachar en su propia casa al temible Chelsea del multimillonario Roman Abramovich, los neroazurris dirigidos por el polémico Mourinho parecen destinados a la supervivencia. Sería interesante ver otro duelo Inter-Barça, otro cara a cara Eto'o-Ibrahimovic después de intercambiar sus destinos. Ya se vivió durante la fase de grupos, pero a estas alturas del torneo sería un remake más excitante que su versión original.
En el otro pulso, con la vista puesta en las semifinales, medirán fuerzas el Manchester United inglés y el Bayern de Munich alemán, dos «grandes» en la historia del fútbol europeo.
Ante la intermitencia del francés Ribery, los bávaros han encontrado la llave del tesoro en las botas del holandés Arjen Rooben, quien parece haber llegado al destino de sus sueños tras pasar sin penas ni glorias por Londres y Madrid.
Con ligero favoritismo, acaso por su estabilidad, llegan los discípulos de Sir Alex Ferguson, con la demoledora potencia de Wayne Rooney como estandarte.
Cualquiera que resulte vencedor parece tener el trayecto más tranquilo hacia la final en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid, donde Florentino Pérez ya no podrá disfrutar los goles de Cristiano Ronaldo y los pases de Kaká, ni el triunfo de su millonaria inversión. Cosas del fútbol… y de los negocios.