Para Ugás la consagración y disciplina son tan efectivas como sus mejores golpes. Fotos: Franklin Reyes
SANCTI SPÍRITUS.— «¿Por fin Ronaldo va a jugar en el Milán?», fue la pregunta lanzada a mis espaldas, instantes después de llegar a la sala de prensa habilitada para cubrir las incidencias del 46 Campeonato Nacional de Boxeo Playa Girón.
Nada de extraño tenía aquella interrogante flotando en predios periodísticos, pero vaya sorpresa me llevé cuando supe que quien buscaba una respuesta era nada más y nada menos que el santiaguero Yordenis Ugás, monarca ligero en el más reciente certamen universal, y uno de nuestros mejores púgiles en la actualidad.
Desde ese momento sentí que el fútbol podía ser mi «gancho», no en el sentido boxístico de la palabra, sino en el significado más práctico: el de instrumento para primero atrapar, y luego atraer hacia mi terreno a alguien que se confiesa más cómodo ante las duras exigencias de un gimnasio, que frente a la grabadora de un periodista.
Y esa fue mi estrategia. Asombrado del dominio que posee Ugás sobre el más universal de los deportes, y después de compartir criterios y hablar de lo «humano y lo divino» de las ligas europeas, el fútbol cubano y las estrellas internacionales, comencé a dudar si estaba frente a un peleador nato, o un futbolista frustrado.
«El fútbol es mi deporte, pero para verlo y disfrutarlo. Nunca lo practiqué y no sé si hubiera sido bueno. Yo amo el boxeo desde que tenía seis años, cuando pasaba frente al gimnasio de Los Olmos —mi barrio en Santiago de Cuba— y me atraía todo lo que pasaba allá adentro. Un día entré y desde entonces no he dejado de tirar golpes. Soy el único deportista y boxeador de mi familia, que al principio no aceptaba la idea, pero luego me apoyó y sigue ahora todos mis combates».
Luego vino el ingreso a la EIDE de la provincia, su primera incursión en Juegos Nacionales Escolares en la división de 38 kilogramos, y los buenos resultados que le abrieron las puertas al grupo de las mejores promesas del boxeo cubano.
A partir de entonces, Ugás comenzó su andar por los cuadriláteros del mundo, y después de pasar inadvertido por el Campeonato Mundial para cadetes de 2001, alcanzó la gloria en una justa similar celebrada dos años más tarde, ya concursando en los 60 kilogramos.
No corrió igual suerte en el máximo certamen para juveniles de todo el mundo celebrado en 2004. Allí cayó ante un púgil inglés llamado Amir Khan —hoy profesional—, que meses después impresionaría a todos en los Juegos Olímpicos de Atenas a pesar de ceder en la final ante nuestro legendario Mario Kindelán, a quien sustituyó, en las filas del equipo nacional, nuestro entrevistado.
«Cuando Kindelán se retiró, todos me hablaron de la gran responsabilidad que significaba ocupar su lugar, pues en esta división Cuba había tenido siempre grandes boxeadores y había que mantener esa tradición. Haber dado continuidad a los buenos resultados en esta categoría es uno de mis mayores orgullos y estoy contento con lo hecho hasta el momento».
SUEÑOS PREMATUROSEl estilista santiguero espera en el 2007 reeditar sus éxitos del pasado año. Apenas un año después de asumir el reto, Ugás fue capaz de convertirse en el mejor hombre del planeta en su división, momento que, junto al triunfo como cadete, considera como el más importante de su incipiente trayectoria.
«Siempre soñé con ser campeón mundial, pero nunca pensé que llegaría esa oportunidad tan rápido. Fui al Mundial de China pensando siempre en conseguir un buen resultado, pero el título no estaba en los planes. Quería pelear bien, ganar o perder, pero siempre hacer buenos combates. Y así salió el resultado, que significa para mí un compromiso, ya que en lo adelante el mayor reto es mantenerlo y superarlo».
Por el momento, no se vislumbra en el panorama boxístico doméstico alguien que pueda hacerle sombra a sus aspiraciones de brillar en los Juegos Olímpicos de Beijing el próximo año. Pero, si en la época de juvenil le tocó enfrentar al mejor del planeta, el ascenso a la división ligera de Alexei Tischenko —monarca olímpico y mundial en los pesos pluma y considerado el mejor púgil amateur de Europa—, pondrá nuevamente a prueba sus fibras de campeón. Y si no ocurren contratiempos, la posibilidad del primer duelo entre ambos pudiera darse en el Mundial del próximo verano con sede en Rusia, la tierra del retador.
«Son cosas del boxeo y hay que darle el frente. Lo he visto pelear, sobre todo en la pasada Olimpiada y pienso que es un buen boxeador. Sé que tendré frente a mí a un rival de consideración, y eso me obliga a entrenar más y prepararme mejor cada día, porque esa es la única forma de ser más grande en este deporte».
Precisamente la consagración en los entrenamientos, la disciplina y la entrega, son para Ugás sus principales virtudes, además de poseer buena defensa y una notable maestría que ha crecido desde su llegada a la prestigiosa Escuela Nacional Olbein Quesada, conocida en el mundo de los puños como La Finca de los boxeadores.
MÁS DE UN SECRETO«Todos piensan que lo más duro en el boxeo son los golpes, y creo que no es así. A ellos te acostumbras, y hasta puedes evitarlos. Para mí lo más difícil ha sido siempre luchar con el peso, y aunque no soy de los que más problemas tengo en ese sentido, es algo que solo he podido superar gracias a la disciplina que desde mis inicios me inculcaron en la EIDE mis entrenadores, especialmente Andrés Linares, cuyos consejos me han ayudado mucho hasta el día de hoy.
«Pienso que soy muy disciplinado y responsable, aunque esto no quiere decir que no tenga mis problemas, que a veces prefiera disfrutar más, “fiestar” y hacer todo lo que le gusta a cualquier joven de mi edad, pero las victorias dependen mucho de la fuerza de voluntad y de los sacrificios que uno esté dispuesto a hacer».
Y con el mismo orgullo con que recuerda los nombres de Ignacio, Wilson y Alberto Febles —quienes moldearon allá en Santiago el comienzo de su prometedor futuro—, Ugás confiesa que siempre ha sido el campeón olímpico Maikro Romero el ejemplo que guía su carrera.
«Desde que lo vi pelear supe que era mi boxeador. Por su estilo, por su técnica y por la forma en que lograba sus victorias. En lo personal somos muy amigos, siempre conversamos y recibo de él muchos consejos que trato de aprovechar al máximo para un día cosechar los buenos resultados que él consiguió a lo largo de su carrera».
La llamada a los camerinos para comenzar la preparación de su segundo pleito del torneo interrumpió esta conversación. En apenas unos segundos alcanzó a decirme que está listo para otro buen año antes de llegar a los Juegos Olímpicos, para después decidir si se mantiene o cambia de división.
«No te preocupes mucho, que el boxeo cubano está bien y seguirá dándole alegría a nuestro pueblo. En otro momento seguimos», fueron sus últimas palabras antes de entrar al salón de calentamiento, no sin antes recordarme una promesa: «Oye, acuérdate de averiguarme lo de Ronaldo».