Enrique Núñez Rodríguez legó varias obras llenas de costumbrismo y cubanía. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 08/02/2024 | 09:36 pm
No volveré a hacerles la historia de la vez que Enrique elogió mis textos frente a mí sin saber quién era yo; y que días después, al encontrarnos de nuevo comentara: «¡Qué bien que no hablé mal de ti!»
Tampoco citaré alguna de las tantas anécdotas que vivimos cuando coincidíamos en los avatares de los premios y eventos del Centro Promotor del Humor, porque con decir que fue un eterno amigo y defensor de los humoristas cubanos es suficiente.
Enrique Núñez Rodríguez, cuyo centenario recién celebramos el pasado año, nació el 13 de mayo de 1923, en el pueblo de Quemado de Güines, municipio de la provincia de Villa Clara.
Con solo diez años presentaba sus textos en publicaciones estudiantiles y una revista literaria de izquierda.
Según cuenta en sus libros, con poco más de 20 años vende su bicicleta y decide probar suerte en la gran capital. Viaja a La Habana y casi por azar se convirtió en columnista de humorismo político y social de los periódicos Pueblo, Siempre y Zig Zag.
Debuta en la radioemisora COCO escribiendo la sección de sátira política Cuba en llamas, en los años 40. Se convirtió en el guionista del espacio Chicharito y Sopeira, interpretados por los actores Alberto Garrido y Federico Piñero, en la CMQ Radio.
Sus dotes como dramaturgo se hacen notar una década después con la obra Cubanos en Miami, que se estrenó en el teatro Martí. Fue uno de los más prominentes autores de nuestro teatro vernáculo con obras al estilo de Qué noche la de anoche, Acuérdate de Acapulco, El Bravo, Voy abajo y Dios te salve, comisario. Otras fueron escritas para la televisión, en espacios de perfil teatral, al estilo de Sí, señor juez. Creó personajes que alcanzaron gran popularidad como aquel llamado Ñico Rutina, interpretado por Carlos Moctezuma.
Nos legó varios títulos llenos de auténtico costumbrismo y cubanía como A guasa a garsín, Yo vendí mi bicicleta, Mi vida al desnudo, Gente que yo quise, Oye como lo cogieron, Martí y el Humor y El vecino de los bajos, este último con textos publicados en Juventud Rebelde, durante mucho tiempo, en una página dominical que compartía con el reconocido escritor Gabriel García Márquez. Fue Enrique gran humorista literario que colaboró con Zig Zag, Bohemia, Carteles, Palante, dedeté y otras publicaciones del patio.
Entre múltiples medallas e importantes condecoraciones, guardaba con gran orgullo y amor la condición de Hijo Distinguido de Quemado de Güines. Fue vicepresidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Nos dijo adiós el 28 de noviembre de 2002, para quedar eternamente en nuestros corazones y en la memoria cultural cubana.