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Mundos letrados en la autopista del saber

De cómo las bibliotecas han revitalizado los servicios de consumo cultural y acceso a la información conversamos con la editora y promotora Yaremis Pérez Dueñas

Autor:

Amado René Del Pino Estenoz

GRACIAS a la eterna curiosidad humana, que sin importar la multiplicación de fuentes del conocimiento aspira a obtener infinidad de interrogantes e hipótesis, el oficio del bibliotecario está destinado a perdurar mientras sobreviva nuestra civilización. Más allá de satisfacer puntuales demandas informativas, el sector bibliotecario sigue consolidando las buenas prácticas profesionales a la hora de gestionar y compartir el saber universal. 

Si bien la visibilidad del ámbito de las bibliotecas se acrecienta en torno al 7 de junio, Día del Bibliotecario Cubano, nuestros profesionales de la información han alcanzado por virtud propia el reconocimiento público que merece su concienzuda pero decisiva labor.

Tal como quedó plasmado en el Encuentro Científico Bibliotecológico 2025, los bibliotecarios del presente han sabido diversificar los roles de custodiar y clasificar colecciones con los que se les ha identificado tradicionalmente. Así, sin estar ajenos a las dinámicas actuales de no presencialidad e hiperconectividad con las que lidian nuestras instituciones culturales, los gestores de la información continúan bregando por brindar servicios bibliotecarios de excelencia a los usuarios presentes y futuros.

Para indagar en las perspectivas de desarrollo profesional y comunitario de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM), hemos accedido a entrevistar a Yaremis Pérez Dueñas, la jefa de publicaciones de las Ediciones Bachiller. En calidad de institución rectora del sistema nacional de bibliotecas públicas, la BNCJM ha propiciado en fechas recientes —más allá de limitaciones tecnológicas, y de la complejidad de la vida socioeconómica—, un acceso pleno a la cultura para sus visitantes y usuarios.

Curtida en el ámbito de la edición electrónica desde que fungiera como directora de Cubaliteraria, y con el aval de ser promotora y fundadora del proyecto Cuba digital, que incentiva nuevas plataformas para la publicación y promoción de autores cubanos, Yaremis Pérez Dueñas ha consolidado su saber libresco desde que asumió en 2023 la dirección de Ediciones Bachiller. Recorreremos, por tanto, una tendencia cada vez más habitual en nuestro escenario editorial y bibliográfico, que coloca al lector y al solicitante de información como el centro de la práctica bibliotecológica.

—¿Cómo las bibliotecas contribuyen al desarrollo de la vida cultural y editorial de la nación?

—Las bibliotecas son el resguardo de la nación. Preservan un patrimonio sin el cual la patria misma perdería recuerdos, vivencias, historia. Son la
memoria de años de conformación de un pensamiento imposible de negar y olvidar. Las bibliotecas conservan información no solo para las generaciones presentes, sino, y, sobre todo, para las futuras. En ellas hay siglos de conocimiento y sabiduría.

«Se les ve, en cierta forma, como sagradas, con esa visión de intocables, con esa sensibilidad que a todos y cada una de las personas atañe. Cada lector tiene su propia experiencia con la biblioteca. Para algunos, es centro de formación; para otros, refugio e inspiración; para muchos, orgullo.

«Dentro de las instituciones que han tenido que revalorizar su trabajo una vez vencida la pandemia se encuentran las bibliotecas. Estas, guardianas de tesoros y conocimiento, se han convertido también en centros culturales que revitalizan tradiciones, arte, saberes, e influyen considerablemente en comunidades y en el territorio en general.

«Con la llegada del libro digital y el cómodo acceso que a ellos supone, cada vez más las bibliotecas pierden usuarios en salas y ganan usuarios en línea. La BNCJM, por ejemplo, no escapa tampoco a esta realidad, y ante la transformación de un "mundo analógico" —y digo transformación, no sustitución—, se imponen nuevas formas de ver y concebir el saber.

«Por eso, además de brindar los servicios habituales, la Biblioteca abre sus puertas a exposiciones artísticas y bibliográficas, conciertos, talleres, torneos de juegos de mesa, así como a espacios culturales y literarios en coordinación con organizaciones afines. Y muy importante, al desarrollo del libro digital desde un sello que aboga por la preservación de documentos valiosos, pero también por la divulgación de lo que constituye el pilar fundamental de un país: el libro».

—¿Cuánto está incidiendo en nuestro país la lectura digital?

—Desde hace algunos años el libro y la lectura experimentan una serie de cambios propiciados por diversos factores. Expertos definen esta realidad como la época en que ya no se lee, o se lee menos, y destacan una falta de conocimiento y una apatía total de las nuevas generaciones ante el entorno. Sin embargo, otros aseguran que no se trata de un desinterés por la lectura, sino de un nuevo modo de asumir los procesos lectores en medio de un contexto social que ya no es el mismo, sobre todo después de la pandemia de la COVID-19.

«Lo cierto es que, con el acceso masivo al mundo digital, la cada vez más deseada informatización de la sociedad y la apropiación de nuevas herramientas digitales aplicadas a la vida diaria, el uso y disfrute que hacemos del libro y la lectura también se transforma, y nuestro tiempo para dedicarle a este placer se minimiza ante el convulso ajetreo de la cotidianidad.

«El mundo ha cambiado y con él llegan nuevas maneras de acercarse a cada fenómeno habitual, incluso, al de la lectura.

«La lectura digital llegó para facilitar el acceso a la información, ampliar fronteras cognitivas, contribuir a la superación de académicos e investigadores, aportar al desarrollo de investigaciones científicas, y permitir, en muchos casos, el rencuentro con textos ya agotados e incluso olvidados en bibliotecas o almacenes de centros editoriales.

«En Cuba, por ejemplo, antes de 2019, ya se habían dado pasos para la "normalización" de una lectura digital que facilitara el acceso a nuevos autores, obras e información en general. La creación de la Editorial Cubaliteraria en el año 2000, única de su tipo en el país, así lo evidencia. Luego, otras instituciones se fueron sumando con el deseo de contribuir a esa fusión entre conocimiento y tecnología.

«Sin embargo, no es hasta mediados de 2020 que la realidad comienza a cambiar y se asumen nuevas formas de leer. El mundo digital, la nube, el internet dejaron de ser vocablos abstractos para convertirse en la materialización de tareas, encuentros, investigaciones, espacios, y la lectura digital comenzó a ganar nuevos adeptos y simpatizantes.

«Tanto es así que los años 2020 y 2021 —plena pandemia—, se consideran los de mayor uso de tecnología para la lectura. Miles de libros eran descargados diariamente de múltiples sitios, así como el acceso a aplicaciones, tutoriales, plataformas para compartir e intercambiar saberes se convirtió en una experiencia común a pesar de barreras geográficas o culturales».

—¿Cómo las publicaciones de la BNCJM pueden atraer a potenciales lectores?

—Ediciones Bachiller tiene como tarea la promoción de estos tesoros resguardados en la BNCJM, en los últimos años a través de publicaciones digitales que facilitan no solo la oportunidad de acceder a estos textos, sino el alcance y la inmediatez que la tecnología nos permite.

«El sello se ha propuesto cumplir con el propósito para el que fue creado: poner en valor las publicaciones que se atesoran en la Biblioteca o las investigaciones que de ellas se derivan. A partir del libro, no podemos decir que será únicamente digital. Y tampoco es lo más importante. El valor es el libro en sí mismo, sea cual sea la forma de leerlo.

«Eso sí, aprovecharemos todas las herramientas que el mundo digital nos ofrece con el deseo de hacer más atractivos nuestros textos, alcanzar a más lectores y producir un impacto en la comunidad y en la nación. La multiplicidad de formatos permite eso, que el mismo libro pueda ser disfrutado de diversas maneras, que vayamos de la digital al impreso y viceversa, y que el lector se sienta complacido. Pero que, sobre todo, estemos salvando nuestra historia, nuestra cultura».

 

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