Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El humor, la lengua y la Feria

Autor:

JAPE

Mientras presuntos investigadores se ponen de acuerdo sobre la veracidad acerca de la coincidencia del fallecimiento, el 23 de abril de 1616, del genio de las letras hispanas, Miguel de Cervantes y el dramaturgo mayor de habla inglesa, William Shakespeare, seguiremos celebrando esa fecha, cada año, como el Día Internacional del Idioma Español… y el inglés, por supuesto.

O sea, que hace unos días, nuestra lengua materna (sin morbo por favor, hablo del idioma) estuvo de plácemes, nada más y nada menos que en plena 30ma. Feria Internacional del Libro, en su versión capitalina. Pero como ya es costumbre, nuestra Feria se extiende a lo largo de todo el país. Entonces me queda claro que nunca es tarde para hacer una pausa y concientizar sobre la importancia de promover la literatura y la lectura como ejercicios fundamentales para sostener y desarrollar el lenguaje.

En nuestro país (hispanohablante como todos sabemos, y si aún no lo sabes, pues ya va siendo hora de que te enteres), el lenguaje está en constante movimiento, al igual que la lengua (y ahora sí hablo del músculo que se aloja en el interior de la boca), pues para nadie es un secreto lo extrovertidos y comunicativos que somos. También es muy conocido, e incluso afirmado por estudiosos de la lengua (en todas sus variantes), que nuestro arsenal de palabras se «enriquece» constantemente. La música (refiriéndonos a las letras en las canciones) es una fuente importante e inagotable en esta simbiosis idioma-lenguaje popular. Cada tema que se hace notorio deja su rastro en el argot del cubano. Así pasó con el «guararey» de Pastora invocado por Formell, el toca-toca de Adalberto, o el «ataca Chicho» del inolvidable amigo José Luis Cortés… entre cientos de ejemplos desde antaño.

Ahora los referentes son otros, como otras son las «etimologías» o significados de las frases o palabras que pasan a formar parte de nuestro hablar. De esta manera hay que «quimbar pa’ que suene» y lo mejor es ir «bajanda» cuando se te «parta la tuba en do». Cambia el género y también el «modo». No digo, ni pienso entrar en diatriba sobre este intercambio «socio-cultural», ni que sea bueno o malo… simplemente es cierto.

Más allá de nuestras fronteras, las Naciones Unidas, según un portavoz, «intenta buscar maneras creativas de promover los idiomas oficiales en todas las esferas de su labor, entre los que no podría faltar el español», y enuncia estas palabras de Nelson Mandela: «Si hablas a un hombre en una lengua que entiende, el mensaje llega a su cabeza. Si le hablas en su lengua, le llega a su corazón». Es entonces cuando entiendo por qué la gente de la extensa cola de la tienda Carlos III comprendió rápidamente a la ciudadana que, voz en cuello, anunció: «¡Al próximo que se cuele lo voy a rajar como un lápiz!».

Otra de las campañas lanzadas por la ONU asegura: «Somos lo que de la lengua hacemos». Para ser sincero, no me queda clara la intención, y es más… no creo que se ajuste realmente a nuestro desarrollo del idioma.

Este es un tema del que estaríamos hablando, reflexionando, cavilando, o sea, «dándole coco» (nada que ver con asuntos religiosos, se refiere al pensamiento) durante muchas horas y cientos de cuartillas. Hay algo que llama mucho mi atención y quiero compartirlo con ustedes, pues Alicia María Zorrilla, presidenta y miembro de número de la Academia Argentina de Letras y miembro hispanoamericana de la Real Academia Española, asegura que: «El humor abre muchas puertas, sobre todo, la atención de los alumnos… La labor docente consiste en hacer lo imposible para desterrar lo que se ignora acerca de nuestra lengua. Yo doy mis clases tratando de hacer reír a mis alumnos, hago énfasis en los ejemplos graciosos, y se relajan, se animan a participar. La risa motiva».

Entonces es evidente que quienes insistimos en empoderar al humor, no estamos tan equivocados… como dijera el amigo Miguel Moreno y su personaje La Llave: ¡Digo, si no hay dudas!

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