Pánfilo. Autor: Tomado de Internet Publicado: 17/09/2022 | 06:16 pm
No puedo negar que Floro, mi eterno cofrade, me ha movido el piso, me ha tocado hondo, en su más reciente carta. Muestro a ustedes uno de los párrafos que considero de vital importancia por todo lo significativo que encierra:
«Amigo JAPE, por estos días veo en las redes que uno de los programas más populares de la televisión cubana está de fiesta. Catorce años cumplió el programa Vivir del cuento, desde que por vez primera saliera al aire el domingo 14 de septiembre de 2008. Pienso que, si no es un récord, al menos sea una marca respetable de permanencia para un programa humorístico, que goza de una gran teleaudiencia. Por tal motivo, y porque sé que usted de alguna manera está vinculado a la televisión cubana, quisiera pedirle dos favores: Primero, quiero que haga extensiva mi más sincera felicitación a todo el colectivo de actores y realizadores de ese programa por su reciente aniversario. En segundo lugar, quisiera preguntar a usted cuál es la razón por la que los programas humorísticos de la televisión cubana se han extinguido como pasó con los dinosaurios, hace millones de años. ¿Fue también un meteorito el culpable?».
Entrañable Floro, tu metáfora me ha hecho reír, y pienso que quizá sea más fácil echarle la culpa a algún meteorito extraviado que tratar de responder con total responsabilidad tus dudas, que coinciden con las de millones de cubanos y algunos dinosaurios.
No puedo negar que tu misiva me ha llevado a recordar viejos programas humorísticos que constituyen parte de nuestro patrimonio y acervo cultural. O sea, que de alguna manera están valorados dentro de las manifestaciones artísticas formadas por las tradiciones, costumbres y hábitos de nuestro pueblo. No citaré nombres de programas populares a lo largo de la historia porque son muchos, pero puedo poner de ejemplo uno que desempeñó un papel importantísimo en momentos muy difíciles (como los que ahora vivimos) y que todos recordamos. Me refiero a Sabadazo. Fue un bálsamo, una válvula, un encuentro esperado. Pero más allá de sus valores «terapéuticos», fue un cronista de la realidad cubana de aquella época: sin edulcorantes, ni compromisos prestablecidos como puede pasar con otros espacios.
El humor es el lenguaje por excelencia para transmitir ideas, intercambiar opiniones, corroborar sentimientos y tendencias, ya sean personales o de masas. Irreverente por esencia, sí, pero conciliador como ninguna otra expresión cuando con inteligencia se trata. Este es el caso de Vivir del cuento, un personaje y un espacio que maneja con eficacia
y buen tino el humor costumbrista. Pero más allá de lo que vemos en pantalla está un profundo trabajo de todo un equipo que no paró de laborar ni siquiera en plena pandemia, buscando miles de variantes.
Floro, es necesario mucho más que dos cuartillas para hablar de todo esto. La ausencia del humor en la tele tiene muchas condicionantes, sobre todo, económicas. Si estuviera en mis manos, te puedo asegurar que el primer centavo que apareciera se lo daría a los proyectos humorísticos. Apostaría al humor, al buen humor, con los ojos cerrados. Por lo pronto te puedo asegurar que La Habana y otros territorios aledaños tendrán humor para escoger del 25 de septiembre al 2 de octubre, pues se celebrará el Festival Nacional del Humor Aquelarre, esta vez dedicado a las mujeres y los jóvenes en el humor. También será entregado el Premio Nacional de Humorismo 2022. El próximo domingo todos los detalles y cartelera incluida.
Para finalizar, querido Floro, al igual que tú, nuestro suplemento humorístico dedeté se suma a la merecida felicitación a Vivir del cuento, digno representante del humor cubano de todos los tiempos.