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Una señora de Shanghai ha instalado un lector de tarjetas que su marido debe utilizar cada vez que entra por la puerta. Así garantiza que a las 21 horas ya tenga las pantuflas puestas, pues con frecuencia alegaba trabajo en horas extras en su empresa. Un cartel sobre el aparatico en cuestión expone las reglas: Si llega a las 9 p.m., se lo recompensa con una cena caliente en compañía de su esposa, sin tener que lavar los platos. Pero si se pasa, está multado con cien yuanes, y si llega más de 30 minutos tarde, tiene que ocuparse un día entero de las tareas de la casa en el fin de semana. «Si la máquina de tarjetas puede manejar las horas de trabajo de mi marido, también debería funcionar bien para sus horas no laborables», dijo Emma Yi, la precavida esposa que ahora es alabada o vilipendiada en las redes sociales, según el caso.
