Quizá los criminales en las inmediaciones del Mar de Tasmania sean más cultos que los del resto del mundo. Lo cierto es que en Christchurch, Nueva Zelanda, han logrado bajar considerablemente el crimen desde que instalaron en las calles parlantes por los que se escucha constantemente música clásica. El número de incidentes de criminalidad contabilizados por los guardias de la zona central de la ciudad, bajó de 77 por semana a solo dos. Y los relacionados con alcohol y drogas bajaron de 16 a 0. Mozart funciona ante cualquier evento.