La tresera de Cuba. Autor: Cortesía de la entrevistada Publicado: 14/01/2023 | 08:32 pm
Yarima Blanco Ramos había perdido la noción del tiempo. Sentada en uno de los largos pasillos de la Escuela Nacional de Arte (ENA), se perdía en su afán por conquistar cada una de las seis cuerdas del tres. Un pacto que disfruta desde el primer día. Y entre los tantos recuerdos de aquellas jornadas en el centro escolar, jamás olvida el diálogo con el instrumento interrumpido por la sensación de una intensa mirada sobre su espalda.
«¡Caramba, qué cosa más bárbara, una mujer tocando tres!», dijo Pancho Amat y, de inmediato, le pidió un papel para dejarle una nota.
Con los nervios a flor de piel, la entonces adolescente recién llegada de Bayamo rasgó de su libreta de Matemática un fragmento de hoja cuadriculada, donde el fundador del grupo Manguaré plasmó una frase de Faustino Oramas, el Guayabero: «Si las mujeres tocaran tres, les quitaran el mando a los hombres». A lo que le añadió: «Ojalá te conviertas en una tresista de primera».
Una veintena de años después, Yarima Blanco arranca ovaciones al mostrarse sobre el escenario, mereció con su primera producción musical un premio Cubadisco y conserva enmarcado en la sala de su casa un cuadro con el mensaje del anhelo de uno de los más grandes treseros de Cuba.
«Cada vez que tengo el instrumento en las manos me siento en mi zona de confort. Puedo expresar mis emociones, sentimientos, es mi fiel compañero, tanto es así que hay veces que voy a algún sitio que no necesariamente tengo que llevarlo y siento que me falta algo. He aprendido mucho a su lado y se ha convertido en mi camino de vida».
Pero esta historia de amor tiene sus orígenes en su cuna, Bayamo, donde su mamá —Ana Lidia Ramos— le enseñó a escuchar a Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, el trío Matamoros, Los compadres y la rodeó de juguetes que eran instrumentos musicales.
«Cuando tenía diez años comencé a estudiar guitarra en el Conservatorio Rafael Cabrera, de mi ciudad natal. Pero cuando llegó el momento del pase de nivel apareció en mi vida una persona que siempre digo que es una bendición, Niurka Trueba, egresada de la ENA y experta en el laúd.
«Ella me dijo: ¿por qué no te presentas en la especialidad del tres? Y lo primero que hice fue negarme, primero porque nunca lo había tenido en mis manos, mis referencias eran de Palmas y Cañas, por lo que lo asociaba exclusivamente a la música campesina. Al final, la escuché y acepté, y un buen día me entregó el tres que pertenecía al obispo de la iglesia de Bayamo».
Con los saberes de la guitarra poco a poco la conquistó y, como le auguró Niurka Trueba, ella entró por la puerta ancha del centro de enseñanza de La Habana, donde por algún tiempo fue la única mujer en cursar ese instrumento.
«Fue una época maravillosa. Tuve la fortuna de empezar con el maestro Efraín Amador, fundador de las escuelas y academias de tres y laúd a lo largo del país. Le debemos mucho y todas las generaciones que ha formado le estamos muy agradecidos. También tuve otros maestros: Julio Martínez y el Guajiro Miranda. Todos me enseñaron a conocer nuevas sonoridades y, sobre todo, desde el punto de vista técnico transité por diferentes géneros musicales».
Sus conocimientos los demostró con solo 17 años al representar a Cuba en el festival internacional de guitarra Mujer 2001, en Costa Rica, y que le sirvieron para concluir su etapa de estudiante al egresar del Instituto Superior de Arte (ISA).
«El estudiar la guitarra clásica me ayudó a tener una formación técnica en las dos manos. El tocar música clásica me dio la sensibilidad para expresarme, incluso cuando interpreto música popular, la misma que en los últimos años de la ENA sentí la necesidad de empezar a descubrir. La academia me permitió encontrar mi sonoridad, sin dejar atrás las raíces y sin olvidar cuál es la verdadera esencia del tres cubano.
«Al salir a la calle, me pedían canciones de Matamoros, Los Compadres…, por lo que entendí que al ser el tres un instrumento tan cubano, tan determinante dentro del son, de la trova, de la vieja y la santiaguera, tenía la necesidad de nutrirme del legado de los grandes cultores de nuestra música. De ahí que aprendí a interpretar un son, una guaracha, un chachachá, un bolero…».
Interpretación a interpretación, Yarima Blanco —seguidora de Pablo, Silvio, Arsenio Rodríguez, Celeste Mendoza, Omara Portuondo, Paco de Lucía, Alain Pérez, Chucho Valdés, Lili Martínez, Celina González y otros…— se hizo tresera. No sin pocos tropiezos, muchos por ser mujer pues «no pocas veces me cerraron las puertas por eso», rememora. Sin embargo, aprovechó cada oportunidad en los diferentes formatos a los que perteneció.
«Tenía el hambre, el deseo, la necesidad y sabía que era fundamental para mí adentrarme en el mundo de la música popular en la calle. Eso me ayudó mucho a la hora de improvisar —recurso fundamental para el tres— y en el que no se puede tener miedo».
—¿Cuánto significó para tu formación Anacaona?
—Fue un proceso muy necesario e importante. Entré en 2006, acababa de graduarme del ISA. No pudo ser otra agrupación mejor ya que me enseñó a enfrentarme a una orquesta. Era tocar el tres al lado de un piano, bajo, batería, percusión, trompeta, una sonoridad completamente diferente y mucho más grande.
«También fue la oportunidad de interpretar la guitarra y, sobre todo, aprender a desenvolverme en escena. Se lo agradezco siempre a su directora, Georgia Aguirre. Comprendí cuán necesario es mostrarte en tu totalidad, disfrutar tu trabajo y, especialmente, que la gente lo disfrute tanto como tú.
«Es difícil tocar, bailar y cantar al mismo tiempo con el tres por el tema de la síncopa, por los ritmos, pero al mismo tiempo disfrutarlo, y pasarla bien en escena. Siendo feliz es como siempre sueño que sea mi trabajo».
¡Y lo logra! Basta asistir a una de sus interpretaciones para comprender cuánto se crece la joven tresera frente a los públicos. Solo la sonrisa amplia nos recuerda a la Yarima que prefiere refugiarse en el calor y silencio del hogar, junto a la familia.
«Muchas personas me dicen que en el escenario se me ve muy desenfadada. Es una fuente de energía, de vida. Me revitaliza».
—¿Qué sabor te ha dejado Pa´ mi tres, tu primera producción musical, hija de tu trabajo con Son Latino?
—Fue enfocado desde un principio a mostrar la sonoridad del tres, pero de manera diferente. No se trata de hacer un recorrido para mostrar el instrumento sino pasar por diferentes géneros de la música cubana y caribeña, desde la perspectiva de una mujer tresista. Cuando supimos que estábamos galardonados en la categoría de Tradición sonera y campesina en el Cubadisco 2022 tuvimos la mayor de las alegrías porque fue totalmente una sorpresa.
«Esta producción cuenta con la producción musical de Roniel Alfonso y muchos invitados como Pancho Amat, Alain Pérez, Kelvis Ochoa, Bárbara de los Ángeles Zamora, Rolando Luna, Juan Antonio Gil, con compositores conocidos y otros no tanto. Es coproducido entre Soundwear Productions, mis productores y la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales».
—¿Cómo asume el mañana de Yarima y de Son Latino?
—Sueño con llevar nuestra música por todo el mundo. Por suerte, en este 2023 tenemos planificada una gira por Europa. Expandir la sonoridad del tres a todos los géneros. Soñamos con una gira nacional también.
Son Latino defiende con autenticidad diferentes géneros musicales.Foto: Cortesía de la entrevistada.