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El ajedrez es teatro

JR reproduce para sus lectores fragmentos de una entrevista al Gran Maestro indio Viswanathan Anand aparecida en la revista alemana Der Spiegel 

Autor:

Juventud Rebelde

Salvo cuando uno comete un error como en la primera pregunta de esta entrevista, Viswanathan Anand es un excelente conversador. Seguramente ustedes podrán notarlo.

—Dentro de dos semanas usted defenderá su título mundial contra el ruso Vladimir Kramnik. Pero recientemente ocupó el último lugar en la Final de Maestros del Grand Slam, en Bilbao. ¿Es eso una desventaja psicológica?

—Muchas gracias por recordármelo. Por favor, no hablemos sobre Bilbao.

—Correcto. El duelo por el título mundial consiste en 12 partidas como máximo y eventualmente un desempate. Usted conoce a Kramnik desde hace 19 años. ¿Todavía le puede sorprender?

—Llevamos jugando en los mismos torneos desde 1993. Pero hay una diferencia entre conocer a alguien y comprenderle. Durante los últimos 20 años, Kramnik ha jugado varios miles de partidas y si me enseñan una posición, en un 90 por ciento de los casos sé de cuál se trata. Sin embargo, no debo pensar que conozco su juego. Es más, incluso creo que me sorprenderá. Y lo mismo vale al revés, lógicamente.

—¿Cómo se ha preparado usted para el Campeonato del Mundo?

—Me estoy dedicando a Kramnik desde el pasado mes de abril, hasta diez horas al día. En mi casa, en el sótano. Allí tengo mi despacho. He creado una base de datos. Voy construyendo escenarios de juego. Procuro neutralizar posiciones en las que Kramnik es especialmente fuerte. Debo tener en cuenta que él hace lo mismo con mis partidas. Es decir, debo tener en cuenta que él está reflexionando sobre cómo pienso yo. Uno está trabajando meses y meses con el ordenador para descubrir nuevos caminos.

—Los ordenadores cada vez son más importantes. ¿Se ha convertido el ajedrez en un juego de preparación y ganará el que se entrene mejor?

—Siempre ha sido así. Hoy en día se suele analizar con el ordenador. En el siglo XVI se analizaba sobre el tablero. Solo es una diferencia gradual. La preparación para un campeonato del mundo, desde siempre ha sido una carrera de armamentos. Antiguamente era con libros, después con entrenadores y hoy con ordenadores. El ordenador es un compañero de entrenamiento estupendo. Me ayuda a mejorar mi juego.

—Pero si el ajedrez se convierte en un juego para computadoras y cada jugada se calcula con la máquina, ¿entonces no acaba el hombre únicamente moviendo las piezas?

—No. Al principio yo era muy escéptico. Hace diez años opinaba que el ajedrez se terminaría en el año 2010. Pero eso no es cierto. El ajedrez no morirá tan pronto. Todavía hay muchas habitaciones en este edificio a las que no hemos entrado. ¿Se acabará para el 2015? No lo creo. Por cada puerta que los ordenadores han cerrado de golpe, en el mismo momento han abierto una nueva.

—¿Cómo es eso?

—Hace 20 años hicimos cosas que hoy ya no funcionan, debido a las computadoras. Entonces intentábamos engañar a nuestro oponente, pero hoy el ordenador no cae en la trampa. Pero ahora es posible calcular más profundamente durante la preparación. En los últimos años han surgido partidas espectaculares que hubieran sido impensables sin contar con los ordenadores. Es lo mismo que en la Astrofísica: quizá el trabajo ya no es tan romántico como antes, pero solo con papel y lápiz no hubiéramos llegado tan lejos.

—De vez en cuando se oye que algunos jugadores utilizan el ordenador furtivamente en las partidas y eso es una estafa. ¿Usted qué opina?

—Es una amenaza con la que hay que convivir. En los últimos tiempos me he acostumbrado a ser controlado con el detector de metales antes de sentarme delante del tablero, pues la cifra de estafadores aumenta. Entonces hemos establecido reglas: si mi teléfono móvil suena durante la partida, pierdo. Esto es duro, pero tiene que ser así. La alternativa sería permitir el uso de ordenadores durante la partida. Para mí esto no es dopaje, pero sería otro tipo de ajedrez. Nuestro juego debe seguir siendo una medición de fuerzas entre dos personas.

—¿Hábleme de las emociones?

—Son decisivas. El momento en el que te das cuentas de que has cometido un error es el más emocionante de todos. Debes procurar mantener el control de ti mismo. El ajedrez es teatro. Si el oponente nota tu incertidumbre, tu rabia, tu tristeza, le das ánimos. Se aprovechará de tu debilidad.

—¿Tiene mucha facilidad para leer en las caras?

—Normalmente la cara del oponente suele tener una expresión relajada, indiferente. Una excepción era Garry Kasparov, contra quien disputé el Campeonato del Mundo en Nueva York, en 1995. Él era un libro abierto. Lo que yo suelo hacer es escuchar el aliento.

—¿Usted escucha cómo respira el oponente?

—Si respira hondo o no, agitada o pausadamente, eso desvela mucho sobre el estado emocional. En un duelo que dura un mes, incluso un carraspeo puede tener mucha importancia. Además, es importante tener conocimientos de fondo: ¿Tiene problemas con su mujer? Si está pensando también en asuntos particulares puede que no se concentre bien.

—¿Qué le pone nervioso a usted?

—El darme cuenta de que mi oponente cambia el rumbo de la partida. En un campeonato del mundo hay que tener cuidado de no caer en el pánico. Ya le estás dando vueltas durante el desayuno. ¿A ver si tiene pinta de estar relajado? ¿Tenso?Kramnik y yo estaremos alojados en el mismo hotel en Bonn. En principio nos caemos bien, pero pasará algún tiempo hasta que nos hablemos.

—Durante estos torneos, ¿usted logra desconectar por las noches?

—Es difícil relajarse sin tener sentimientos de culpabilidad. Entonces me pregunto: ¿No debería trabajar más? La experiencia ayuda a encontrar el equilibrio correcto. A mi me gusta ver viejas películas de Hitchcock para dar una pausa a la cabeza.

—Algunos jugadores de primera fila mundial se han vuelto locos a lo largo de su carrera. ¿Es un riesgo profesional?

—Se necesita tener una vida aparte del ajedrez. Entonces no hay peligro. Hay que conservar también otros intereses. No han sido muchos los que se han puesto realmente mal. Seguro que existe la misma cantidad de médicos o conductores de autobuses locos.

—Usted tiene 38 años. ¿Cuánto tiempo más seguirá jugando?

—Seguiré mientras pueda competir con la élite. Mis mejores años han sido los tres últimos. Pero es cierto que los jugadores de primera fila cada vez son más jóvenes.

—Últimamente ha llamado mucho la atención el joven noruego Magnus Carlsen, de 17 años. ¿Cuán bueno es?

—Tarde o temprano se coronará Campeón del Mundo.

—Dicen que en el duelo por el título mundial él será su entrenador.

—Es un rumor. Dejemos colgado a Kramnik sin saberlo. Eso es parte del juego psicológico. Si sabes quien estará en el equipo de tu oponente, podrás adivinar lo que planifica. Así que no diré nada.

Nota: Fragmentos de una entrevista aparecida en Der Spiegel. Se trata de la mayor revista semanal de Europa y la más importante de Alemania. Se edita en Hamburgo. JR la reproduce con gusto para sus lectores.

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