El nadador estadounidense Michael Phelps quiere en Beijing superar a su legendario coterráneo Mark Spitz. Foto: Reuters BEIJING.— Si en definitiva la selección del número ocho para la fecha y horario de apertura de los Juegos Olímpicos contribuye al éxito del certamen, la buena fortuna pudiera extenderse hasta quienes han vinculado sus propósitos con este dígito.
No son pocas las personas que en esta nación, donde el ocho es un símbolo de buenos augurios, aguardan para contraer matrimonio o planificar la llegada de un hijo el próximo 8 de agosto, cuando dará inicio el magno certamen deportivo. ¿Les servirá esta creencia a quienes van a competir en estas tierras? De ser así, el difícil objetivo del nadador estadounidense Micheal Phelps pudiera encontrar un aliado en la superstición.
Desde que irrumpió en la élite de la natación, el destacado atleta nacido en la ciudad de Baltimore se convirtió en el más serio aspirante a superar la proeza de su compatriota Mark Spitz, quien se colgó al cuello siete títulos durante los Juegos Olímpicos celebrados en la ciudad alemana de Munich hace 36 años.
En la pasada cita olímpica de Atenas 2004, Phelps ya hizo el ocho en la suma del total de medallas (seis títulos y dos preseas de bronce), pero no alcanzó a concretar su más ansiado propósito. Cuatro años después, se apresta a convertir a esta ciudad en testigo de la hazaña y acaparar ocho de las 34 coronas que se ofertarán en el certamen de natación.
Durante las eliminatorias de su país, el estelar nadador de 23 años hizo el grado para concursar aquí en ocho pruebas, y rebajó sus propios récords universales en las especialidades de 200 y 400 metros combinados.
«Te entusiasmas cuando entras al estadio y piensas en lo que sentirás el primer día, en el ambiente que habrá», dijo Phelps este miércoles, dos días antes de su debut olímpico, en una atestada conferencia de prensa.
«No pienso en el récord. Son ustedes los que hablan de eso. Lo que yo tengo que hacer es prepararme bien. Vamos a tener un desafío duro durante la próxima semana y media», aseguró.
Para el nadador, la experiencia de vivir en la Villa Olímpica ha sido positiva. «Es divertido, como estar en la universidad, seis muchachos en el mismo departamento, compartiendo habitaciones... Ayer estábamos cinco o seis jugando a las cartas, todos muy relajados».
Sobre los horarios de las competencias, el es-telar nadador negó que disputar las finales en la mañana sea un problema: «Tenemos que estar listos para nadar cuando sea. Da igual a las cinco de la madrugada, al mediodía, o por la noche. ¡Son los Juegos Olímpicos!».
Sin embargo, las opiniones sobre las posibilidades de que logre acaparar ocho cetros están divididas, pues es complicado nadar cerca de 20 ocasiones en tan poco tiempo. El propio Mark Spitz considera que Phelps está preparado como nunca para superar su actuación, y ha declarado que será un honor que lo haga un compatriota.
En cambio, el australliano Ian Thorpe, su más acérrimo rival durante las Olimpiadas de Atenas 2004, considera que las posibilidades de que caiga la marca de Spitz no son muy amplias.
Cumpla o no su objetivo, no hay dudas que Phelps será una de las atracciones de los Juegos. Y mientras sus patrocinadores se frotan las manos -—Speedo le garantizó un millón de dólares si borra a Spitz de los libros—, él solo quiere hacerlo lo mejor posible dentro del agua.