RÍO DE JANEIRO.— Por todo lo alto cerró este miércoles la actuación del levantamiento de pesas cubano en los XV Juegos Panamericanos, cuando el camagüeyano Joel Mackenzie consiguió el título en la división de los 105 kilogramos.
Nadie puede imaginarse cómo durmió el agramontino en la antesala del duelo. En su memoria rondaban los fracasos en las citas continentales de Winnipeg 99 y Santo Domingo 2003. Pero en esta, su tercera y presumiblemente última opción, el «ahora» le ganó el pulso al «nunca».
Ensimismado sobre la plataforma, y a pesar de haber fallado en par de intentos, Mckenzie logró alzar 175 kilogramos en el movimiento de arranque y 205 en envión, para un total de 380.
El resultado fue sorprendente, pues muy lejos quedaron el argentino Pedro Stetsiuk (340 kg) y el brasileño Fabricio Mafra (338 kg), medallistas de plata y bronce, respectivamente.
A veces, reza el refrán, «la suerte no es del que la busca, sino de quien la encuentra», aunque les aseguro que, con este comentario, no intento minimizar el resultado de Mackenzie. Sucede que, entre sus rivales, aparecía el ruso nacionalizado ecuatoriano, Boris Burov, monarca exponente y recio batallador. Pero en su primer intento del arranque, Burov se lesionó y debió abandonar la competencia.
«Me preparé para competir contra ese hombre, que posee muy buenos arranques. La idea era mantenerme cerca de él en este movimiento y derrotarlo después en envión. Su lesión me limpió un poco el camino, pero yo sabía que podía superarlo», aseveró el fornido agramontino.
Ese fue el quinto oro, de seis posibles, de los pesistas cubanos, así que este deporte ya se perfila como el de mayores progresos en relación con la anterior cita panamericana, donde apenas consiguieron uno.