El baile es una oportunidad de desarrollo social y económico. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 31/08/2023 | 10:00 pm
¿Qué define a las industrias creativas cubanas? ¿Cómo es posible aprovechar mejor sus potencialidades en favor de la sostenibilidad del sistema de la cultura y el desarrollo económico del país? ¿Cómo vincular mejor a los distintos actores en un proceso que va más allá de las competencias del Ministerio de Cultura (Mincult)?
Estas y otras interrogantes fueron debatidas en el foro-taller Una mirada a las industrias culturales y creativas en Cuba, un espacio celebrado recientemente en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, como parte de la feria Arte en La Rampa, que concluye este domingo.
Directivos, especialistas, empresarios, investigadores, académicos, artistas y representantes de formas de gestión no estatal aportaron distintas miradas desde las que se asume la edificación de procesos medulares en el entramado cultural y en la producción de valores asociados a estos temas.
Como expresó en el taller Rogelio Polanco Fuentes, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y jefe de su Departamento Ideológico, estamos necesitados de un proceso de transformación cultural y de pensamiento sobre las industrias culturales y creativas en Cuba desde las autoridades, las instituciones, cómo enfocamos esto para que todos los actores participen en el diseño de esas políticas públicas.
De las esencias y complejidades de las industrias culturales, un concepto que se define como «industrias que combinan la creación, la producción y la comercialización de contenidos creativos que sean intangibles y de naturaleza cultural», desarrollado por los teóricos Theodoro Adorno y Max Horkheimer, hacia mediados del pasado siglo, se habló hondamente en el espacio.
«Venimos intercambiando alrededor de estos temas desde hace mucho tiempo en el contexto de varios eventos. Es un tema que tiene relevancia para poder desarrollar nuestra cultura y los procesos creativos, y promover el patrimonio cultural cubano», destacó Tania García Lorenzo, una de las panelistas del foro-taller.
Para la moderadora del espacio, Ana María Pellón, directora de Desarrollo de las Industrias Culturales y Cooperación Internacional del Mincult, «el aporte de estos intercambios es que hemos ganado conciencia de manera colectiva sobre un asunto que es estratégico para el país y debemos tener un enfoque integral. Ahora debemos materializar propuestas concretas».
A propósito de los retos, Fernando León Jacomino, viceministro de Cultura, reflexionó sobre la formación de los creadores en temas asociados a la gestión. «Tenemos una formación de gestión raquítica y, a la vez, una formación de competencias artísticas de primer mundo. Las industrias culturales no son algo que le deba preocupar solo a un ingeniero industrial o un administrador.
«El Instituto Superior de Arte debería tener líneas formativas incorporadas al respecto. Los muchachos no reciben competencias de gestión durante su formación artística, todo es autodidacta. La participación activa de los creadores es fundamental y lograr que el engranaje funcione es un complejo sistema de ecuaciones en la que tenemos que mover distintas variables para tener resultados y debe ser por consenso con otros organismos», señaló.
Las artes visuales y la cadena de valor
Las artes visuales en Cuba desde un enfoque entendido a través de las cadenas de valor fue otro tema debatido. Desde él se abordaron asuntos como el consumo cultural y cómo mostrarnos las esencias de nuestras expresiones culturales al mundo.
En tal sentido, Nilson Acosta, vicepresidente del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, se preguntó dónde está la arquitectura dentro de este mundo, «y no desde el punto de vista patrimonial, sino como acto creativo: es una asignatura pendiente.
«Tenemos tres ciudades que ostentan la categoría de ciudades creativas de la Unesco y lo que está sucediendo en esos centros en términos culturales es decisivo. Además, cada vez se vinculan más todas las formas de gestión, por lo tanto mi llamado es que eso hay que tenerlo en cuenta en nuestra visión de industrias culturales y creativas», reflexionaba.
Durante las jornadas hubo consenso en que los debates habían servido para aportar conceptualizaciones necesarias sobre el tema central. También se destacó la participación de los artistas en la recuperación de los ambientes que habita, sin que necesariamente esté ofertando un producto comercial.
«Cuando un grupo de creación restaura un inmueble, de valor patrimonial o no, también está participando en ese entramado social y aporta un valor que estaba perdido. No está haciendo un producto para la comercialización, pero está logrando recuperar un producto que formará parte de la comercialización del turismo, la sociedad, el arte», precisaba.
Los participantes de esta iniciativa —auspiciada por el Fondo Cubano de Bienes Culturales— hicieron hincapié en el término resiliencia y en varios ejemplos de la recuperación de inmuebles que son ejemplo de cómo gracias a la articulación de distintas entidades es posible salvaguardar parte de la identidad cultural, como ocurrió con la restauración del Teatro Sauto de Matanzas.
A modo de resumen, García Lorenzo señaló que este foro-taller «es el comienzo de un proceso de transformación en las formas de pensar, actuar y conducir el desarrollo cultural de la nación cubana. La única manera en que nosotros logramos que sea social, cultural y económicamente sostenible es cambiando las formas en que hemos estado operando, porque estamos en un mundo que ha cambiado.
«Este es un evento de promesa, un taller de promesa, porque nos obliga a una introspección que abarca distintos aspectos en el proceso creativo. Con el mimetismo cultural en el turismo no estamos haciendo ni promoción de la cultura ni identidad cultural.
«Nosotros tenemos que lograr que lo que se transmita al turismo sea la verdadera esencia de la cultura cubana y entonces sí tendremos un sello de distinción, y eso lo lograremos vinculando todas las fuerzas del país, desde cada rincón hasta las instituciones que están para promover la cultura».
La restauración del Teatro Sauto de Matanzas es ejemplo de cómo varias entidades pueden unirse para salvar la identidad cultural. Foto: Archivo de JR