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Mi viaje musical empezó en Cuba

Haley Grey, apasionada de la cultura cubana, es una de las más jóvenes intérpretes que se presentó en el recién finalizado 38vo. Festival Internacional Jazz Plaza 2023

 

 

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Hay quien dice que la música es un viaje de autoconocimiento, motivo y vehículo ideal para explorar nuestras esencias, trascender límites e identificar la identidad de cada uno. Esta es la historia sobre cómo una joven estadounidense, oriunda de la ciudad de San Francisco, desembarcó un día en la Mayor de las Antillas y halló en la música el punto de partida de un recorrido que apenas comienza.

Haley Grey tiene 25 años y descubrió su interés por el canto a los 13, con una profesora que la ayudó a canalizar sus inquietudes creativas entre actividades extraescolares que  también transitaban por el teatro y la danza. Al cumplir la mayoría de edad, Grey conoció el gusto por el jazz vocal y ahí nació un interés que cobraría fuerza con su primera visita al Archipiélago cubano.

«Mi viaje musical empezó en Cuba», asegura a JR esta joven, cuyo debut en la escena nacional ocurrió durante la edición 35ta. del Festival Internacional Jazz Plaza 2020, en la nave 3 de Fábrica de Arte Cubano. Luego, su presencia se ha hecho habitual en la cita musical, evento que le ha abierto las puertas también durante las dos últimas convocatorias para presentar sus propias composiciones.

«Siempre supe que quería escribir canciones y trabajar con personas que me ayudaran a hacerlo, como una gran amiga bajista, Lily Stern. Desde la universidad empecé con el jazz fusión y el new soul. Allí armé una banda con amigos y vinimos la primera vez al Jazz Plaza. Siento una gran conexión entre el arte que se desarrolla aquí y el que presencio en Nueva York, donde vivo actualmente», comenta la intérprete, cuya presentación más reciente aconteció en los predios del Pabellón Cuba, como parte de la recién finalizada fiesta del jazz.

Haley Grey compone sobre las diferentes realidades que le ha tocado vivir, desde su ciudad natal hasta vivencias asociadas con la gran urbe de Nueva York, por las que transita en busca de su propia identidad en un país tan cosmopolita. Escribe sobre el amor, el empoderamiento femenino y, más recientemente, ha encontrado inspiración en el mundo de los orishas, especialmente la deidad Oshun.

Su vínculo con Cuba comenzó hace cuatro años, mientras recibía un curso a través del Hampshire Collage en asociación con la Fundación Alejo Carpentier. De repente, Grey había aterrizado en la barriada de Regla, donde viven sus mentores, la cantante Janet Valdés y el músico Alejandro Meroño. Ellos, además de impartirle clases de canto y técnica musical, la introdujeron en el entramado cultural de uno de los municipios de La Habana donde el tambor se escucha con más fuerza y los mitos afrocubanos recorren las calles, cruzan la bahía y se apoderan de la ciudad.

Esa misma ciudad que, música mediante, enamoró a Grey a ritmo de Bola de Nieve y Omara Portuondo. De hecho, su interpretación en español de Alma mía y Veinte años deja entrever sus exquisitas cualidades para el filin. «Había llegado a Cuba con muchas preguntas acerca de mí misma y de mis metas. Vengo de una familia que es mitad blanca, mitad negra, y eso supone muchos problemas de identidad en un país como Estados Unidos. Entonces, cuando vine a este país me sentí en un lugar donde sabía quién era. Experimentar la salsa y la rumba, y no solo que se hace en Cuba, sino también la de los cubanos en Nueva York, eleva el nivel de cualquiera para sentir el ritmo», explica.

Haley Grey asegura que su primera inspiración vocal fue Billie Holiday, una referencia clara en la carrera de la joven que se puede percibir en interpretaciones como In the cold, My boy y Tea Leaves, materiales audiovisuales de la artista que pueden encontrarse en la plataforma YouTube. Además, entre los referentes de la cantante figuran Sarah Vaughan, Donny Hathaway y otros grandes exponentes afroamericanos de soul y jazz.

Para la joven artista es un privilegio poder acceder a la escena cubana a través de una plataforma con tanto poder de convocatoria y diversidad como es el Jazz Plaza, un evento que acumula más de cuatro décadas de promocionar la buena música. Pero lo cierto es que también resulta un dulce regalo para el público cubano esto de ser testigo del nacimiento de una estrella internacional, que ha encontrado en este Archipiélago un punto de apoyo para su carrera.

El jazz, una reconstrucción

Cuando Haley Grey abría los ojos musicalmente se interesó por la historia de las cantantes americanas de jazz y todo el movimiento musical de su país. «Para mí el jazz es una reconstrucción del encuentro entre dos culturas, la clásica y la africana. He encontrado mucha inspiración en esa mezcla y en todos esos grandes músicos que la hicieron posible. Es una historia que se sobrepone al racismo, a la opresión, y eso es maravilloso», reflexiona en una conversación de la que participa su mentora, la cubana Janet Valdés.

Para la Valdés, «el jazz te da la oportunidad de explorar quién eres en tiempo real e instantáneamente, y sacar todo eso hacia afuera en un momento preciso, porque al final no cantas una canción igual dos veces, y creo que se trata de eso, de una exploración profunda. Tenemos a África como base común, los cubanos y los estadounidenses, y creo que el jazz es un lenguaje que nos ha permitido comunicarnos a un nivel elevado, más espiritual. La forma de interpretar de Haley y su forma de conectar con los cubanos es una muestra de ello».

Haley Grey culminó esta nueva etapa en su viaje durante la edición 38va. del Jazz Plaza, con deseos de emprender su primera producción discográfica, en la que mostraría sus rutas compositivas. Mientras, el público queda a la espera del rencuentro con esta intérprete que en su formación ha decidido empaparse de lo más autóctono de nuestra cultura, del jazz de aquí y de allá: esa música que no conoce fronteras.

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