Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El arte está para llenar las almas

El reconocido cantautor Raúl Paz regaló su música cuando las huellas del huracán Ian aún permanecían frescas en Pinar del Río

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

Desnudar el alma frente a las multitudes es un acto de valentía. Se entregan muchos de los recuerdos más preciados. Se hace cómplice a otras personas de tus historias, motivaciones, imaginarios…

Sensaciones así se perciben cuando se interactúa con el texto Escribir sin memoria, de Raúl Paz: «Este libro entra un poco más en mi intimidad porque soy muy celoso con mi vida privada. Como artista todo lo que quieran, pero en la otra parte no».

Como una verdadera necesidad surgió esta su más reciente creación, donde se fusionan música y literatura.

«Hacía rato que tenía ganas de hacer un cancionero porque en muchas ocasiones me piden los acordes de las canciones para aprendérselas. Crecí con ese tipo de folletos como la mayoría de mi generación. Aun los conservo en casa. Y como estamos en tiempos modernos es digital, por lo que puedes acceder mediante un QR a las melodías y sus acordes.

«Pero, incluí historias de esas propias canciones. Unas son reales, otras no. Son más bien reflexiones, pequeñas historias o ensayos. Quiero regalárselo a Cuba y entonces cada vez que visito un lugar lo dejo para que se comparta. Hasta este momento, ha tenido mucha aceptación».

Un hecho que se materializó en su más reciente visita a Sancti Spíritus —«uno de mis lugares preferidos en Cuba»—, donde junto con el texto revelador de muchas de las esencias de Raúl Paz, se disfrutó gran parte de las melodías que conforman las bandas sonoras de varias de las telenovelas cubanas de los últimos años.

«Eso ha sido responsabilidad del director Ernesto Fiallo porque somos muy amigos desde que estudiamos en el Instituto Superior de Arte. Todo empezó con La otra esquina, y aunque en un primer momento me negué porque exige de mucho tiempo, me convenció al asumir la música como un personaje más. Y así hemos trabajado en el resto.

«La gente lo ha agradecido mucho y eso hace que el esfuerzo valga la pena. Incluso, cada canción es un personaje porque cuenta cada una de las historias que hacen la trama. Otra estrategia que asumimos es que cambiamos la melodía de despedida cada diez días aproximadamente, según avance el producto audiovisual.

«En esta última, Los hijos de Pandora, no debía hacerla porque me roba tiempo para otros proyectos. Pero, ya casi al final, me llamó al escuchar mi canción Los hijos y me dijo que era el tema de su novela. Definitivamente, estamos muy sincronizados y volví aventurarme. Ya sé que él empezó otra novela, en la que sí no voy a estar».

—Pero, Raúl Paz no descansa…

—Termino un disco que tiene que salir para principios del año que viene y no tiene nada que ver con la novela. Estoy muy entusiasmado con eso porque creo que va a ser una producción discográfica de una nueva era. Mi último CD se llama El puente, y definitivamente es el puente de algo que en ese momento no sabía qué era y ahora ya sé qué es. Me encanta, ese es mi nuevo personaje».

Y no disimula la satisfacción que siente por ese nuevo producto aún en el horno y en que le ha puesto todas las buenas vibras y el carisma que derrocha sobre el escenario.

«Siempre digo que los discos son como los hijos. Uno los hace y después cada cual toma su camino. En el caso del que se llama Mulata es el primero donde me encontré. Dije: “ese soy yo”. Después en cada disco hay temas que me dan mucha satisfacción. Pero si tuviera que escoger otros, sin duda, no dejaría a Havanization, muy importante en mi carrera también y, probablemente, El puente por lo que viene detrás».

Al realizar un recorrido por sus producciones musicales no se precisa de un oído agudo para detectar una carrera en ascenso. De sus primeras canciones nacidas mientras hacía «sopa» para sostenerse en Francia, donde fue a estudiar música clásica, persisten la sinceridad y autenticidad en sus letras.

«Soy como canto. No es igual cuando interpreto las canciones de otros que cuando son mis composiciones. Siento como si sacara un pedazo de mí y lo pusiera sobre una mesa. Fue la manera que encontré para decir mis cosas».

Una sensibilidad a flor de piel que trasciende su música. Y por lo que no sorprendió a quienes más lo conocen cuando a pocas horas del paso del huracán Ian por Pinar del Río, su tierra natal, apostó por aliviar las tristezas y desesperanzas.

«Viví el huracán allí. Cuando pude salir de la casa me di cuenta que era devastador. Y me dije tengo que hacer algo y me fui a La Habana, agarré a dos músicos, volvimos, e hicimos tres conciertos en pleno apagón. Fue muy bonito porque mucha gente lo agradeció, aunque otras al principio no lo entendieron.

«Cuando en 2018 regresé de Francia, después de 20 años residiendo allá, Pinar del Río también sufría por la misma causa. Al ser Embajador de Buena Voluntad del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, desde hace muchos años, digamos que esa vocación por los otros me toca. Organizamos, entonces, Escuelas contra huracanes, y logramos construir 15 centros escolares dañados.

«Esta vez fue mucho peor, por eso no podía quedarme sin hacer nada. Recuerdo cómo los lugares donde dimos lo conciertos se llenaban de inmediato, y muchas madres nos agradecían porque sus hijos llevaban muchos días sin sonreír y logramos que lo hicieran. El arte no es solo para esa parte pequeña que significa entretener, sino que el arte está para llenar las almas».

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