El ajedrecista cubano pudo topar con algunos de los mejores jugadores del mundo, y su nombre es cada vez más respetado en los torneos de la élite
Los seres humanos somos eternos inconformes y quizá por ello sufrimos más de la cuenta. Tengo un ejemplo reciente: la derrota del Gran Maestro cubano Leinier Domínguez (2717), en la última ronda del supertorneo Corus de ajedrez, frustró a muchos aficionados que esperaban al menos un empate frente al benjamín ucraniano Sergey Karjakin (2706).
Pero, curiosamente, nuestro muchacho «quemó las naves» en ese duelo buscando el triunfo, algo que todo el mundo le había exigido en otras ocasiones. Y así perdió, «tirando la casa por la ventana», como escribió en su diario el periodista español Leontxo García, considerado un «gurú» del ajedrez.
Por la calle hasta escuché comentarios sarcásticos: «Leinier no tiene remate, el pasado año perdió también la última partida en Biel cuando necesitaba apenas unas tablas para ganar el torneo», decía un joven en la guagua.
Me parece el colmo de la injusticia. Debemos tener en cuenta que Leinier está comenzando a topar ahora regularmente con la superélite del ajedrez, en tanto los demás contendientes se conocen de memoria.
Aplaudo la decisión de arriesgarlo todo en la última partida con Karjakin, pues estaba en juego el título del certamen. Soy de los que detestan las tablas acordadas o sin lucha sobre el tablero.
De hecho, los organizadores de los torneos del Grand Slam piensan lo mismo y están acorralando a los jugadores poco combativos. Así, se decidió que el próximo año se aplicará siempre la «regla Sofía» (prohibido ofrecer tablas). La medida me satisface mucho y espero que llegue pronto a nuestros campeonatos nacionales.
En fin, el festival de Wijk aan Zee nos dejó la certeza de que a Leinier ya lo respetan y solo es cuestión de tiempo para que logre adaptarse completamente a las exigencias de un evento como este. Nunca había jugado un torneo de categoría XIX, con un Elo promedio de 2716 puntos, según nos confirma el estadístico Carlos Martínez Laporte.
Antes, en toda su carrera, no había topado en un año completo contra diez jugadores de 2700 puntos o más. Sin embargo, ahora enfrentó a diez en 15 días.
En breve —del 18 de febrero al 8 de marzo—, el habanero jugará en Linares y allí volverá a medirse con cinco de los rivales que tuvo ahora: el ucraniano Vassily Ivanchuk (2779), el noruego Magnus Carlsen (2776), el azerbaijano Teimour Radjabov (2761), el armenio Levon Aronian (2750) y el chino Wang Yue (2739). Además, se sumará el indio Viswanathan Anand (2791), vigente campeón mundial, junto al ruso Alexander Grischuk (2733).
Pero entonces Leinier tendrá menos presión, pues será el competidor con menor Elo y unos pocos puntos le bastarán para conservar su acumulado. No obstante, puede volver a sorprendernos.
Y si en definitiva juega después en el MTel Masters de Sofía —tercer Grand Slam de la temporada—, pudiera concretarse allí la revancha frente a Karjakin. Además, enfrentaría al búlgaro Veselin Topalov (2796) y ya conocería de cerca a todos los «monstruos».
Tengamos paciencia. Ya se corre la noticia de que Capablanca volvió a nacer y eso merece un brindis. ¡Viva el rey!
Jóvenes campeonesPara que no queden dudas sobre el meteórico ascenso de los niños prodigios en el ajedrez, veamos algunos datos de los recientes campeones en Wijk aan Zee.
Sergey Karjakin todavía conserva el récord del Gran Maestro más joven del mundo, pues obtuvo el título a los 12 años y siete meses de edad. En 2008 llegó a ocupar el puesto 13 del ranking mundial absoluto. Actualmente tiene 19 años (nació el 12 de enero de 1990).
Mientras, el ganador del grupo B fue el italiano Fabiano Caruana, de 16 años. Y en el C reinó el filipino Wesley So, de 15, seguido por el ruso-nepalí Anish Giri, quien tiene 14. Este último acaba de convertirse en el Gran Maestro más joven de la actualidad.