Han transcurrido exactamente 40 años y aún atesoro en la memoria algunas de las clásicas canciones rancheras que matizaron el 12 de octubre de 1968 la inauguración de los Juegos Olímpicos en el Estadio Universitario de la capital mexicana.
Fueron los primeros y únicos acogidos hasta ahora por un país latinoamericano y contaron con la presencia de 5 516 atletas de 112 países enrolados en los 172 eventos de 23 deportes. No había comenzado a enseñorearse ni el gigantismo ni la desmedida comercialización.
La frase por primera vez también puede aplicarse al encendido del pebetero a cargo de una mujer, honor que perteneció a la atleta local Enriqueta Basilio.
Y se produjo el primer juramento de los oficiales actuantes; comenzaron los exámenes de feminidad entre las atletas e irrumpió el uso en la pista para el atletismo de un material sintético denominado Tartán.
El estadounidense Bob Beamon rubricó récord mundial en salto de longitud en México 68. En la cita sobresalió el fabuloso salto de longitud hasta los 8.90 metros del mítico Bob Beamon.
Hubo más. El estadounidense Tommie Smith ganó los 200 metros con récord mundial de 19.86 segundos, prueba donde su coequipero John Carlos llegó tercero. Tuvieron dos horas para decidir en el vestuario de qué modo subirían al podio. Carlos había olvidado sus guantes negros. Smith, ataviado con una bufanda del mismo color se calzó un guante en su mano derecha y entregó el otro a su compañero, quien se lo puso en la izquierda.
Subieron al podio sin las zapatillas puestas. Y cuando comenzó a sonar el himno de Estados Unidos ambos bajaron las cabezas y levantaron el puño enguantado en silenciosa protesta contra la discriminación racial en su país.
Y Cuba acudió a los Juegos Olímpicos que más cerca ha tenido con 138 atletas en 14 deportes. El saldo fue de cuatro medallas de plata ganadas por los relevos de 4x100 metros, ambos con récords nacionales, así como los boxeadores Enrique Regüeiferos y Rolando Garbey.
La posta masculina fue integrada por Enrique Figuerola, Pablo Montes, Hermes Ramírez y Juan Morales. La femenina por Miguelina Cobián, Marlene Elejalde, Violeta Quesada y Fulgencia Romay.
Todo no fue fiesta y alegría. Diez días antes del comienzo y junto al colega Sergio Pineda, de Prensa Latina, fui testigo de la atroz matanza de Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas.
Esa tarde fueron emboscados decenas de miles de estudiantes que se habían congregado pacíficamente en el lugar.