Rafael Fortún Chacón cumpliría hoy 90 años. Nació en la tierra de los tinajones y le tocó vivir cuando en Cuba había deportistas, pero no deportes. Supo empinarse sobre la discriminación, el hambre y otros demonios hasta convertirse en el primer velocista cubano en vencer a los de Estados Unidos.
Durante los I Juegos Panamericanos, en Buenos Aires 1951, lideró en 100 y 200 metros. Al regreso fue despedido en Obras Públicas, donde trabajada.
Tuvo que afrontar enormes desafíos y quizá por ello llegó tarde a la cima. A los 27 años fue dueño del hectómetro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Barranquilla 1946. Luego repitió las victorias en Guatemala 1950 y México 1954.
Asistió a las contiendas olímpicas de Londres 1948 y Helsinki 1952. En esta última llegó a la final de los 100 metros y se convirtió en el primer cubano en conseguirlo.
Por sus extraordinarios méritos, fue escogido para encender el pebetero durante la apertura de los XIV Juegos Centroamericanos y del Caribe, que organizó La Habana en 1982. Sin embargo, antes del suceso la muerte lo derrotó en una desigual carrera contra el cáncer.
Fortún cumplió con la obra de su vida. Ojalá, más temprano que tarde, otros velocistas cubanos tomen el cielo por asalto. La convocatoria sigue en pie.