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Sensación y sensaciones

Después de todo, si en un inicio pensé que mi vecino me hablaba de la reconocida orquesta Sensación, no estaba tan equivocado

Autor:

JAPE

Se ha pasado el día lloviendo y estoy disfrutando una sensación de frescura en el ambiente que hacía mucho tiempo no sentía. La suave brisa me hace respirar profundo y recuerdo cuando la semana pasada, bajo un intenso calor, que se hacía insoportable, le comenté a mi vecino Mario, que era posible que la temperatura estuviera cerca de los 40 grados. Él, hombre erudito, de mucha experiencia, me explicó que esa era la sensación.

Inicialmente no entendí bien y mi memoria se remontó a la conocida orquesta Sensación, que fuera fundada en el conocido barrio Los Sitios, allá por el año 53 del pasado siglo. Muchos de sus populares temas aún se escuchan al estilo de Consuélate como yo, Arráncame la vida, Quizás, quizás y Llora como yo lloré… entre otros.

No crean que estoy loco, el problema es que nuestro vecindario colinda con el mencionado barrio centrohabanero y aunque mi precipitada deducción estaba un poco agarrada por los pelos, nada me sorprende ante nuestro acontecer sociocultural. Por suerte Mario, ya les dije que es un señor instruido, me aclaró que él se refería a la sensación térmica, e inmediatamente apuntó: «Cuando tenemos altas temperaturas y aumenta la humedad relativa, se acrecienta la sensación de calor ya que se reduce la evaporación del sudor, que es nuestra forma de disminuir la temperatura corporal». Al ver mi cara resumió: «O sea, si ahora tenemos 33 grados centígrados, la sensación térmica, a causa de la humedad, pudiera estar por los 38 grados».

En aquella ocasión quedé satisfecho con la explicación, aunque no con el calor, que alcanzó una mayor presencia horas después cuando me sofoqué pensando en que nuestras vidas están atadas a muchas sensaciones.

Por ejemplo, cuando en el agro el dependiente me pesa el producto en su pesa vieja, mal montada arriba de un cajón, con alambres amarrados al plato y contrapesos desgastados, siento una enorme sensación de que me está robando más; pues ya con el precio me estafó de calle.

Si estoy en una cola, para lo que sea, y veo que no camina, que al estilo del cangrejo en vez de pa’lante, «va pa’trás», y descubro rostros sonrientes, que antes no estaban, y ahora salen cargados, complacidos y sin una gota de sudor, entonces me entra la sensación de que se están colando descaradamente.

Y si por casualidad veo en los espacios informativos uno de esos reportajes sobre cooperativas, o como se les quiera llamar, que tienen cientos de caballerías de tierra produciendo a «tutiplén», con cientos de cabezas de cerdo, ganado de todo tipo, aves de corral y no sé cuántos quintales de viandas… en ese momento me entra una profunda sensación de extraterrestre y es cuando me pregunto: entonces, ¿dónde vivo yo?

Después de todo, si en un inicio pensé que mi vecino me hablaba de la reconocida orquesta Sensación, no estaba tan equivocado. Ahora que recuerdo, esta magnífica agrupación musical tenía un álbum que nombraron con su popular slogan: Sensación: hay una sola… y yo puedo asegurarles que no es verdad.

 

 

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