Ganxi Dong, una pequeña aldea oculta en las montañas de Tianzhu, en el centro de China, captó la atención del mundo entero por las inusuales características de sus residentes. Además de cultivar, cada vecino es un experto en el arte del kung fu, y manejan una gran diversidad de armas como varas, horquillas y sus propios puños. Sus habilidades de combate han sido cuidadosamente transmitidas de generación en generación. Nadie conoce la verdadera historia de la ahora famosa aldea, pero la costumbre de aprender kung fu sigue vigente entre los 123 habitantes.