Juventud y experiencia en el cuarteto, bajo la dirección de Ernesto Ochoa (a la derecha). Autor: Reynaldo López Publicado: 03/04/2023 | 08:43 pm
LAS TUNAS.— De los 80 almanaques que cumplió hace unos pocos meses, Ernesto Ochoa Hidalgo lleva más de 60 adosado al atril del divino arte del dios Orfeo. Hombre humilde y bonachón, procede de una familia de casta musical, célebre por haberle dado aliento al órgano Estrella de Oriente, que desde sus primeros acordes en 1925 les ha alegrado la existencia a los tuneros con su peculiar manera de hacer música molida.
En aquella suerte de orquesta oculta dentro de un cajón —un órgano puede imitar sonidos de varios instrumentos— inició Ochoa su periplo musical. Allí dio manigueta, tocó timbales, hizo percusión menor… Con el singular aparato montado sobre una carreta, amenizó guateques en comunidades rurales. En carnaval, era común que lo buscaran para disfrutar el «amanezco», porque nunca tenía hora fija para terminar.
En el ínterin, Ochoa aprendió algo de música con el maestro Cristino Márquez. Primero bombardino, después bajo de tres cuerdas, también algo de saxofón… Dejó de ser «pica flor» con los instrumentos cuando descubrió el amor de su vida: el trombón. Para la fecha (1962) su profesor lo había incluido en la Banda Municipal y en la orquesta Ritmos de Juventud.
Un momento importante de su carrera sobrevino en 1964, cuando el primer llamado del Servicio Militar Obligatorio lo convocó a filas. Fue destacado en la ciudad de Santiago de Cuba, donde cumplió el ciclo vestido de verde olivo y como miembro de varias bandas militares de música, con las cuales se presentó en actos patrióticos y galas diversas por toda Cuba. La etapa le resultó sumamente provechosa en cuanto a aprendizaje.
Corría 1967 y quienes apreciaron sus aptitudes profesionales en el trombón lo seleccionaron para que figurara entre los fundadores de la Orquesta de Música Moderna de Oriente. Por esa época también integró la nómina de la Orquesta Sinfónica de esa provincia, que ya llevaba un tiempo haciendo las delicias de los muchos aficionados a ese tipo de música.
«Retorné a Victoria de las Tunas en 1970, aunque pude haberme quedado un tiempo en Holguín, con las orquestas Hermanos Avilés o Los chicos de Cuba —recuerda—. Pero problemas familiares y nostalgia por la patria chica me animaron a regresar. Vine para la orquesta Gigante Miramar, la cual dirigí durante casi una década. Alternaba con el conjunto Caisimú, convertido luego en una conocida orquesta».
Su aptitud con el trombón y su simpatía por la docencia lo motivaron a sumarse al claustro de profesores de la escuela vocacional de arte El Cucalambé. Años después, motivado por el interés de algunos de sus alumnos por la música de cámara, comenzó a ensayar la formación de cuartetos de metales, con trompeta, bombardino, trombón, clarinete… Fue esa la génesis del cuarteto de trombones de música popular concertante Melodía, un referente del contexto musical tunero actual.
Breve historia del trombón
Como ha ocurrido con otros instrumentos de viento, su origen establece nexos con los cuernos de los animales. No obstante, los expertos fijan su invención a fines del siglo XV, cuando en la ciudad francesa de Borgoña un grupo de fabricantes de instrumentos musicales construyó una versión mejorada de la trompeta de varas. Por su versatilidad en cuanto a sonidos, dinámica y afinación, en breve la novedad se puso de moda en las agrupaciones y la llamaron trombón. El término procede del italiano trombone, que significa «trompeta grande».
El trombón pertenece a la familia viento-metal, en la que también figuran, entro otros, la trompeta, la tuba y la trompa. Las bandas militares lo usaron en la antigüedad para acompañar cantos de guerra. En los períodos barroco y clásico tuvo recurrencia en la música religiosa, y desde el siglo XIX es imprescindible en las orquestas sinfónicas, las llamadas big band y en el jazz, donde interpreta pasajes solistas.
En el siglo XVII fue considerado el instrumento de viento por excelencia en música concertada. Beethoven lo introdujo en su Quinta Sinfonía, y lo volvió a utilizar en la Sexta y Novena. Mozart lo convirtió en indispensable para sus óperas, entre ellas La flauta mágica. En los últimos 300 años el trombón ha tenido una intensa participación en agrupaciones orquestales y camerísticas como solista o como acompañante de voces, haciendo gala de una amplia tesitura de notas y melodías.
El cuarteto de trombones melodía
«La idea de formar un cuarteto de trombones de música popular concertante nació en el año 2009 —recuerda Ochoa—. Tuvimos un largo impasse, hasta que en 2014 nos organizamos y decidimos evaluarnos. Una comisión nacional nos otorgó la máxima calificación, junto con el Primer Nivel y la Primera Categoría. Aquella plantilla estuvo integrada por Rubinelson Castillo, Paco Agüero, Manuel Leyva y yo. Después llegaron Ismary Ávila, Carlos Enrique Díaz y Rafael Vázquez. En Cuba somos hoy el único cuarteto profesional de trombones».
Según Ochoa, quisieron comenzar con música de cámara, pero luego pensaron que podían incursionar también en la popular concertante, sin importar su época. Así, renovando temas —tanto en lo armónico como en lo orquestal—, y con la ayuda de orquestadores tuneros, comenzaron a construir su repertorio, compuesto hoy por 20 obras de 12 géneros diferentes.
«Nuestro cuarteto de trombones interpreta sones, canciones, jazz, boleros, oberturas, popurrí, villancicos, habaneras, songo… Y entre los autores figuran Gruber, Rossini, Disney, Formell, Sinatra, Mancini, Edith Piaff, Manzanero, Lecuona, Lennon, Teofilito, Matamoros, en fin… Esa amplitud en su espectro hace que ese catálogo sea muy representativo.
«Mis músicos están profesionalmente capacitados y la mayoría jóvenes. En los ensayos pulimos detalles y cada quien hace lo que le toca a partir de lo que les escribo. Saben asimilar lo que les transmito como director. Nuestros cuatro trombones son tenores de la misma tesitura. Se diferencian solo en la armonía y tienen su calificación en la escala de sonidos».
En el cuarteto ejecuta el segundo trombón Ismary Ávila. La joven muchacha es la primera tunera graduada como licenciada en el instrumento en el Instituto Superior de Arte (ISA).
«Ese título no significa que ya no tenga nada que aprender —dice ella—. En el caso del trombón, no solamente es soplar y manejar bien la vara. Ejecutarlo con excelencia demanda leer partituras, tenacidad y muchas horas de ensayo para hacerlo mejor. A primera vista parece áspero y de difícil manejo, pero es dulce y se deja manejar. Según los musicólogos, su sonido imita la voz humana. Ah, ¡y ningún género le es ajeno!».
En la preferencia pública
Por la aceptación que se ha granjeado entre sus públicos —y a pesar de que no hacen música para bailar, sino para escuchar— la presencia del cuarteto de trombones de música popular concertante Melodía se hace notar en una múltiple y variada gama de espacios de la provincia. Así, organizan conciertos y se presentan en plazas, universidades, actos, hoteles, prisiones, hospitales, hogares de ancianos… Son visitantes frecuentes de la filial tunera de la Fundación Nicolás Guillén y de la escuela vocacional de arte El Cucalambé. Incluso, han llevado su arte musical a otras provincias.
«Nuestro repertorio no es estático, pues permanentemente le estamos incorporando novedades —asegura Ochoa—. Somos una agrupación que no se duerme en los laureles. En la música, como en la vida, la renovación constante es vital. En ese objetivo están imbuidos nuestras almas y nuestros trombones».