En Frank Andrés descubrimos un artista que va más allá de las tablas y las cámaras. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 20/11/2023 | 10:15 pm
En El derecho de soñar, el actor Frank Andrés Mora nos regala a Pascual, un personaje singular cuya discapacidad intelectual no es un obstáculo para soñar, como lo sugiere el nombre de la propia telenovela: «Es realmente complicado salir airoso de personajes como este. Existe el riesgo de caer en la caricatura y en los estereotipos. Son los que, en la actuación, suelen considerarse “personajes tipos”.
«Lo primero que hicimos fue tomar la historia muy en serio, a pesar de que María Luisa y Pascual también tenían un lado cómico. Nos tomamos en serio la responsabilidad y el compromiso que teníamos con las personas con discapacidad intelectual. A partir de ahí, Yaité y yo trabajamos juntos», comenta el actor sobre el proceso de preparación del personaje.
«Recibimos asesoría especializada del doctor Vera, una autoridad en estos temas. Tuvimos dos reuniones con él para planificar cómo abordar los personajes. Acordamos que yo representaría un tipo de discapacidad más leve o moderada, mientras que Yaité asumiría un grado de discapacidad más severo. Desde entonces, trabajamos arduamente en casa para encontrar la verdad de nuestros personajes. Mi esposa desempeñó un papel fundamental en este proceso.
«En realidad, creo que el personaje de Pascual cobró vida en el set de filmación. Aunque hubo algunas escenas que al principio no me sentía satisfecho con ellas, afortunadamente fueron pocas. Trabajamos en estrecha comunicación con el director, Alberto Luberta Martínez, y con Yaité, y a medida que avanzábamos en la interpretación se nos ocurrían ideas y detalles que mejoraban el personaje».
—¿Crees que hubiese sido posible lograr a Pascual sin una «Muñeca» como Yaité Ruiz?
—Siempre menciono en todas las entrevistas que trabajar con una actriz talentosa, humilde, comprometida y disciplinada te facilita enormemente la interpretación de personajes tan complejos como estos. Yaité y yo vivimos una experiencia inolvidable, compartimos un amor que se reflejaba en escena, respeto mutuo y, sobre todo, una gran admiración mientras encarnábamos a estos personajes. A medida que comenzamos a admirarnos y a «enamorarnos» como dos actores profesionales, todo se hizo mucho más sencillo. La mirada en la actuación es esencial.
«Yaité me dijo algo durante el casting que se mantuvo presente durante todo el proceso: “Pipo, yo contigo y tú conmigo”. Esto significa que nos debíamos compenetrar lo suficiente en
escena como para que las personas sintieran que nuestro amor era creíble y auténtico. Creo que este amor perdurará, ya que adoro a Yaité y sé que ella también me aprecia. Espero que tengamos la oportunidad de trabajar juntos nuevamente, y ojalá que pueda colaborar con actrices del calibre de Yaité Ruiz en el futuro, porque para mí ella es un ejemplo y un referente».
—¿Qué valor le confieres a la representación de personajes como Pascual y María Luisa en una telenovela?
—Es fundamental representar a las minorías de la sociedad que sienten que no reciben la atención adecuada. Este compromiso se refleja cuando logramos llegar de manera efectiva al público y despierta debates positivos. Esto es esencial, porque hace que las personas reflexionen sobre la vida cotidiana compartida con personas con discapacidades, ya sean físicas o intelectuales, donde a menudo pasamos por alto esta convivencia. Creo que visibilizar a personajes como estos es beneficioso, especialmente para la sociedad cubana, que debe adaptarse a un enfoque verdaderamente inclusivo. La inclusividad no debe ser solo una palabra, debemos sentirlo y practicarlo en nuestra vida diaria.
«Recientemente se creó la Asociación Cubana de Personas en Situación de Discapacidad Intelectual (ACPDI) que está trabajando progresivamente, aunque todavía falta mucho. Reconocemos los desafíos que enfrenta nuestro país, pero con la colaboración de madres como Mamacita —mamá de María Luisa en la ficción— y personas comprometidas que desean ayudar a estos discapacitados, espero que podamos lograr avances significativos. El derecho de soñar ha abierto una puerta pequeña, pero importante, ya que no se ha visibilizado tanto en otras novelas la situación de estas personas, que también tienen derechos y merecen una debida atención en nuestra sociedad».
—El derecho de soñar es un homenaje al medio radiofónico y sus hacedores. ¿Crees que a través de estos personajes se les hace también un homenaje a los oyentes?
—¡Claro! Estos personajes tienen una fuerte conexión con la radio. Luberta se inspiró, particularmente, en Alegrías de sobremesa, un programa de radio escrito y dirigido por el inolvidable Alberto Luberta padre. Muchas personas con discapacidad intelectual amaban y siguen amando la radio. Este medio les brinda un espacio para soñar, ya que, como dice el eslogan, es «sonido para ver». La radio estimula la imaginación y la creatividad y te transporta a un mundo de sueños. Eso es precisamente «el derecho de soñar» para quienes escuchan la radio.
«Con ellos, homenajeamos a esas personas con discapacidad intelectual que contribuyeron al mundo de la radio con su amor y entusiasmo, aunque ya no haya tantos programas en vivo a los que puedan asistir. Su influencia dejó una huella perdurable en la radio de nuestro país. Como Pascual y María Luisa, ellos también tienen el derecho de soñar».
—¿Es Pascual el personaje más complejo que te ha tocado interpretar en tu carrera?
—Creo que todos los personajes son complejos; no existen personajes simples. Su complejidad radica en la medida en que no tengas la experiencia para entenderlos plenamente. A mis 38 años, no soy gay, pero he interpretado a un personaje homosexual; no soy pederasta, pero he interpretado a un pederasta; a pesar de no considerarme una persona machista, he interpretado a personajes machistas, como Javier en Cuando el amor no alcanza y Víctor en Tierras de fuego. Creo que, con técnica, disciplina y el compromiso diario, los personajes pueden cobrar vida.
«Sin embargo, Pascual es un personaje particularmente complicado debido al compromiso que conlleva. Él representa a personas que han sido marginadas en nuestra sociedad, y esto exige un rigor aún mayor. No podemos permitirnos cometer errores, ya que podría transmitirse un mensaje equivocado. Aunque a veces las polémicas, como la relacionada con el tema de la “semillita” —bebé que esperan María Luisa y Pascual—, pueden surgir. Por eso, debemos prestar especial atención a ciertos personajes, ya que pueden tener un gran impacto».
En la mirada de Frank Andrés Mora descubrimos un artista que va más allá de las tablas y las cámaras. Su energía inagotable, su actitud positiva y su espíritu hiperquinético son parte fundamental de quien es fuera del set de grabación. Este actor, siempre en movimiento, lleva su autenticidad a todas partes, haciendo bromas y disfrutando de la vida como el «chucho diario» de cualquier cubano.
Sin embargo, en su casa se transforma en un hombre tranquilo y dedicado a la vida familiar, que comparte las tareas del hogar. Es un lado más introspectivo y comprometido a mantener a su familia con dignidad, un sueño que alimenta con su trabajo y talento. Sus aspiraciones son sencillas pero profundas: encontrar la felicidad en el esfuerzo y en ser el mejor esposo y padre que puede ser.
En la actuación no se detiene y tiene emocionantes proyectos en el horizonte. Está repitiendo el papel de Clara en Kilómetro cero, en un monólogo diseñado junto a Liliana Lam especialmente para el personaje, con planes de estrenarlo a principios de diciembre en la sala Espacios Creativos, en La Habana Vieja. Y, en el próximo año, tiene proyectos en marcha que guarda en secreto.
Frank Andrés Mora, el actor, y el hombre detrás de la actuación, nos inspira a seguir nuestros sueños y a apreciar la belleza de la vida cotidiana. Su historia es un recordatorio de que la autenticidad y la pasión son los ingredientes fundamentales para alcanzar el éxito en el mundo del arte y más allá.
Nota: Fragmentos de la entrevista publicada en la revista Alma Mater