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Soy vidente

Según argumentan algunos estudiosos, las crisis son un excelente caldo de cultivo en la que florecen videntes, «visionistas» y «visiones» de todo tipo

Autor:

JAPE

«Amigo Jape, soy vidente»… Así comenzó Floro su última carta y sin siquiera poner punto y aparte continuó: «No sé si se dice vidente, clarividente, adivino… no sé. Lo cierto es que puedo ver cosas que otros, la mayoría, a simple vista no ven. Hace tiempo lo venía sospechando y finalmente no me queda más remedio que asumirlo. Te explico:

«Vivo en una zona donde confluyen mercados, panaderías, carnicería, pescadería (si aún se les puede llamar así). Es todo un complejo comercial en el que concurren cientos de personas diariamente. Desde mi balcón todo se puede ver con total claridad como algo normal, pensaba yo. Pero no es así. Yo lo percibo con mayor claridad, porque sin dudas tengo fuerzas sobrenaturales.

«Sin mucho esfuerzo puedo ver cómo la gente se cuela descaradamente; puedo reconocer los mismos rostros día tras día, incluso con las mismas ropas y las mismas jabas, y con el mismo forro en la libreta de abastecimiento. Sí, ese documento familiar donde se suponen hagan anotaciones para controlar que solo compres, en estas tiendas, una vez al mes. Puedo ver cómo los trabajadores de dichos centros salen e intercambian ideas, jabas y dineros con personas que están haciendo media en los lugares aledaños. Yo puedo ver todo eso con una claridad inmensa mientras muchas personas, inspectores, organizadores, e incluso los agentes del orden público, no lo ven, a pesar de que ocurre ante sus propias narices.

«También llama mi atención que mis superpoderes van más allá de la visión, y tengo una insospechada destreza para el cálculo mental. Hace poco, frente a la tienda se parqueó un camión del cual, sin demasiado esfuerzo, pude contar que bajaron 50 cajas de aceite, que, a razón de seis botellas por caja, fueron un total de 300 botellas. De la cola, que ya estaba “formada” desde antes de llegar el camión, pasaron 78 clientes diversos, hasta que salió el compañero organizador y anunció que solo quedaban diez botellas. Teniendo en cuenta que solo se despachan dos botellas por cliente o por libreta, la ecuación que se plantea es la siguiente: 78 x 2 + 10 es igual a 166… Rápidamente acudieron a mi mente tres preguntas: inciso a: ¿Dónde están las 134 botellas restantes? inciso b: ¿Nadie vio, sumó o advirtió este pequeño “desliz”? Inciso c: Los compañeros tenderos, organizadores e inspectores del orden público, etc, etc… ¿no tienen calculadoras?

«Entonces no cabe duda, ¡tengo superpoderes! Porque también puedo ver, con alarmante facilidad, cómo algunos carretilleros merodean por la panadería y reciben panes de diversas maneras y subterfugios. Panes de ese mismo que se le debe vender a la población a módico precio, y que después ellos venden en una jabita a 60 pesos la decena, en el mejor de los casos. ¡Y nadie ve eso!

«Para serle sincero, amigo JAPE, con mis superpoderes aún no logro adivinar cuándo vendrán los camiones de abastecimiento. Admito que otras personas sí tienen ese dominio porque siempre hay una multitud esperando el camión… sea de lo que sea.

«No tengo idea de cuándo adquirí estas habilidades que le he confesado. Quizá en la última ocasión en que comí carne de cerdo hace poco más de dos años. He oído decir que los mariscos son muy buenos para el cerebro ya que contienen ácidos grasos omega-3 y vitamina B-12, pero eso sí que no recuerdo cuándo fue… En fin, estoy muy preocupado porque estas destrezas que he desarrollado, que pudieran ser el contenido de un estudio científico, pudieran causar un efecto bumerán y convertirse en un grave problema para mí. ¿Qué usted me aconseja fraterno JAPE?».

Qué puedo decirte respetado Floro. La mayoría de los videntes, profetas, adivinos de la historia de la humanidad han sido tildados de locos o simplemente no se han tenido en cuenta hasta muchos años después del fin de su existencia. Espero que ese no sea tu caso, pues nunca nos enteraremos. Tampoco creo que en un futuro seas canonizado, pues ya existe un San Floro, en Italia, en la región de Calabria. Según argumentan algunos estudiosos, las crisis son un excelente caldo de cultivo en la que florecen videntes, «visionistas» y «visiones» de todo tipo. Quizá ese sea tu caso.

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